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Childish Gambino, Adidas y la apropiación cultural

En Publicidad por

Puede decirse que Donald Glover, más conocido como Childish Gambino, es uno de los tipos del momento. La ínclita marca alemana en su versión de vestir, Adidas Originals, ha hecho del actor y cantante su bandera más preciada. Aprovechando el lanzamiento del nuevo mediometraje de Amazon “Guava Island”, que el propio Glover ha escrito y protagonizado junto a -¡oh, dios mío!- Rihanna, la multinacional alemana acaba de lanzar la línea bautizada como “Donald Glover presents” en la cual, cuando se escribió este artículo, mostraba tres modelos de zapatillas, en palabra de la propia marca, “con aspecto envejecido como símbolo de las experiencias de la vida”. El lanzamiento se ha fechado para el 26 de abril y, para anunciarlo, han sacado en redes una serie de vídeos cortos escritos y protagonizados por el propio Glover que dan a entender la filosofía de la nueva línea.

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En Asuntos sociales/Economía por

Cuando el 11 de Septiembre de 2001 colapsaron las torres gemelas, asistíamos, bajo los efectos de un impresionante shock colectivo, a la macabra representación que simbolizaba el final de una era. Con ellas, se derrumbaba en aquel instante y sin darnos cuenta, todo un sistema político-social que había funcionado, no sin algunos altibajos, desde el fin de la segunda guerra mundial. Un modelo de pensamiento psicosocial y convivencia que había durado aproximadamente unos cincuenta años y que tanto había costado levantar sobre una Europa llena de cadáveres y tierra quemada.

Con el punto final a aquella guerra, y con su recuerdo vivo y perpetuo en todas las generaciones que la vivieron, todos los mecanismos políticos, institucionales, mercantiles, administrativos y sociales, se pusieron al servicio de una paz que debía amortiguar seis años atroces los cuales habían esquilmado a una sociedad cansada y afligida por tanta violencia, penuria y devastación. Sigue leyendo

El mandamiento cero: «Escucha, Israel»

En Dialogical Creativity por

Foto: Álvaro Abellán-García Barrio, 2012.

Sobre la escucha se ha escrito desde el principio de los tiempos. Sin embargo, la tradición nos ha legado pocas palabras. Importantes, pero pocas. Como estas de Pitágoras: «El silencio es la primera piedra del templo de la sabiduría». O las primeras palabras de la Regla de San Benito: «Escucha, hermano…» Seguramente no era necesario decir más porque escuchar era algo que el hombre antiguo hacía más o menos habitualmente. O quizá lo hacía poco, pero muy intensamente, pues era un privilegio tener la posibilidad de dedicarse sólo a escuchar. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, la escucha se ha vuelto un asunto problemático.

El primer monográfico dedicado al tema -aunque sea indirectamente- del que tengo constancia es El arte de callar, del abate Dinouart. Lo escribe en tiempos revueltos: cuando la imprenta permite la proliferación de cientos de libros y la burguesía encuentra placer –y negocio– en la lectura. Sin esos factores, gran cantidad de libros no se hubieran escrito o no se hubieran difundido, pues las dificultades previas a la aparición de la imprenta hacía que sólo las mejores obras merecieran el esfuerzo de ser dictadas y copiadas por los monjes. Sigue leyendo

Por qué amo la publicidad

En Asuntos sociales por

La gente de la publicidad, salvo excepciones, ya no habla de seducir, enamorar, ni siquiera de convencer. En la literatura profesional, sean artículos, blogs o master class, solo se encuentran referencias al ranking de posicionamiento SEO, la analítica, el smart data o los cpi. Años atrás los parámetros totémicos eran los GRPs, las OTS o los CPM. Ni unos ni otros son cosas que enamoren a quienes viven la publicidad.

Hace un par de noches vi una película de la que, en mi ignorancia, no tenía noticia: Belleza Oculta. Me conmovió la primera secuencia, el discurso de Will Smith a sus empleados de la agencia de publicidad. ¿Cuál es vuestro por qué?

 

Vuestro por qué. El tuyo, el mío, el nuestro… ¿Qué nos mueve a levantarnos cada día? ¿Qué inspira nuestros deseos o se esconde bajo nuestros temores?

Amor. Tiempo. Muerte. Las claves que conectan a todos los seres humanos del planeta, en palabras de Howard Inlet.

Poco ha cambiado en el fondo del corazón y la mente del hombre desde que éste adquirió inteligencia simbólica. Las grandes ansias y los grandes temores. Poco ha cambiado en ti y en mí y en quienes son “el otro” en nuestra comunicación. Tan sólo que usualmente no empleamos palabras tan estremecedoras, sino expresiones más cotidianas como “quiero ser querido”, “quiero ser admirado”, “quiero ser respetado”, “quiero tener a quien querer” … pero puede que me baste tener “algo a lo que querer”.

Las mociones universales del ser humano, las íntimas perplejidades de mi hija adolescente.

La publicidad, como toda comunicación digna de este nombre, es una conexión persona a persona. Amor. Tiempo. Muerte. Conocer lo que nos mueve, acariciar los resortes eternos del alma. Escuchar. Mirar a los ojos y encontrar el eco de nuestra misma mirada.

Esta cercanía, esta comunidad con el Otro, es lo que me ha enseñado la Publicidad. ¿Por qué te extraña que ame la publicidad?

Antropología existencial: la publicidad

En Pensamiento/Publicidad por

Los perros no ven publicidad. Y si por un imposible pudiéramos ofrecérsela, el catálogo de ofertas sería deprimentemente reducido. ¿Qué les podríamos ofrecer? ¿Más comida? Y, ¿de verdad les motivaría tanto si les dijéramos que va a ser más sabrosa, o que viene con Omega 3?

Y es que decía Santo Tomás, con esa biología primitiva pero no carente de sentido común, que los animales actúan motivados siempre y sólo por dos cosas: “cibum et coitum”. (Los poco duchos en latín quizá agradezcan el dato de que “cibum” quiere decir comida). Un manojo de instintos simples y primarios, que, una vez satisfechos, se adormecen hasta que el organismo vuelva a necesitarlos para servir a su supervivencia y al de la especie.

No sucede así con el hombre, y los anuncios de la tele de estos últimos días son la mejor muestra de ello. Porque la publicidad no nos vende comida, vestidos, coches, detergentes. Nunca lo ha hecho. Nuestra necesidad de todas esas cosas, es, en realidad, muy limitada. Las necesidades del cuerpo son muy limitadas. No así las del espíritu.

¿Espíritu?

La publicidad no te vende “cosas”. Ninguna necesidad física de vestido, refugio o comida puede explicar el furor de los hombres por un Rolex o por el último iPhone, y dudamos de que el olor sea tan determinante para decidir a una mujer a comprarse un perfume Chanel nº 5. Cuando compramos, muy a menudo no estamos comprando objetos materiales, sino los valores (“espirituales”, trans-materiales) que el publicista asocia a su producto. Estamos comprando un billete de entrada en el maravilloso mundo Disney que nos promete el anuncio.

Parece que el aburrimiento existencial de los hijos se cura con un huevo kinder

Así es. La publicidad no vende cosas: dibuja un Paraíso. Despliega un glamuroso mundo ficticio, lleno de empresarios triunfadores e individualistas con cochazos lujosos y mujeres despampanantes; repleto de jóvenes rebeldes con ropa cara que distribuyen su tiempo entre fiestas frenéticas rociadas de Heineken, amores apasionados y fugaces bendecidos por Axe y cruceros por el Caribe patrocinados por Malibú. Las mujeres encuentran en L’Oreal la seguridad personal que buscaban, y el aburrimiento existencial de los hijos se cura con un huevo kinder o con algún subproducto de Toys’r’us. Un mundo en el que no podemos (todavía) detener el tiempo o vencer a la muerte, pero en el que, para todo lo demás, puedes contar con Mastercard. El proceso de secularización de la esperanza, iniciado con la Ilustración y continuado con las grandes ideologías del siglo XX, ha concluido en un consumismo frenético que trata de saciar el espíritu a golpe de talonario. Todo lo cual viene a ser una interesante de la confirmación de la teoría de Jean Guitton, para el que el hombre es un ser que materializa, cosifica lo divino (idolatrías, visión de Dios como curandero y tapa-agujeros que arregla mis problemas) y diviniza lo material (así, la “idealización” de lo material que estamos analizando).

Y en ese mecanismo, la publicidad es siempre una mentira piadosa, que nos tragamos sin protestar por un pacto tácito con el “sistema”. La mentira piadosa de pegarle, a un conglomerado de plásticos, nylon, cartón, metal u otros materiales varios, una etiqueta espiritual, un valor.

Porque el publicista lo sabe. Sabe que buscas el coche que refleje tu status social, y la marca de whisky que combine con tu personalidad. Tu calzado y tu cazadora son el uniforme de tu tribu urbana, y las canciones de tu iPod narran tu entera biografía sentimental. Corres a comprar colonias que prometan convertirte en el macho alfa. Adoras el poder, la fuerza, la belleza y el prestigio, y seguirás a cualquier chamán que te asegure poseerlos.

Espíritu sí, por tanto, y espíritu insaciable

Todo eso deseas, y mucho más. No habría suficientes lámparas ni genios en el universo para saciar esa interminable lista de la compra, esa infinita carta a los Reyes Magos que es tu corazón. Ninguno de esos objetos realiza totalmente el valor buscado, y ninguno de esos valores acaba por ser del todo la llave de tu felicidad, ninguno es del todo “what I’m looking for”.  La pregunta es por qué. ¿Podríamos sentir la sed, si no existiera el agua? Decía Feuerbach, que no podríamos desear el agua si no fuera porque somos, por lo menos parcialmente, creaturas acuosas. ¿Podría existir el hambre, si no existiera el pan? ¿Podría existir la soledad, si no existiera el otro? ¿Qué abismo infinito, entonces, despierta esa pregunta enorme que es el hombre? ¿Qué es esa felicidad que nos duele como un miembro que debiéramos haber tenido?

Quizás,  nada, ninguno. Quizás sea el hombre, como dice Sartre, “una pasión inútil”, y el deseo sea, como dice Cernuda, “una pregunta cuya respuesta no existe”…y quizás sólo nos quede tratar de olvidar la pregunta y que la muerte nos pille distraídos.

….o quizás sí.  Quizás sí existe una respuesta. Y por eso, quizás, el verdadero regalo, el único Regalo, con mayúsculas, nació en Belén hace más de dos milenios, y que aseguró, en sus propias palabras ser el Camino, la Verdad y la Vida, el Agua viva que sacia para siempre y el Cordero que quita el pecado del mundo.

Esas son las dos opciones. Ese es el dilema. Sólo queda que hagan sus apuestas…o mejor dicho, que tomen nota de que ya están hechas. Tu vida ya está en la mesa. Sólo queda decidir, con tus acciones, de qué lado del portal de Belén quieres ponerla. Par o impar. Cero o infinito. Todo o Nada. La decisión es tuya. ¡Feliz 2017!

 

En las inundaciones falta agua potable

En Periodismo por

En las inundaciones (exceso de agua) el principal problema es la falta de agua potable. Igual ocurre con el exceso de información producido por el llamado periodismo ciudadano, las redes sociales, etc. La superabundancia va en detrimento de la calidad. Frente al ingente volumen de noticias es necesario reivindicar el papel del periodista como intermediario entre la noticia y el lector, como profesional que selecciona, valora e interpreta. Muchos ciudadanos han llegado a creer que los periodistas ya no son necesarios. Pero, como en el caso de las inundaciones,  cuando hay abundancia de un elemento, paradójicamente hay ausencia de ese elemento.

Este fue uno de los problemas abordados recientemente por el Laboratorio de Periodismo de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM), que en la última sesión se dedicó a abordar el tema de “La independencia de los medios españoles: nuevas formas de presión  y autocensura”.

Los orientadores del debate (directivos, periodistas y colaboradores de varios medios de comunicación impresos y digitales) partieron de que una de las condiciones para la libertad de información es la independencia de los medios, y de que esa independencia se ve condiciona por presiones externas e internas.

Uno de los orígenes de esa presión es que los medios tradicionales han dejado de ser, en su mayoría, propiedad de editores “que amaban la tinta” y han pasado a ser propiedad de grandes corporaciones, de grandes grupos de comunicación, que defienden sus propios intereses y para los que la información es simplemente un negocio o una forma de influencia. Y el director del medio ha pasado de ser un defensor de la redacción a convertirse en un defensor de los propietarios de la empresa.

A este problema se añade el de la disminución del número de redactores en los medios, debido a la crisis económica y a las novedades tecnológicas, y el de que los periodistas se autocensuren por temor a perder el puesto de trabajo. Según el Informe Anual de la Profesión Periodística de 2015, cerca del 77 por ciento de los periodistas reciben presiones, y el 75 por ciento de ellos ceden a esas presiones, que les llegan de los grupos políticos y de los económicos a través de los consejos de administración y de los anunciantes.

A estos problemas se añade el apuntado al principio, el contacto directo de la audiencia con la información debido a la revolución digital, lo que llega a provocar una cierta tiranía de los lectores.

 

Colectivos y políticos inundan al medio y al periodista con insultos en cuanto se sienten ofendidos.

 

Alguno de los ponentes apuntó a que de muchas de las presiones externas sobre los medios es culpable el sistema judicial, que permite con más facilidad que en otros países la presentación de querellas, y son muchos los empresarios, por ejemplo, que se querellan frecuentemente, porque tienen dinero y abogados para poder hacerlo. Reconoce la existencia de autocensura porque los colectivos y los políticos, en cuanto se sienten ofendidos por un artículo, inundan al medio y al periodista con insultos y críticas.

En el interior, según el mismo orientador, hay presiones de la propia empresa contra algunos redactores por ser autores de informaciones que atacan los intereses empresariales, y los periodistas ceden por temor a perder el empleo. También hay presión interior de los propios compañeros, que cuestionan algunas informaciones porque temen que vayan contra la empresa y al final les hagan perder el puesto de trabajo, y puso como ejemplo que en el diario ABC, cuando los atentados del 11-M, un periodista criticó agriamente a los compañeros que defendían la autoría islamista, por si no era verdad y al final el periódico tendría que despedir empleados).

La mayoría de los intervinientes en el laboratorio coincidieron en que para que un medio sea independiente tiene que ser solvente económicamente. La independencia marca la diferencia entre la información y la propaganda. El problema arranca en el cambio de modelo de los medios en la década de los 90 del siglo pasado, cuando la propiedad pasó a ser de los acreedores de los medios (los bancos, por ejemplo).

Para luchar contra la disminución de la credibilidad de los periodistas (otro de los problemas), habría que convencer a la audiencia a fin de que les valorara y, además, para que pagara por la información. Recuperar la credibilidad para los periodistas pasaría por  demostrar que son los profesionales los que eligen los temas y no los directivos, y convencer a la gente de que debe pagar por la buena información. Debe haber una especie de compromiso: yo, lector, pago para que el medio me informe bien. Para resolver el problema, en los Estados Unidos se están creando fundaciones sin ánimo de lucro a fin de que se establezcan medios de comunicación que solo se dediquen a la información.  Aunque la idea, de la que fue un ardiente defensor el candidato y senador John McCain, está teniendo menos éxito del esperado.

 

Debe haber un compromiso: Yo, lector, pago para que me informen bien.

 

Varios ponentes reiteraron que el problema de la situación actual arranca en los 90, cuando las empresas editoras consideran que el periodismo es solo un negocio, porque los ejecutivos provienen de otros campos que no son el periodístico. En los medios han entrado accionistas que solo buscan influencia política y económica. Además, la publicidad se ha concentrado en pocas compañías y por eso los medios son más vulnerables a la presión. Antes, los ingresos de los periódicos eran de la publicidad y de la venta al 50%, pero ahora la proporción es del 75% de la publicidad y solo del 25 de la venta o suscripción. Otro problema es que no se sabe todavía cómo pagar la información digital porque no hay conciencia ciudadana de que hay que pagarla. La gente cree esa información debe ser gratuita.

En definitiva, que presiones externas, presiones internas, autocensura, superabundancia de información sin control son factores que influyen en la credibilidad de los medios y de los periodistas y que afectan a su independencia.

*FOTO: Juanedc (Flickr)

La objetividad de la obra de arte

En Democultura por

Democultura da a luz a su madre y te enseña cómo invertir tu tiempo

Esta película, para mí, es una obra maestra”.

Esta frase, esquiva de cines de verano, al llegar el manto de castañas coge fuerza entre naifs, brights y kookers (me he inventado esto último. Perdón).

Recuerdo el frío que hacía aquella noche, cuando subiendo por la Calle Princesa intentaba encajar La vida de Adele, hace ya, entre mis prejuicios, mis lagunas y mis sueños más bizarros.

Ver dos mujeres buscándose la una a la otra donde cae el mundo con tanto ahínco durante ocho minutos de reloj fue una penetración visual violentísima a todos los espectadores de aquella noche en los cines Renoir.

Meses más tarde, leyendo a Manuel de Lorenzo en Jot Down sobre la genialidad/despropósito de Lou Reed con sus treinta minutos de parto en Metal Machine Music  y la  hoja, literal, que le tocó comerse a secas  a precio de oro en un amago de tres estrellas Michelín, me devolvió a mí ya perturbado presente a esas preciosidades aporreándose las perlas. Sigue leyendo

La democracia, en peligro

En Periodismo por

Este tipo de influencias se produce desgraciadamente en todos o casi todos los países, y entre ellos, en el nuestro, en España, donde noticias que pueden ser importantes aparecen en un segundo o en un tercer plano en las publicaciones impresas porque su difusión puede perjudicar a los intereses de la empresa cuyo anuncio aparece en otras páginas del periódico.

Escribe Osborne en su carta de dimisión que la separación que tradicionalmente ha existido en el periodismo británico entre la publicidad y la información ha desaparecido en el caso de su periódico. Y entre el trato favorable que The Daily Telegraph ha prestado al banco HSBC figura el hecho de que le dedicara solo unos párrafos en una página interior del cuadernillo de economía a la noticia de que la entidad bancaria había tenido que reservar la friolera de 1.000 millones de libras esterlinas para pagar multas y compensaciones por la manipulación de mercados que había protagonizado, mientras que otros periódicos publicaban la noticia de forma destacada, de acuerdo con la importancia y el interés que tenía tal noticia. Sigue leyendo

“L’aplec de la protesta” a lo europeo

En Asuntos sociales/Cataluña/Mundo por

Viñeta en apoyo de Charlie Hebdo

Comprende el pasado para predecir el futuro“.

Recuerdo esta sentencia como si me la hubieran dicho ayer. Fue mi profesor de Historia de segundo de Bachillerato el que me la enunció, y en su momento pensé que estaba desquiciado. Hoy sé que se encuadra en una corriente de pensamiento que se suele denominar teoría cíclica de la Historia, planteamiento que no comparto, aunque tiene sus evidentes aspectos de verdad.

Es una concepción que se vincula a F. Nietzsche y su eterno retorno, pero que ya formuló en su día la escuela estoica: no hay novaciones reales en el tiempo de los hombres, la Historia no es lineal sino circular; todo hoy fue ayer y será mañana otra vez. Sigue leyendo

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