Revista de actualidad, cultura y pensamiento

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Unión Europea

España ante el diván

En España por

En estos momentos es necesario en España un partido, o un movimiento, o que los partidos se centren en la cuestión social y en la cuestión medioambiental, así como en el avance del municipalismo (sin abandonar la conciencia de que el mundo se ha globalizado). Esto es poner a la persona en el centro, y no al dinero, a las leyes, a los valores.

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Un vistazo a la geopolítica actual

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China hoy vive el menor ritmo de crecimiento de las últimas décadas y su voracidad económica, con el predador endeudamiento que genera, se resiente ante la guerra comercial con Estados Unidos. A la vez, aún carece, por prudencia y falta de fuerza, de una plataforma de bases militares en el extranjero para desarrollar una hegemonía plena a través del collar de perlas.

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Síndrome de la ciudad asediada

En Mundo por

La inseguridad identitaria quizás sea uno de los rasgos más característicos de este tiempo. En lo personal, en lo social y en lo nacional. Se manifiesta como una voluntad de autoafirmación inmadura, por eso se engrandece y se obsesiona con ataques reales o imaginarios. La globalización pone al descubierto la debilidad de pertenencias que parecían sólidas. Y así surge el “síndrome de la ciudad asediada”: todo lo que sucede se interpreta como ataque de un enemigo que está a las puertas, que quiere destruir las esencias, la tradición, todo lo que bueno hay en el jardín cerrado. Todos los temores tienen su origen en que el huerto que se quiere proteger está deshabitado, vacío, solo quedan sombras de lo que fue.

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Rusia y Europa: rumbo a una integración forzosa

En Mundo por

El 20 de enero de 2017, Donald Trump tomó posesión de su cargo como presidente de los Estados Unidos. Pronto dejó clara su intención de obedecer los mandamientos del America First y de lograr que EE. UU abandonase su papel de “policía del mundo”. En su Estrategia de Seguridad Nacional optó por una política exterior basada en la reciprocidad y la bilateralidad, devolviendo importancia a los Estados «fuertes y soberanos», frente a las políticas de Obama que defendían la importancia de la multilateralidad y la cooperación internacional. El mismo documento, caracterizado por sus propias contradicciones y su retórica belicista, acusó a Rusia de ser un rival peligroso que debía ser contrarrestado. Mientras, Vladimir Putin afianza su liderazgo y Rusia parece avanzar hacia un proceso de integración con Europa.

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La caja de Pandora del presidente Wilson

En Cultura política/Pensamiento por

 

No es un centenario para celebrar en la América de Trump. El 8 de enero de 1918 el presidente Thomas Woodrow Wilson leyó ante el Congreso sus famosos catorce puntos para la paz y la organización de las relaciones internacionales con la vista puesta en el fin de la Primera Guerra Mundial. Cien mil soldados americanos murieron en las trincheras europeas y otros tanto fueron víctimas de la epidemia de gripe que barrió entonces el planeta. Hay quien piensa que EEUU debió de elegir otro método para convertirse en la primera potencia mundial. Inmiscuirse en los asuntos europeos contravenía el testamento de George Washington que había recomendado a sus compatriotas en 1796 justamente lo contrario. Un partidario de Trump y que al mismo tiempo tuviera ciertas nociones de historia, nos recordaría que el demócrata Wilson llevó a su país a un gran error en política exterior: convertirse en apóstol de la democracia en el mundo. Fue la negación de America First, aunque los aislacionistas de la época de Roosevelt resultaron los verdaderos inventores de este eslogan, pero Wilson pensaba, sin duda, que EEUU ocuparía el primer lugar, en todos los sentidos, si asumía una activa participación en los asuntos mundiales.

Con Wilson primero, y más tarde con Roosevelt y Truman, surgió el concepto de EEUU como líder de Occidente o de lo que más tarde se daría en llamar mundo libre. Hoy en día es difícil, sin embargo, definir dicho mundo y más todavía designar a su líder. Tanto es así que algunos se preguntan si ese líder será Macron o Merkel. Más preocupante es que haya otros que afirmen que solo la Rusia de Putin encarna los auténticos valores de Occidente. Pero volvamos al centenario de un discurso del que salió la Sociedad de Naciones, la consagración del libre comercio internacional y la prohibición de la diplomacia secreta, aunque algunos condicionaron este límite a los tratados en su forma clásica y no a ningún otro tipo de acuerdo entre los gobiernos. Gran parte de los puntos abren la puerta al derecho de autodeterminación de los pueblos del Imperio austro-húngaro y otomanos, entre otros, además de reconocer la independencia de Polonia o garantías territoriales para los Estados balcánicos que lucharon en el bando de los aliados. Nada dicen, sin embargo, los puntos de la autodeterminación de Irlanda, que se habían sublevado contra los británicos en 1916.

En cualquier caso, los catorce puntos de Wilson van asociados históricamente al derecho de libre determinación, aunque no es menos cierto que en el discurso del presidente se emplea, sobre todo, el término autonomía que, evidentemente, no es sinónimo de independencia. No era esto un tema nuevo, pues en el siglo XIX se difundió en Europa el principio de las nacionalidades, aunque desde el mensaje wilsoniano se diría que el concepto de autodeterminación adquiere la categoría de pensamiento mágico. No deja de ser curioso que Isaiah Berlin vea sus antecedentes en la filosofía kantiana, de un racionalismo muy lejano del emotivismo nacionalista. Lo malo que el mejor de los mundos conlleva el riesgo de no conocer límites para alcanzar sus objetivos. El territorio en el que la inmensa mayoría de sus habitantes se autodetermina y vive allí feliz por los siglos de los siglos no deja de ser una utopía. Siempre habrá una parte de esa población que no acepte a las nuevas autoridades e impulse una secesión, y si no puede conseguirla desde el punto de vista jurídico u obtener un reconocimiento internacional, vivirá en la práctica como si las autoridades del Estado que nominalmente ejerce la soberanía no existieran.

Ejemplos de la historia en las últimas décadas sin agotar la lista: la isla de Mayotte prefirió estar bajo la soberanía francesa y no ser independiente como el resto de las Comores (1974-76); Nagorno Karabaj surgió como un enclave armenio independiente en Azerbaiyán (1988); la república de Transnitria no reconoce la soberanía de Moldavia (1990); la república Sprska en Bosnia-Herzegovina afirma su derecho a integrarse en Serbia pese a la confederación establecida en los acuerdos de Dayton; el referéndum de independencia de Montenegro en 2006 tuvo la oposición del 44% de los electores; la independencia de Kosovo en 2008 cuenta con el rechazo de los enclaves territoriales serbios que suman casi la mitad de la población de los mismos… ¿Y qué decir de los rusófonos de Ucrania oriental? Mientras tengan el apoyo ruso nunca consentirán en reconocer la soberanía de Kiev. ¿Y de las repúblicas de Abjasia y Osetia del sur? ¿Volverán a ser controladas por Georgia? Eran independientes de facto desde la caída de la URSS. Luego llegó la guerra de 2008, cuando la victoria rusa sobre los georgianos llevó a una secesión formal pese a la falta de reconocimiento internacional.

El presidente Wilson puso su granito de arena para abrir la caja de Pandora de la autodeterminación, pero incluso Lenin, defensor del principio de las nacionalidades, se aprovechó de su proyecto. Eso sí, Lenin era de los que sabían poner límites y lo hizo para construir su modelo soviético. No está tan claro que Wilson, un hombre del otro lado del Atlántico, antiguo rector de la universidad de Princeton e hijo de un pastor presbiteriano, tuviera claros los límites de la autodeterminación.

Este artículo fue publicado originalmente en Páginas Digital y es reproducido aquí con permiso de su autor.

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Stefan Zweig y la reconstrucción de Babel (I)

En Cultura política/Pensamiento por

El propósito de este breve texto es arrojar algo de luz sobre lo que Stefan Zweig puede decirnos hoy a nosotros como hombres y como europeos. Los escritos a los que nos referiremos son de su autobiografía, El mundo de ayer; una serie de escritos publicados tras su muerte bajo el título Europäisches Erbe (traducido al español con el título El legado de Europa); y algunos artículos e intervenciones explícitamente referidos a Europa, recogidos en italiano en el libro Appello agli europei.

Como podrán ver, el recorte que implica la crítica nos obliga a prescindir de escritos más conocidos como, por ejemplo, Momentos estelares de la Humanidad. Al fin y al cabo, el objetivo de este análisis no es otro que poner las cosas en claro: desprenderse de lo superfluo y resaltar lo esencial. El crítico, como el artista, obtiene un vistazo de la realidad y aumenta la presión arterial de los eventos, de los objetos, para que su verdad aparezca de modo patente al lector y al espectador. Sigue leyendo

Los Godos de Pérez-Reverte

En Cultura política/Pensamiento por

Leí hace bastante tiempo un artículo de Pérez-Reverte, terriblemente lúcido, llamado “Los Godos del emperador Valente”. En él enuncia las sombras que se ciernen sobre Europa, fruto de la amenaza terrorista, la presión migratoria y sus debilidades internas, en un audaz paralelismo con la caída del Imperio Romano, para acabar sentenciando:

“El problema que hoy afronta lo que llamamos Europa, u Occidente (….)  es que (…) tiene fecha de caducidad y se encuentra en liquidación por derribo. Incapaz de sostenerse. De defenderse. Ya sólo tiene dinero. Y el dinero mantiene a salvo un rato, nada más”. Sigue leyendo

Astérix en Europa

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La carrera por la presidencia de Francia se ha vuelto emocionante, por lo tanto, preocupante; la corrupción persigue a François Fillon y a Marine Le Pen, mientras que la sombra rusa intentará complicar al socioliberal Emmanuel Macron.

Las encuestas insisten en el triunfo del Frente Nacional en primera vuelta y en su derrota en el ballotage, no está claro aún con cuál contendiente. De todos modos, aunque el triunfo de Marine Le Pen se vislumbra difícil, no es imposible. La victoria holgada de Jacques Chirac sobre Jean-Marie Le Pen en las elecciones del 2002 ya no sirve tanto como referencia; factores como el contexto internacional y asuntos internos como la tensión multicultural o el deterioro del sector agrícola están cambiando rápidamente el mapa social y político. Sigue leyendo

Polonia: la contrarrevolución conservadora en el siglo XXI

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  1. Europa y la identidad nacional

El 13 de septiembre de 2016 el Parlamento europeo, en sesión monográfica y extraordinaria, se reunió para debatir, y condenar, la considerada como “deriva autoritaria” del Gobierno de Polonia, dominado desde el año anterior por el partido conservador Ley y Justicia (Prawo i Sprawiedliwość, PiS). Se denunciaba, especialmente desde los grupos socialistas y liberales de la Eurocámara, el proceso de crecimiento de sus posturas eurofóbicas contrarias a los Derechos humanos. Así se cuestionaban públicamente, y en primer lugar, sus intentos de reforma unilateral del Tribunal constitucional; en segundo lugar, el control de los medios de comunicación, tanto  públicos como privados; en tercer lugar, su postura antiinmigración contraria a la acogida de refugiados; y en cuarto lugar, sus medidas de protección de la Familia natural y de limitación del aborto. Sigue leyendo

La ucronía de Ucrania

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Uno de los principados más grandes y ricos de la Europa medieval fue la Rus de Kiev, gracias a su capacidad de comerciar con Europa y con Asia. Sin embargo, la disgregación interna, las invasiones y las nuevas rutas con oriente causadas por las cruzadas, desencadenaron su decadencia.

Kiev, aunque ya no volvería a ser la gran capital eslava, fue el origen de la historia de Rusia y de Ucrania, base de una imbricación asimétrica en favor de la primera, destinada a ciclos de mayor o menor adyacencia que han pasado por el amparo, la absorción y la influencia. Sigue leyendo

Eurentrée

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El Brexit ha ganado y, si realmente se hace efectivo, algunos auguran una catástrofe económica y un efecto domino disgregador en Europa a través de referéndums descontrolados en países euroescépticos como la República Checa. Todo al mismo tiempo que Reino Unido se despieza como Yugoslavia.

Por otro lado, surge un punto de vista más optimista en donde la Unión Europea, liberada del lastre británico y con la negativa imagen que está dando la ruptura, como se ve, según recientes encuestas, en el crecimiento del europeísmo en los países nórdicos, aceleraría el camino hacia una verdadera federación. Simultáneamente, Gran Bretaña se consolidaría como cómoda bisagra o correa de transmisión entre Estados Unidos y Europa, es decir, como el nexo independiente de Occidente. Sigue leyendo

Brexit, populismo y austeridad

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La decisión del pueblo británico de abandonar la Unión Europea ha supuesto el más duro golpe sufrido por el gran proyecto de paz, libertad y prosperidad que surgió en el continente años después de la Segunda Guerra Mundial.

“Estamos con vosotros, pero no somos uno de los vuestros” afirmaba Winston Churchill cuando se le preguntaba por la relación entre las dos partes. Una frase que cobra todo el sentido en estos momentos convulsos que exigen respuestas que llevamos esperando demasiado tiempo. Hace 46 años que el Reino Unido decidió ingresar en la entonces CEE, siempre con poco entusiasmo, manteniendo ciertas distancias y con un estatus especial que le permitió hasta el último momento ser un socio a la carta. El Brexit del pasado 23 de junio acabó con más de cuatro décadas de pertenencia a un selecto grupo de países entre los que Gran Bretaña ha sido pieza fundamental por su papel como primera potencia política y militar, y por tratarse de la segunda economía europea. Es el momento de preguntarse por las razones que han causado este gran terremoto europeo y mundial cuyas consecuencias a corto y medio plazo no son fáciles de determinar. Sigue leyendo

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