Habrá que estar atentos
Empezamos la semana con una congoja amarrada al cuello, la doblamos con un suspiro de alivio y la cerramos con la sensación de que lo peor está por llegar.
El lunes teníamos casi la certeza de que Geert Wilders iba a servirnos un poco de cicuta. Todo parecía indicar que Holanda trasplantaría a Europa la peor cara electoral que vivimos en noviembre en EEUU. En este caso no era imprescindible una victoria. Ni siquiera era necesario que su xenófobo Partido por la Libertad (PVV) lograse los resultados necesarios para formar gobierno. Sigue leyendo