Lo justo es lo debido, que diría ese racionalista llamado Baruch Spinoza. Durante el confinamiento, el consumo de series ha aumentado considerablemente, y muchos espectadores han visto saciada su sed de cualesquiera series que estaban viendo. Entre ellos, nos encontramos los seguidores de la que, probablemente, sea la mejor producción de HBO desde la cuarta temporada de Juego de Tronos. Eso sí, con la diferencia de que a Juego de Tronos le fueron pagadas sus deudas; mientras que, en nuestro caso, la Justicia no se ha visto satisfecha, y tenemos a Baruch Spinoza –e incluso a alguno más– revolviéndose en su tumba por la infinidad de críticas negativas que se han vertido contra la tercera temporada de Westworld, ya terminada. Un pesimismo generalizado tanto por los números de audiencia, como por su argumento y por “haberse vendido”, realizado tanto desde las redes, como desde medios de comunicación especializados en cine o periódicos con gran difusión.
Pero el mensaje parece no haber llegado, así que este artículo repleto de spoilers y solo apto para haterspretende dar una visión concreta, una lectura alternativa hecha por un abogado del diablo, de lo que es Westworld, no como proyecto audiovisual –ya que sobre eso no hace falta decir nada más– sino como historia, como dilema, como cuestión filosófica y política, y situarla en la posición que se merece. Al César, lo que es del César.
¿El hombre del futuro, pese a todo el conocimiento que adquirirá, querrá vivir más allá de la muerte, superarla y traspasarla? En la ciencia ficción especulativa que aborda el transhumanismo, sus personajes habitan futuros distópicos que plantean dilemas morales sobre la expansión de nuestro tiempo en la tierra. Dilemas tales como si merece la pena vivir prolongadamente, pagando el precio de convertirnos paulatinamente más bien en humanoides con pasado humano, deshumanizándonos progresivamente, olvidando nuestra fecha de caducidad natural. Viene al caso >Observer_, un videojuego de producción polaca ambientado en una Polonia cyberpunk de 2084, evidente homenaje, un siglo después, al título más reconocido de George Orwel, 1984.
Hace unos meses, los medios de comunicación se hicieron eco del caso de Nano, una joven noruega que afirma ser un gato y que solicitó a su gobierno “ser reconocida como género” alegando que su cuerpo de mujer es “un error genético”. Este hecho sería tomado a broma si no fuera porque en los últimos años se han producido acontecimientos similares. Recuerden el supuesto caso del primer hombre embarazado, de la prometeo Thomas Beatie o el del británico Neil Harbisson, reconocido oficialmente como la primera persona cíborg del planeta. Pues bien, si quieren conocer las raíces ideológicas y filosóficas de los ejemplos anteriores o si buscan responder a por qué la Generalitat valenciana ha propuesto que en sus centros sanitarios se refieran a los niños como “criaturas” y a los hijos como “descendencia”, por qué la Asociación Médica Británica recomienda denominar a las embarazadas como “personas preñadas”, o, entre otras preguntas que se haya formulado, por qué una minoría estudiantil de la Universidad de Granada quiere imponer a la mayoría los baños multigénero, les recomiendo este libro:La revolución biopolítica.
Nano, la mujer gato (fuente El Ideal).
Escrito por el filósofo y académico italiano Vittorio Possenti, en esta obra el autor advierte del peligro de la moderna alianza entre el materialismo y la técnica que está poniendo en jaque a los seres humanos y a los principios éticos. En esta revolución donde se empieza a hablar del “posthumano”, el filósofo, sin demonizar la tecnología –sería una necedad obviar los extraordinarios avances, reitera en varias ocasiones–, y tampoco la disciplina biopolítica –que “siempre ha existido porque en todas las épocas ha habido una política sobre la vida, el bios, la higiene, la salud, la población”–, reflexiona sobre la inquietante deriva actual que está dando sus primeros pasos para convertirse en una biocracia estatal: “una variante del humanismo secular es el humanismo tecnófilo, que se orienta hacia lo posthumano y los transhumano, escoltado por las nuevas tecnologías (bio, nano, info, neutro)”.
De este modo, entendiendo a las personas como individuos solamente físicos y por tanto relativizándolos, se busca gestionar los cuerpos como si fueran un producto, con la negativa consecuencia de vaciar de contenido al ser humano.
El académico italiano profundiza en el origen, desarrollo, actualidad y perspectivas de futuro de esta revolución, proponiendo evaluar sus límites, las consecuencias perniciosas que pueden provocar en los seres humanos y redescubre el verdadero humanismo de raíz cristiana-personalista con el fin de aplicar modelos éticos que desbaraten las contradicciones y los experimentos de este individualismo deshumanizado que propugna el replanteamiento del hombre. El concepto de biopolítica, sus características y las aportaciones de la religión a esta disciplina y a la ética; el pluralismo moral de las sociedades actuales y lo que conlleva no tener una base común; los dilemas bioéticos en el diseño genético, la aplicación legislativa del biopoder y el debate público sobre la eugenesia, la eutanasia, la fecundación heteróloga, la clonación o las ventajas y desventajas de la manipulación de embriones.
Una variante del humanismo secular es el humanismo tecnófilo, que se orienta hacia lo posthumano y los transhumano. Entendiendo a las personas como individuos solamente físicos y por tanto relativizándolos, se busca gestionar los cuerpos como si fueran un producto, con la negativa consecuencia de vaciar de contenido al ser humano”.
En definitiva, aunque en ocasiones algunos argumentos filosóficos son muy conceptuales y por tanto pueden dificultar la compresión, en líneas generales se entiende perfectamente la explicación, lo que favorece que el libro esté abierto a un gran abanico de lectores. Por todo esto, si quieren conocer aún más la realidad en la que viven, si tienen curiosidad en saber el origen ideológico de los casos comentados al principio, si buscan comprender la deriva de la tecnología entendida como un fin y no como un medio, si quieren entender aún más algunos capítulos de la serie de televisión Black Mirror o la serie Westworld; si ya no recuerdan el significado de conceptos como persona, sexo, género, ser humano…; si quieren conocer las raíces, su actualidad y las consecuencias de estas ideas filosóficas-ideológicas, fusionadas con la técnica, en el hombre; si buscan entender el significado de conceptos como transhumanismo, biopoder, somatocracia o, entre otros, posthumano –que tan de moda se han puesto en la actualidad, aunque A. Huxley ya hablara de alguno de ellos –; si no tienen clara su opinión sobre la clonación, los vientres de alquiler o, entre otras cuestiones, la eutanasia, esta obra es una buena oportunidad para orientar sus inquietudes.
Arkangel es el título del segundo episodio de la cuarta temporada de Black Mirror, una de las series que forman parte ya de la mitología del momento. La producción la presentó la compañía Endemol como un producto “que se nutre de nuestro malestar por el mundo contemporáneo”. Refleja, con una alta factura de calidad audiovisual, las perplejidades y los dolores de un futuro inmediato en el que la tecnología que ya tenemos ha desarrollado todas sus potencialidades.
“Si una civilización superior alienígena nos mandara un mensaje diciendo, “Vamos a llegar en unas décadas”, ¿sólo contestaríamos “Vale, llamadnos cuando estéis aquí- os dejaremos las luces encendidas”? Seguramente no – pero eso es lo que está sucediendo más o menos con la inteligencia artificial. “(1)
Esas palabras no son las de un lunático sino las de Stephen Hawking firmando conjuntamente con otros científicos una columna en The Independent en 2014. La inteligencia artificial (IA) es, en la mente de muchos, un tema de ciencia ficción o en el mejor de los casos una etapa de un futuro muy lejano. A pesar de ello, las grandes empresas de Silicon Valley están ya invirtiendo millones de dólares en investigación sobre IA. Hace unos meses, Facebook ha abierto su centro internacional de investigación sobre inteligencia artificial en París y Google participa también en numerosos proyectos, hasta tal punto que financia su propia universidad denominada la Singularity University.
El transhumanismo, abreviado como H+, es un movimiento intelectual y cultural que muchos consideran una ideología peligrosa. La tesis inicial es prometedora: se trata de orientar la ciencia y la tecnología al objetivo de mejorar la condición humana. «Pero eso -dirán algunos- ¿no es siempre el objetivo de la ciencia?» Pues sí, pero debemos reconocer que, cuando nos ponemos a concretar, la cosa no resulta tan clara, ni siquiera entre transhumanistas. Entre sus fundadores encontramos a J. B. S. Haldane, partidario de la eugenesia, es decir, de organizar comités para decidir quién tiene o no derecho a vivir. Sigue leyendo
Ya está aquí la cuarta temporada de Black Mirror, la aclamada serie británica empeñada en plantearnos inquietantes reflexiones sobre el ser humano y la tecnología. El primer episodio, del que trataremos de extraer algunas ideas que consideramos interesantes, se titula “USS Callister”.
[A partir de aquí, comienzan los temidos spoilers]Sigue leyendo
El comportamiento autómata en la sociedad no es un fenómeno en absoluto contemporáneo. De todas las épocas emana una sociedad purista y bienpensante cuyos postulados ideológicos y doctrinas, son impuestos sobre el colectivo general blandiendo como única razón una supremacía moral e ideológica arraigada en los más profundos convencimientos adquiridos a través de la norma, la ignorancia y la costumbre.
Los totalitarismos ideológicos y espirituales, son intrínsecos a la condición humana en su forma más visceral, ya que unificar el pensamiento en una doctrina que aniquile la capacidad individual de discernimiento es la herramienta de conducción más antigua forjada por la mente. Sigue leyendo
En este vídeo, el buen Sam Harris nos propone que el “yo” es una ilusión, y nos invita a trascenderla, en una exhortación conmovedora que une su riguroso materialismo con algunas ideas de sabor claramente budista.
(Habíamos hecho ya notar, en dos artículos anteriores (1 y 2), el gap explicativo del materialismo neurocientífico, que a partir de la observación de cierta actividad cerebral, pretende ser la causa única y suficiente de la aparición de un “yo”, de una subjetividad, de una vida interior que, por su misma naturaleza, no es “observable” directamente por una persona distinta de la que la experimenta y, por tanto, queda fuera del alcance de las ciencias naturales. Éstas pueden establecer correlaciones entre nuestras vivencias subjetivas y su base material-neuronal, pero afirmar que esta base material es toda la realidad o su única causa es una tesis filosófica, no científica, y en todo caso no demostrada). Sigue leyendo
Hace un mes Rafael Pou escribió un artículo excelente sobre el transhumanismo. Hablaba de los replicantes de Blade Runner, de Siri, de cierto episodio de Black Mirror. Fue una reflexión que me dejó algo perplejo: por un lado, el análisis es magnífico; por otro, se trata de una perspectiva tan obvia que no me parece relevante.
¡Ojo! El tema es válido. El artículo también. Pero diseccionar ese aspecto del conjunto de la película, incluso de manera circunstancial, me parece una injusticia hacia una de las películas más meritorias de Ridley Scott. Que, tristemente, no es decir gran cosa. Sigue leyendo
En un añito, según parece, tendremos en nuestras pantallas Blade Runner 2049, la secuela de la peli de culto de Ridley Scott. La primera era una adaptación de la novela “Do Androids Dream of Electric Sheep?”, y nos lanzaba una pregunta: ¿sería posible fabricar androides “más humanos que los humanos”, como los replicantes de Tyrrell? Dicho en otras palabras: ¿llegará Siri algún dia a ser el mejor amigo del hombre? Sigue leyendo
Firefly y Battlestar Galáctica son dos series de TV, ¿o son dos naves espaciales? Firefly (Serenity) es una nave de carga, usada principalmente para el noble arte del contrabando. Galáctica es un crucero militar, una estrella de combate, el último bastión de una civilización acorralada y a punto de extinguirse. Ambas huyen. Ambas surcan el espacio infinito. Ambas explotan lo mejor de su género: la aventura y la epopeya. Sigue leyendo