Revista de actualidad, cultura y pensamiento

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España ante el diván

En España por

En estos momentos es necesario en España un partido, o un movimiento, o que los partidos se centren en la cuestión social y en la cuestión medioambiental, así como en el avance del municipalismo (sin abandonar la conciencia de que el mundo se ha globalizado). Esto es poner a la persona en el centro, y no al dinero, a las leyes, a los valores.

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El arte humano para sobrevivirse

En Pensamiento por

El ser humano es el animal con mayor capacidad de adaptación al medio“. Este dicho popular convence. Solo un científico se atrevería a refutarlo. El resto de los mortales pensamos en los esquimales de Siberia, en los bereberes del Sáhara, asentimos y seguimos a lo nuestro. Si aún le seguimos dando vueltas, la frase gana enteros al revisar el curriculum de una especie capaz de resistirse incluso a su propia amenaza. Obviemos la aseveración científica porque imagino que habrá alguna bacteria, parásito, insecto, o algún ser del inagotable espectro de la vida y sus formas que sea capaz de existir con una cantidad ínfima de oxígeno, bajo alta radiación o sometido a no sé qué tipo de rayo solar ultra-magenta. El caso es que posiblemente ninguno de ellos vea tan amenazada su existencia por su propia raza, por sus iguales.

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El acertijo de la España vacía

En España por
Pueblo ventana

La “España vacía“, fórmula acuñada por Sergio del Molino en la obra homónima, ha suscitado en nuestras sentimentales conciencias dos fenómenos íntimamente relacionados: la nostalgia del agro y la solemnidad periodística. Algo hay en dicha fórmula, y de ahí el irrebatible ingenio de su autor, que convoca emociones profundas de nuestra memoria colectiva, de lo que creemos haber sido, de lo que imaginamos que somos y del presagio que ambas certidumbres nos imponen como un acertijo sin resolver.

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El pesimismo de la igualdad

En Asuntos sociales por

Alexis de Tocqueville señalaba, en su clásico La democracia en América, que la igualdad no se vincula necesariamente con la felicidad. Al respecto, le llamó poderosamente la atención cómo el estadounidense medio vivía angustiado precisamente por aquello que debía contribuir a su felicidad.

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Un cambio tremendo se aproxima

En Cultura política por

Un cambio tremendo se aproxima y pocos se están preparando. Al contrario, ni tan siquiera somos conscientes de vivir en el filo de una navaja. Como relata Stefan Zweig a propósito del estado mental momentos antes de la Gran Guerra (El mundo de ayer): “Si busco una fórmula práctica para definir la época antes de la I Guerra Mundial, confío en haber encontrado la más concisa al decir que fue la edad de oro de la seguridad… El propio Estado parecía la garantía suprema de esa estabilidad”.

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Cafarnaúm: lo horrible de la vida o todo lo contrario

En Cine por

Nadine Labaki (Caramel, Et mainteinant, on va oú?) firma esta sinfonía de imágenes e historias extraordinarias.

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La escritura

En Viñetas por

Decía Camilo José Cela que “la más noble función de un escritor es dar testimonio, como acta notarial y como fiel cronista, del tiempo que le ha tocado vivir”. La del periodista -con mayor rigurosidad-, va por estar línea. ¿Qué está pasando, entonces? ¿Por qué se lee menos?

Un tesoro entre harapos

En Asuntos sociales por

Comenzábamos un artículo anterior a este evocando una escena que Saint-Exupéry describe en Carta a un rehén: la de los refugiados franceses huyendo de la invasión germánica y prestos a partir hacia Estados Unidos desde el puerto de Lisboa.

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O la familia o un máster para aprender a mascar chicle

En Asuntos sociales por

Es curioso cómo puede ser tan mal utilizado un producto tan cotidiano y común. En el autobús, en la oficina, en la biblioteca, en la consulta del médico… Su pequeño tamaño y facilidad de transporte, la sencillez de su mecanismo de acción, la posibilidad de poder usarlo y seguir teniendo las manos libres para realizar cualquier otra actividad o su efecto refrescante cuando se ha olvidado el cepillo de dientes, son algunas de las características que vuelven tan popular al chicle.

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En defensa de las zonas de confort

En Asuntos sociales/No sabría decirte por

El otro día presencié una escena un tanto dantesca mientras caminaba por la calle. Un chico discutía por el móvil con su padre, aparentemente le acababan de despedir por haber llegado tarde varias veces, o eso entendí. El chaval apenas podía sostener su enorme móvil en la oreja con todas las bolsas de ropa y regalos que llevaba colgando de las muñecas. Llevaba una camiseta en la podía leerse “Magic happens outside of your confort zone” y no paraba de chillar a su preocupado interlocutor frases de reverso de caja de cereales, como “Pufff…voy a lograr todo lo que me proponga” o un doloroso “No tienes ni idea papá, yo tengo mentalidad ganadora, cosa que tú no.” Aquella persona me pareció una broma andante, de esas que la vida nos manda, con moraleja incluida, de vez en cuando para aquellos que nunca dejamos de escudriñar la realidad.

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Periodistas, ¿parte del problema?

En Periodismo por

Decía Enrique Meneses que el periodista ha de entender su oficio como el de un aventurero. Ante cada obstáculo, cada revés del destino, se le presenta la oportunidad de probar su valentía, su raza.  Y puede que en  algunas honrosas ocasiones, cuando se haya metido tan hasta el fondo con un tema en el que los actores implicados tengan que emplear el soborno o manipulación para acallar su historia, se den las circunstancias para sacar a la luz su calado moral; ese que se aprendía más en las meriendas con Nocilla que en las cañas de la facultad.

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Andrea Barone o el “like” que le costó la vida

En Asuntos sociales por

Andrea Barone quería existir. En lo alto del centro comercial Sarca de Sesto San Giovanni buscaba la enésima fotografía que colgar en Instagram diciendo al mundo entero que su vida valía la pena. Es difícil saber qué pensaba o sentía realmente, pero hay deseos y emociones que te llevan a bajar la guardia, a pensar que la realidad se someterá a tu voluntad de poder, a tu necesidad de existir.

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Microrrelatos para la sociedad que no lee

En Literatura por

— El microrrelato surge como el último reducto para una sociedad que no lee, llena de urgencias, obsesiones, prisas y reducciones
— Con “Por favor, sea breve” revivirá en cuatro líneas un golpe de Estado, leerá la peculiar esquela de un ave Fénix y reflexionará sobre el miedo, la libertad, la muerte, el viaje, la felicidad o la soledad

A principios del siglo pasado, uno de nuestros escritores más queridos,  Juan Ramón Jiménez, predijo en su obra Cuentos largos la deriva de la literatura hacia la minificción en las siguientes décadas: «¡Cuentos largos! ¡Tan largos! ¡Ay, el día en que los hombres sepamos todos agrandar una chispa hasta el sol! (…), el día en que nos demos cuenta de que nada tiene tamaño, y que, por lo tanto, basta lo suficiente; el día que comprendamos que nada vale por sus dimensiones (…) y que un libro puede reducirse a la mano de una hormiga porque puede amplificarlo la idea y hacerlo universo».

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¿Es necesario ponerse “ciego” para ser un artista?

En Democultura por

Existe cierto mantra occidental, cierta idea preconcebida cuyo origen es difícilmente localizable, que asocia a los artistas y las cogorzas de manual como un binomio indisoluble.

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El arte de educar según Franco Nembrini

En Educación por

La educación “es un acto de misericordia, un gran perdón continuo”. Con estas provocadoras palabras Franco Nembrini, profesor italiano de Literatura e Historia en la enseñanza media, y autor de diversos ensayos sobre Dante y la Divina Comedia, ilumina la difícil tarea del educador en este ameno y reconfortante “manual” educativo. Fruto de la recopilación de diversas charlas, encuentros y conferencias con familias y profesores, el profesor Nembrini huye de abstracciones educativas y habla desde su experiencia personal como hijo, alumno, padre y profesor.  En los diversos capítulos se percibe la influencia del libro “Educar es un riesgo” de Luigi Giussani al que Franco Nembrini considera un referente.

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Me desnudo por tu corazón. Desmontando Instagram (I)

En Distopía por

No, no se trata de una novela erótica dando vueltas en un carrusel de gasolinera. Tampoco es una canción – o eso creo- de Álex Ubago o Pablo Alborán.  Es, simplemente, la mecánica con la que influencers, actrices, modelos y los/las populares de clase celebran haber sobrepasado sus metas de seguidores en Instagram.

Ya sean 1.000, 10.000, 100.000 o el dorado del facing: 1.000.000 de avatares con apéndice en la vida real. Si se alcanza el objetivo, la ropa va fuera.

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Esta tendencia arrancó de la mano del famoseo de turno y poco a poco fue permeando en los distintos estratos del smartphone. Aquí vendría la lista de celebridades que recoge a Demi Rose, la Pedroche, Edurne, Paco León u Octavi Pujades. Las/los que ya se desnudaban por dinero o salían en el papel couché portando aquel sobretodo, aquel tanga que justificaba al menos tres apariciones en prime time o un bikini de pasarela que jamás ha catado la arena y colillas de Benidorm, empezaron a hacerlo, con cierta apariencia de gratuidad, en su perfil social.  Las marcas se frotaron las manos cuando Instagram se ubicó entre las redes sociales más utilizadas por lo usuarios. Acababan de descubrir una forma de diseminar y posicionar su producto de forma más o menos encubierta en miles de perfiles de toda índole; ya fuera la última nominada al Óscar o el exuberante tiarrón de Carabanchel. La entrada en vigor de la Ley de Servicios de la Sociedad de la Información y del Comercio Electrónico (LSSI), que fuerza a los influencers a informar a sus seguidores cuando se trata de una imagen patrocinada, fue un terrible varapalo para aquellos que habían encontrado en su carcasa muscular una forma de llenar el buche y recorrer el mundo por la patilla a través de los filtros de su pantalla.  

Sin embargo, las trabas del estado opresor del libre mercado, no les amedrentaron para perseverar en su camino hacia “la cifra”.

Preparando el asalto “a la cifra”. Primero, la imagen

¿Cómo lo podremos conseguir? ¿cómo haremos para aumentar nuestro caché y empezar a decir a todo el mundo que tal marca se ha fijado en nosotros para portar sus vainas? ¿cuándo podré confirmar que soy un chico/chica valla? 

Cuando un instagramer -sin importar lo colgante del género- está rondando las inmediaciones de “la cifra”, es probable que empiece a generar, con más o menos tino, una campaña de expectativa -lo que los publicistas llaman “teaser”- para dar a entender lo que ocurrirá cuando,”juntos” (siempre el plural mayestático para los que enarbolan y viven de la individualidad absoluta), lleguemos a la cima del postureo.

El momento tan esperado, la redondez de las vanidades, se prepara de muy distinta forma. Si ya se lleva un recorrido en esto del ser visto y juzgado, tu agencia te pondrá un fotógrafo profesional delante, alquilará un pequeño estudio, te acostará entre algodones con un ventilador salvaje que cabalgue tu indómita cabellera y jugará con distintas ópticas y distintas capas de ropa para pegarle un buen subidón a tu cuenta de followers.

✨✨ 1 MILLION ✨✨ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ #LoveYouAll #HappyHappy

Una publicación compartida de Edurne (@edurnity) el

Si por el contrario todavía no se ha conseguido la mercantilización total de tu cuerpo, tocará, poco a poco, posado a posado, ir acercándose al objetivo deseado. Entonces, al no disponer de los fondos para una sesión más cuidada, se apostará por expandir la amortización de las vacaciones familiares y en cualquier poto, macetón de Aloe Vera o palmera indiana, tus nalgas romperán la barrera de seguidores. 

Verano del amor

Una publicación compartida de María Araújo (@marriet92) el

¡Ojo! No desmerezcamos este cambio de atrezzo y localización. Supone un salto cualitativo (y estético) importante. Salir a buscar localizaciones con las que alcanzar “la cifra” es salir de los cuartos desordenados, de los espejos del baño del hotel o de las propuestas igual de exóticas como estúpidas de enseñar las mamas antes de una “presumible” comilona.   

Después, el texto y el manejo de “seguidos”

Sin embargo, no todo va a ser la imagen. Queda un veinte por ciento que cubrir para conseguir romper “la cifra”. Esto significa llenar ese aburrido pero indispensable hueco que pone “texto”.

Aquí tenemos multitud de posibilidades. Están los que prefieren los emojis para acompañar sus contorsiones, los parcos en frases completas, los poetas de saldo, los que roban citas literarias, los/las que sacan frases de su propia cosecha. A mi modo de ver, son los más valientes pues se exponen con sus anacolutos a que haya algún académico ocioso dispuesto a tirarle de las orejas. También están los instagramers que tiran de retahíla cabalística de hashtags para disparar a todo bicho viviente que more por la red social en ese momento. Si eres de estos, saca tus genitales a la palestra. Nada pone más a tono tu cuenta que tener imágenes “censuradas” con dos cáctus dónde debería haber dos pezones. Eso y el mantra #freethenipple seguro que te proporcionan un buen puñado de followers sedientos de travesuras.

Resueltas las primeras imágenes del feed, toca manejar adecuadamente la bolsa de seguidos. Los gestores de comunidad te dirán que al principio conviene usar una estrategia balanceada entre los que te siguen y sigues pero si por algún casual das un pelotazo y sales en una foto, aunque sea de refilón, con alguien de la vanité, deberías despedir a tus amigos del colegio y la universidad y quedarte con aquellos que te puedan aupar a “la cifra”. Para ello, hay que establecer la máxima del “sígueme” sin reprocidad. Hay que ponerse un objetivo de corazones a la semana y hay que ajustar adecuadamente la política de privacidad para ver quién se puede asomar a las distintas parcelas de tu personalidad.  Cuantos más sean los desconocidos que se arrimen a tus bronceados insuperables, más posibilidades tendrás de ir abriéndote hueco hacia tu objetivo. 

Sigue estos pasos y tu dicha, al fin, será completa durante unos segundos. Hasta que aparezca el nuevo reto, “la nueva cifra”, a la que hincarle el diente. Entonces, límpiate el champán que quede en la comisura de los labios y lánzate a buscar una nueva perspectiva de tu vientre plano.

Las consecuencias de los narcisos y narcisas

Este exabrupto no solo ha querido reflejar lo que ocurre cuando dejamos nuestro cuerpo a la intemperie. También existe una vulnerabilidad, no tan manifiesta pero sí palpable a medio plazo, cuando se deja en cueros nuestros ámbitos de relación y los lugares que han tenido una significación en nuestra vida. Nadie en Instagram plasma por voluntad propia sus malos momentos. Siempre está el colorín y la purpurina en un recuerdo edulcorado de lo que alguna vez fue una experiencia. Lo que antes quedaba para el archivo de la memoria o en una fotografía enigmática que explicaba su significado a un grupo reducido de personas y era, por decirlo de alguna manera, el tótem de un momento, es ahora una ventana abierta para que cualquiera pueda verlo y manosearlo. La intimidad, el secreto, han quedado postrados ante lo noticiable. El “yo he sido allí” ha quedado bajo el “yo he estado allí”.

Esa calita secreta en la Costa del Sol, aquella gruta donde ocurrió la primera sensación de éxtasis, los boquerones más sabrosos que te habían sido confiados por dos generaciones de familiares que deseaban que ese chiringuito no saliese en ningún lado para que no estuviera saturado en verano.

Ahora todo está escrito y fotografiado. Y si no, es que no has tenido verano. Lo que es, en nuestros tiempos raros, como no tener una vida “realmente plena”. O sea, estar fuera de juego. O sea, no existir. 

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El consenso político, ¿valor o disvalor?

En Cultura política/Pensamiento por

Una de las características aparentes del pensamiento posmoderno en relación al tema de los valores es la aparente negación de éstos, o al menos de su validez universal.

Decimos aparente porque en realidad los valores, como predican algunos de la materia, ni se crean ni se destruyen, solo se transforman, aunque sea en disvalores. Y es que no puede haber teoría alguna, ni ausencia de ésta, sin referentes que pretendan llegar a ser comunmente aceptados, del mismo modo que, respecto de la religión, nos anunció Chesterton que la descreencia en Dios deriva en creencia en “cualquier cosa”. En realidad nuestro mundo precisa, como cualquier otro, de los tan manidos valores, y de hecho tira de ellos, adaptándolos a los usos y maneras que al momento convienen. Sigue leyendo

La viralidad como fenómeno de masas

En Filosofía/Pensamiento por
La viralidad actúa como estrategia de control sobre las masas.

Fernando Pessoa consideraba que todo el conocimiento se basaba en una herramienta teórica de nuestra mente racional: la analogía (Del primer Fausto, 1908-1933). Una analogía es una forma de argumentación inductiva (se parte de lo particular para trasladar lo general) en la que se comparan y se relacionan estrechamente conceptos con características similares. Ésta es la herramienta psicológica que produce más conocimiento falaz, nos hace creer, por ejemplo, que dada la repetición de un caso podemos extrapolar su consecución en todo caso.

En la psicología popular, a pie de calle, se hace de la manera más capciosa posible: no se implementan reglas bien definidas como en el método científico. Esta forma de interpretar la realidad está sujeta siempre a la tendencia que tenemos a la comparación, dado que estamos sometidos como humanos a pensar en base a la experiencia por contraste que tenemos de las cosas. Sigue leyendo

Una sociedad automática

En Asuntos sociales por

El comportamiento autómata en la sociedad no es un fenómeno en absoluto contemporáneo. De todas las épocas emana una sociedad purista y bienpensante cuyos postulados ideológicos y doctrinas, son impuestos sobre el colectivo general blandiendo como única razón una supremacía moral e ideológica arraigada en los más profundos convencimientos adquiridos a través de la norma, la ignorancia y la costumbre.

Los totalitarismos ideológicos y espirituales, son intrínsecos a la condición humana en su forma más visceral, ya que unificar el pensamiento en una doctrina que aniquile la capacidad individual de discernimiento es la herramienta de conducción más antigua forjada por la mente. Sigue leyendo

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