La familia de Piotrek
Wroclaw
Martes 26. 1:17 de la mañana. En el pasillo de una casa de Carmelitas. En mitad de alguno de los muchos bosques que rodean Cracovia.
Me encuentro en chanclas, con un pijama de pelotillas de un morado insoportable (gracias abuela por el regalo), con una camiseta del siempre aséptico Primark y una sudadera de capucha marrón que me da un toque, o a mi yo de madrugada se lo parece, al Zuckerberg en su época de pringado total en Harvard.
Un sacerdote ronca de tal manera que parece que está catalizando las confesiones de la jornada. Eso o alguien le ha clavado una lanza en el costado y no nos ha querido decir nada. Sigue leyendo