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Religion

El Séptimo Sello: el silencio de Dios y la existencia en Ingmar Bergman

En Cine/Democultura/Religión por

A poca distancia de Estocolmo, en la misma región de Uppland, se encuentra una pequeña iglesia perteneciente a la comuna de Täby, edificada alrededor de mediados del siglo XIII. Esta iglesia es célebre porque en el techo se hallan las pinturas de Albertus Pictor (también conocido como Albert Målare o Albrekt Pärlstickare), realizadas durante la década de 1480, y entre las cuales se encuentra una muy particular, que muestra una partida de ajedrez entre un hombre y la muerte. Se dice que esta pintura, tan cargada de simbolismo, fue la inspiración de Ingmar Bergman para una de las cintas cinematográficas clave del siglo XX: El Séptimo Sello. Sigue leyendo

Una vida oculta: la muerte como entrega total

En Cine por

Terrence Malick ha insistido siempre en la sobreabundancia y la desproporción. Si en El árbol de la vida todo giraba en torno a la muerte de un hijo, donde pasado, presente y futuro se entremezclaban para ofrecernos una joya acerca de la vida y del misterio de la muerte en diálogo continuo con el infinito, en Vida oculta la muerte se presenta como colofón, como la entrega total que es el martirio. En definitiva, como verdadero don. Acogido, aceptado y triunfante.

El martirio es también una desproporción. ¡Pero qué absurdo! Nadie se va a enterar. Son solo palabras. Puedes jurar una cosa y pensar lo contrario. ¡A Dios no le importa lo que digas, solo lo que hay en tu corazón! ¿No ves lo inútil que es todo esto? ¿A qué criterio obedece? Tienes una mujer preciosa, una madre que te quiere y tres hijas maravillosas. No haces ningún bien a nadie. A nadie. ¿Para qué todo esto? Pero Franz mira a su esposa y dice: «¿tú lo entiendes?» Comienza a sonar el Agnus Dei… Su respuesta no es sí o no. Es te quiero, y estoy contigo pase lo que pase, siempre. Entonces, una extraña y alegre serenidad se apodera de Franz, que comienza a llorar. Haz lo correcto, dice ella. E inmediatamente Malick nos vuelve a mostrar su habitación, los pies de la niña pisoteando el vientre de la cuna.

En la película se insiste en el lecho del matrimonio una y otra vez. Sus sabanas, sus cojines, sus muebles. Se insiste en la casa. La casa, el vínculo, el amor, la tierra, las manos sucias, y siempre las montañas, la fronda y el cielo, como una espectacular, majestuosa y amable presencia. Es palpable como la naturaleza no se presenta como el telón de fondo de un idilio bucólico, sino como don precioso que manifiesta el señorío del Padre sobre la creación y de la criatura sobre su dominio, el suyo, el que le ha sido dado, en mitad de las montañas, de sus montañas, de su tierra.

Todo espacio está presidido por el mismo Cristo o su Madre. Nuestra mirada no puede obviar el Cristo colgado en la esquina del bar, donde se celebra la fiesta, se danza y canta y bebe, y es que, como dice Pieper, «Sólo un trabajo lleno de sentido puede ser suelo sobre el que prospere la fiesta» (pues viven de la misma raíz).

Son días que bastan porque la vida no puede ensancharse más en el amor: familia, trabajo, pueblo, culto. Hacen lo que deben hacer y así lo aman. Hasta que la comunidad política se pierde, y lo hace desde el mismo momento en que se adhiere a consignas y eslóganes. La película abre con las imágenes de El triunfo de la voluntad de Riefenstahl mientras el coro de Handel canta: «Israel vio la mano potente que mostró Yahvé para con Egipto, y el pueblo temió a Yahvé, y creyó en Yahvé y en Moisés, su siervo». Es la claudicación de la conciencia por la nueva conciencia nacionalista, es decir, romántica, mediante lo que Canals Vidal refería como «sublimación del resentimiento».

Ahora solo nos queda recordar los tiempos mejores, se dice. La memoria, es decir, la esperanza. El patrimonio de vida acumulado en el tiempo. Y es aquí, en el desierto, cuando el amigo evoca el Gorgias de Platón: es mejor padecer una injusticia que cometerla.

No hay un ápice de reserva del amor. Las muestras de afecto son constantes. La vida se derrama en los gestos. Todo anuncia el destino de cuerpo y alma: la gloria. Reservada para aquel que en un determinado momento ha sabido decir no. Para aquel que ha afirmado su fe negándose a sí mismo. Porque en Vida oculta se proclama lo mismo que se proclamaba en El árbol de la vida y es aquello que, como señalaba Juan Manuel de Prada, se ha dejado de proclamar en los púlpitos: «que Dios es Señor de la Historia –Alfa y Omega– […] que el misterio del sufrimiento humano sólo es plenamente comprensible si se espera la resurrección de la carne»; que «hemos salido del Padre y volveremos al Padre».

Vida oculta es una celebración constante de la Encarnación. Ese cuerpo desnudo y moribundo de Cristo que preside los espacios, los cuerpos que no pueden dejar de expresar lo que se aman. Cuerpos que trabajan, que rezan, que se entregan, que se echan al suelo y se abrazan y se manchan. No hay rastro de puritanismo. Son campesinos que viven la Encarnación con la sencillez de los pastores de Belén. Es apasionante la insistencia de Malick en lo carnal: los besos (los más verdaderos que he visto en el cine), las caricias, lo abrazos, las manos, las piernas. El amor, como los ríos y el agua que no puede dejar de mostrarnos; agua que surca la tierra y da vida. Es un no parar. Es la obsesión del que no puede dejar de insistir una y otra vez en comunicar lo que ha descubierto como fundamental.

Me sorprendió uno de los primeros planos, que nos mostraba el interior de una cubierta a dos aguas, hecha de vigas de madera. Un plano fugaz. La casa, el techo, los muebles, la cuna, la cama. Dice Fabrice Hadjadj en su Via Crucis:

«Al inicio, Dios plantó árboles para que el hombre y la mujer los cultivaran, cogieran sus frutos e incluso los imitaran, ya que ‘fructificad’ (Gén 1,22) es el primer mandato de Dios al hombre. Y la construcción de madera servirá también para acoger esta fructificación humana: en el hebreo bíblico, ‘tener una posteridad’ y ‘construir una casa’ se dicen con las mismas palabras. El Verbo sabe del tema, ya que se hizo carpintero. Le gusta la madera. Ha llevado vigas para construir casas. Pero he aquí que sobre sus hombros, la madera de fecundidad y de hospitalidad se ha convertido en madera de expulsión y crimen. Ya no se trata de la vigueta que llevaba ligeramente para hacer un techo: es la traviesa mal adaptada, que grava todo su peso sobre su nuca y cuyas astillas se clavan en sus manos».

Y las campanas, siempre las campanas, resonando en el valle. El templo que se eleva sobre la tierra y en cuyo seno se actualiza cada día la muerte y la resurrección. Campanas que anuncian el triunfo. No de la voluntad ni de la autonomía. Franz dice: yo te quiero, esposa mía, y por eso camino hacia la muerte. Solo queda la fidelidad. Llegará un día en que entendamos; en que lo oculto se desvelará y, por fin, conoceremos el sentido de todo. Una hora en que no habrá misterios.

Sobre la etimología de Apocalipsis, fin −destino y término− de los tiempos, dice Castellani: «[Apocalipsis:]Revelación. Literalmente, desde-lo-oculto, del verbo griego kalypto: cubrir, velar, ocultar; y la preposición apó, intraducible en castellano exactamente; como si dijéramos des-en-velar, desenvelación.»

Porque estas fieles vidas ocultas resucitarán de las tumbas que nadie visita para gozar de la eterna dicha a la que están llamadas.

Vida oculta es una oración que recorre los valles y las simas del alma y deja en carne viva las grandes cuestiones del hombre. Es un dialogo entre la criatura y el Creador, de vocación eterna. Mediante una experiencia verdaderamente espectacular, un himno de alabanza apoteósico, nos purifica y nos redirige el paso hacia la vida a la que hemos sido convocados, culminando con el misterio del martirio, «el supremo testimonio de la verdad de la fe». Es la película que necesita nuestro tiempo.

Breve ensayo sobre el dolor

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¿Por qué sufrimos? ¿Por qué el dolor en sus múltiples y desgarradoras manifestaciones? Enfermedad, desamor, sueños rotos, desesperanza, tristeza, sentimiento de culpa, guerras, desastres naturales, sufrimiento de los inocentes… ¿Será Dios un malvado que se complace en el sufrimiento? ¿Es el dolor el gran argumento del ateísmo? Para el teólogo alemán Gisbert Greshake (1933-) eludir estas preguntas significaría renunciar a una “fe razonable” y es que una fe que se vuelve “irracional” siempre degenera en ideología e imposición hacia el otro. En este breve ensayo Greshake nos propone vías de integración y transformación del dolor.

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Iglesia y política en la era Francisco [Parte III]: a la búsqueda de la legitimidad perdida

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Papa Francisco

Parece fuera de dudas que esta llamada papal a un nivel superior de compromiso político obedece a la voluntad de revertir la declinación de la influencia y la presencia de Iglesia en el mundo actual.

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Etty Hillesum, el cielo en el Holocausto

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Esther (Etty) Hillesum, murió el 30 de noviembre de 1953 en Auschwitz, a los 29 años de edad. Durante  los  tres  últimos,  escribió  un  diario  en  el  que  relató  su  conversión al catolicismo y su camino espiritual durante el Holocausto.

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De corazón a corazón

En Religión por
Pasión de Cristo

Los románticos alemanes del siglo XIX utilizaban el término Weltschmerz para referirse al dolor del mundo. Era un dolor cargado de insatisfacción, de incomodidad, de sufrimiento. Un dolor de época que aprisionaba la razón de nuestras sinrazones.

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De las llamas a la luz

En Religión por

15 de abril de 2019, Lunes Santo, observo con el corazón encogido las llamas que devoran la bellísima Notre Dame de París, todo un símbolo y testigo de siglos de la fe del pueblo europeo. Sigo atenta la información, los numerosos comentarios que se difunden por redes sociales, medios, etc. Un poco más tarde, en una conversación con una amiga de toda la vida, me recuerda que este mismo día se cumplen veintinueve años de nuestro bautizo. Me emociono por la gratitud al pensar que es un momento para celebrar, pues desde entonces ambas formamos parte como hijas de este pueblo vivo que es la Iglesia y las dos somos testigos de que pertenecer a este cuerpo nos ha salvado de las llamas de distintos fuegos en nuestra vida.

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Iglesia y politíca en la era Francisco [Parte II]: el fin del mundo como banco de pruebas

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Papa Francisco Obama

En el artículo anterior, a partir de la naturaleza política de la Iglesia y la cesura que existe -al menos desde los tiempos de la hegemonía liberal-democrática- entre su praxis política institucional y su discurso apolítico (o no-político), se señalaban variaciones notables en este sentido en la prédica del Papa Francisco, cuyo alcance y trascendencia son todavía difíciles de apreciar. Para ilustrar los efectos que podría tener esta nueva orientación de la Iglesia se mencionaron algunos fenómenos que parecen obedecer a ella.

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François Ozon: “Perdí la fe muy joven por falta de coherencia entre los Evangelios y la Iglesia”

En Entrevistas por

Tras ganar el Gran Premio del Jurado en el Festival de Berlín, la película ‘Gracias a Dios‘ de François Ozon llega a las salas españolas el próximo 18 de abril. Lo hará no sin levantar ciertas asperezas en el seno de la iglesia gala y provocando la movilización del público – creyente y no-, cuya afluencia ya supera las 900.000 barbas en las salas de cine durante las últimas siete semanas.

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Iglesia y política en la era Francisco [Parte I]: la ruptura entre discurso y praxis

En Religión por
Papa Francisco I

A pesar de que -como señalara acertadamente Hannah Arendt– desde su misma aparición el Cristianismo supusiera un desafío al poder constituido, se erigiera en una identidad disruptiva de la esfera pública en general y de la política en particular, la Iglesia siempre hizo, hace y hará política. Política interna y externa.

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A la caza del voto católico

En España por

Los obipos norteamericanos saben por experiencia que los católicos de ese país no son un bloque homogéneo. También lo saben los españoles. En noviembre de 2007, los norteamericanos publicaron un documento que alejaba la cuestión de las actitudes maximalistas y de las minimalistas. Los obispos afirmaban que “no decimos a los católicos cómo votar”, pero “como católicos, deberíamos guiarnos más por nuestras convicciones morales que por nuestra inclinación por un partido político o grupo de interés”.

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500 años de la Reforma Protestante: la disputa teológica que cambió el mundo

En Pensamiento/Religión por

Martín Lutero clavando en la puerta de una iglesia en Wittenberg las 95 tesis que cambiarían la historia de Occidente. Aunque esta imagen la tenemos todos muy presente, no está claro que haya ocurrido realmente. El simbólico gesto que daría inicio a la Reforma Protestante puede no ser más que una expresiva ficción.

De lo que no hay duda alguna, es que en el 2017 se cumplirán 500 años desde que Lutero escribiera las famosas tesis (aunque él no las llamaría así) y las enviase al arzobispo de su diócesis, iniciando una polémica teológica cuyo desenlace sería imprevisto para todos.

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