— ACNUR ha documentado que existe un promedio de doscientos nicaragüenses solicitando asilo cada día en Costa Rica desde finales del mes de julio — El apalancamiento de Daniel Ortega en el poder le va restando aliados en el panorama internacional
Silvio Rodríguez escribió una canción en 1983 dedicada a la Nicaragua revolucionaria de 1979. Su letra forma parte ya de la tristemente famosa historia de violencia latinoamericana del siglo XX, donde se sucedieron masacres, se saldaron revanchismos arraigados desde muchos años atrás y donde oligarquías e intereses particulares sometieron a la población y al país a sus caprichos.
Cuando uno pasea prestando atención a su alrededor, descubre siempre cosas insólitas que le hacen reflexionar. El otro día, paseando por la calle Gaztambide de Madrid con intención de entrar en la biblioteca “África. Fundación Sur”, me fijé en el letrero indicador allí arriba dónde no podía alcanzar con la mano a no ser con una escalera. Pude leer una cosa que me llamó la atención y me creó algo de zozobra en mi interior. Sin embargo, tomándolo con cierta filosofía, decidí sacar la foto y seguir reflexionando más adelante sobre el tema.
El género de las teleseries ha experimentado un desarrollo espectacular en los últimos años, hasta el punto de haberse convertido éstas en productos de consumo masivo cuyos niveles de calidad y coste de producción no desmerecen nada, en muchos casos, a los del celuloide.
La pareidolia consistente en el reconocimiento de patrones significativos como rostros humanos, caras o formas, en estímulos ambiguos y aleatorios como objetos inanimados, siendo una deformación psicológica de la realidad a través de la percepción visual.
Cuando una elite políticosocial se anquilosa en las instituciones que dan forma a una suerte de gobierno, se produce una calcificación de la maquinaria que rige los destinos de una sociedad, pasando de tener unos intereses universales a unos intereses sectarios y excluyentes. Éstos, empiezan sólo a producir en beneficio de una casta apoltronada en un poder que suele desarrollar sus actividades en un oscurantismo favorecedor para una corrupción endémica. Fue Tácito quien dijo que “Cuanto más corrupto es el estado, más leyes necesita”, pero no es tanto el nivel cuantitativo de sus entramado legislativo sino el cualitativo que hace referencia a la calidad de las normas que lo rige. Sigue leyendo
Parece este un buen punto de partida para recuperar lo que veníamos diciendo en la primera parte de este microensayo acerca del feminismo contemporáneo: si bien todos estamos de acuerdo en sus fines, la explicación que se hace de la violencia es tremendamente problemática. ¿Por qué?
George R.R. Martin, el autor de la saga literaria Canción de hielo y fuego, que ha inspirado la popular serie televisiva Juego de Tronos ha manifestado en alguna ocasión que hay aspectos del mundo de fantasía de J.R.R. Tolkien que considera poco realistas.
En particular, se refiere a problemas de naturaleza económica inherentes a la guerra y la gestión de los reinos de la Tierra Media que a su juicio no son resueltos satisfactoriamente, y en concreto se refiere a cuestiones como “¿Cuál es la política fiscal de Aragorn? ¿Mantendrá un ejército permanente?”. En resumen, viene a afirmar que el asunto de la economía en la Tierra Media no está desarrollado de una manera realista. Por el contrario, a primera vista, parece que el mundo de fantasía en el que se desarrollan los libros del señor Martin sí que posee elementos de funcionamiento y gestión de la economía que nos pueden parecer “realistas” a la vista del pensamiento y las ideas económicas modernas. Sigue leyendo
En el mundo de Harry Potter y también en el mundo de la fenomenología de la religión, es conocida la distinción que hace Levinas entre lo sagrado y lo santo. En la categoría de lo sagrado, cabe la obra entera del genial Rudolph Otto Des Heilige, que malamente se ha traducido en España por “Lo santo”. Pero hay en lo santo (qadosh) una eminente distancia respecto del hombre que no podemos adscribir a lo sagrado, por muy tremendo y fascinante que resulte.
En 1960, uno de los juristas y filósofos políticos del nazismo, Carl Schmitt, salió en defensa de la democracia ante lo que interpretó como un regreso a las actitudes que permitieron a Hitler cometer las mayores atrocidades en defensa del “más alto valor”, la raza alemana. Lo hizo en una conferencia titulada La tiranía de los valores, en la que advertía de la tremenda imprudencia en que algunos juristas alemanes venían incurriendo durante las últimas décadas al introducir los “valores” descubiertos por la filosofía no solo en las leyes sino incluso en sus decisiones jurídicas, allí donde la ley establecida no alcanzaba a permitir una decisión judicial.
Según Schmitt, el peligro consistía en que “el impulso hacia la validez del valor es irresistible y la contienda de quienes valoran, inevitable“. Un sistema judicial y una política que fundamentase su acción en la lógica del valor, en lugar de en la ley positiva (la aprobada por el poder legislativo) caería en el razonamiento según el cual “el precio más elevado nunca puede ser muy alto para el valor más elevado y tiene que ser pagado”. Sigue leyendo
Hay una historia que repugna tener que contar. Una historia triste, con héroes olvidados y villanos enaltecidos. Una historia donde los buenos no ganan y los malos no pierden. Una historia que huele a sangre y a plomo. Una historia de amenazas y chantajes, de secuestros y extorsiones. Una historia de bombas en los coches y tiros en la nuca: la historia de ETA.
Sin embargo, tan infame como la propia historia ETA es la idea que de ella se está contando. El relato que hace pocos años sólo era repetido por los propios terroristas y por los que expresa o tácitamente los apoyaban, ahora ha calado en buena parte de la sociedad española que ha interiorizado muchos de los principios de la cosmovisión abertzale. A tratar de desmontar alguno de ellos dedicaré este articulo.
I. Los comienzos
En primer lugar, hablemos del mito fundacional. ETA nace en pleno régimen de Franco como oposición armada al mismo. Esto hizo que muchos españoles que militaban en la causa antifranquista vieran con simpatía unas acciones que interpretaban que iban destinadas a provocar la caída de la dictadura y acelerar, en consecuencia, la llegada de la democracia. Nada más lejos de la realidad. ETA no quiso acabar con la dictadura franquista sino sustituirla. Prueba de ello es que son precisamente los años inmediatamente posteriores a la aprobación de la Constitución en los que ETA despliega todo su potencial criminal.
Muchos vieron con simpatía unas acciones que creían que iban destinadas a provocar la caída de la dictadura. Nada más lejos de la realidad.
Frustrar la consolidación de un sistema democrático que garantizase la libertad y la igualdad de todos los españoles, que albergase en su seno todas las opciones políticas y que reconociese la diversidad cultural y social del país se convirtió en su principal objetivo.
Aunque el proyecto político de ETA era incompatible con la incipiente democracia se hicieron importantes esfuerzos por tratar de integrar a todos lo que habían militado en la organización. Así, nada más morir Franco, hubo un indulto general del que se beneficiaron 12.000 presos,900 de ellos presos por razones políticas, en 1976 una amnistía parcial y en 1977 una amnistía general que supuso la liberación de todos los presos de ETA. Es verdad que hubo militantes de ETA que aprovecharon la situación para reconducir sus vidas y abandonar en terrorismo, pero no es menos cierto que la organización aprovechó esta situación para coger fuerza e incrementar de manera despiadada la dinámica criminal.
Además, la estrategia de ETA esos años es especialmente macabra: pone en su punto de mira a militares y guardias civiles, tratando de provocar así una reacción golpista. Había que acabar con la democracia y ETA encontró un instrumento utilísimo para ello en los sectores mas reaccionarios e inmovilistas del régimen anterior.
II. Un proyecto totalitario
Es importante recordar que ETA es una organización política. Esta es una idea que no por obvia hay que dejar de repetir –más aun cuando vemos las reacciones que provoca en mucha gente oírla en boca de Pablo Iglesias o Monedero–. Los miembros de ETA no matan por sadismo, odio o perversión. Los asesinatos son fríos y calculados, obedecen a una estrategia. ETA quiere imponer una dictadura identitaria de corte estalinista sobre el País Vasco, Navarra y el llamado País Vasco francés y para ello recurre a la violencia. La violencia es una herramienta, en ningún caso un fin.
La violencia es una herramienta, en ningún caso un fin. Su proyecto totalitario sigue siendo el mismo.
Por lo tanto, no debemos olvidar que aunque ETA no mate, lo que sin duda es una buena noticia, la izquierda abertzale no ha renunciado a ninguno de sus objetivos. Su proyecto político totalitario sigue siendo el mismo, simplemente considera más eficaz para su consecución dejar la violencia. Estemos atentos, para no dejarnos engañar, por todos aquellos que, diciendo que condenan la violencia ¡venga de donde venga! –desconociendo que uno de los principios básicos de cualquier democracia es el monopolio de la violencia por parte del Estado–, comparten proyecto político con los asesinos. Además, quien así se pronuncia está legitimando la actividad terrorista porque ante un violencia injusta la respuesta violenta se vuelve justa.
III. No es democracia
Ante el relato que nos habla de bandos enfrentados, victimas de todas partes y sufrimiento colectivo es imprescindible plantarse y poner pie en pared. Digámoslo claro: la democracia no ha tenido una oportunidad en el País Vasco desde antes de la guerra civil. A los cuarenta años de régimen de Franco hay que sumarle otros cuarenta mas de totalitarismo etarra. No hay democracia en donde te expones a que te peguen un tiro si te sales de la ortodoxia nacionalista. No hay democracia donde la gente huye de sus pueblos y ciudades por pensar diferente. No hay democracia donde la gente habla en voz baja de política, o no habla directamente. La opresión social, política e institucional ha sido tan fuerte que se cuentan por decenas de miles los exiliados. Si a ellos les sumamos los centenares de muertos y el incontable numero de sometidos por el terror vemos que ha tenido lugar es un verdadero intento de limpieza étnica y política.
Ha habido un verdadero intento de limpieza étnica y política en el País Vasco.
Esta situación pone aún más en valor la actitud de algunos ciudadanos que han plantado cara al terror y se han atrevido a condenar públicamente los crímenes que se estaban cometiendo. Mientras muchos miraban –bien por complicidad, bien por cobardía– para otro lado , hubo héroes que se atrevieron a salir a la calle, jugándose y perdiendo la vida, a plantar cara a los asesinos. Son una minoría a la que además se sigue intentado silenciar. Antes molestaban a los asesinos y sus cómplices, ahora a los profetas del nuevo “tiempo de paz”.
Tiene lógica que aquellos a los que el terror etarra les daba importantes réditos en forma de votos o de puestos de trabajo quieran que se pase página rápido y no se rebusque entre la basura (no vaya a ser que descubramos como se beneficiaron del sufrimiento de tanta gente). También que aquellos cuyo silencio cómplice, y dinero, se tradujo en estrellas Michelin o fama internacional nos intenten contar una narración de los hechos tan falsa como inmoral. Pero no la tiene la rapidez con la que el resto hemos asumido ambas cosas.
Fernando Savater escribió un articulo, que a todos recomiendo, al hilo de la casi victoria de los partidos constitucionalistas en las elecciones autonómicas vascas del año 2001. El Partido Socialista y el Partido Popular fueron de la mano para ofrecer una alternativa no nacionalista. Jaime Mayor Oreja y Nicolás Redondo lideraron el proyecto, acompañados en el ámbito civil del propio Savater. En los años anteriores ETA había asesinado a Gregorio Ordóñez, a Miguel Ángel Blanco o a Fernando Buesa. Como en la Transición los militares o guardias civiles, o después jueces o fiscales, ahora los políticos de alguno de esos dos partidos se habían convertido en objetivo prioritario. Las elecciones no se ganaron, pero abrieron, a pesar de la frustración, una rendija a la esperanza.
El articulo se titula “Viva el perder” y quiero que su ultimo párrafo sea también el de este artículo:
“Sentirse animado o desanimado ahora es ya cuestión de carácter. Comprendo muy bien a los que, ante el olor y el color de lo que han sacado a flote estas elecciones, sienten la tentación de tirar de la cadena y marcharse dignamente. Pero yo prefiero acordarme de aquel ácrata, ‘tipógrafo que fue de La Moderna’ en el bello poema de Félix de Azúa, que gritó ante el pelotón de fusilamiento: ‘¡Viva el perder!’. Y permanezco junto a los que siguen jugando, aun sabiendo que hay tantas cartas marcadas. A los acomodaticios, a los resignados, a los amonestadores que todo lo adivinaron antes que nadie pero procuraron decirlo después, a quienes nos preguntan: ‘¿Habéis aprendido la lección? ¿Os arrepentís?…’, les responderemos la palabra sagrada con la que empieza la libertad: ‘¡No! Claro que no’.”
Jueguen a las naciones si les da la gana, pero háganlo en sus casas, déjennos en paz y respeten la democracia.
Es infantil y tramposo creer que una minoría mayoritaria tiene legitimidad democrática alguna para forzar al resto de catalanes a subirnos a un proyecto que ni queremos ni ofrece ventaja o seguridad alguna de prosperar. De hecho, solo las formas que se están empleando para llevarlo a cabo (la rebeldía contra la ley, el acaparamiento de las instituciones autonómicas, el bombardeo ideológico omnipresente y la utilización del “prusés” para tratar de encubrir a corruptos y violentos) son ya de por sí causas suficientes para que la deriva independentista a muchos nos produzca más dudas que ilusión, como bien señalaba ayer Agustín Pery. Sigue leyendo
La pareidolia consistente en el reconocimiento de patrones significativos como rostros humanos, caras o formas, en estímulos ambiguos y aleatorios como