“Hoy no es un día cualquiera. No es un momento cualquiera. Hoy es el día en que se reanudan las sesiones en esta Sala, tras la repentina y trágica muerte de un compañero y amigo nuestro. Hoy estoy yo aquí sustituyéndole y por eso quisiera guardar un minuto de silencio antes de dar comienzo al juicio de hoy, como muestra de respeto y conmemoración. El que quiera puede rezar.”
Y así transcurrió después un minuto de silencio sepulcral en la Sala del Juzgado, donde a continuación se iban a enfrentar dos partes y donde estaba en juego una pena de cárcel de más de seis años. Pero, en aquel momento precedente, había un gesto de unidad mucho más importante que el asunto que traíamos cada uno entre manos y mucho más común a todos los que estábamos presentes: acusados, abogados, público y magistrados. Para mí iba a ser un día cualquiera… Hasta ese momento, hasta ese reclamo. Sigue leyendo