Revista de actualidad, cultura y pensamiento

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Política - page 3

Trump, Macron, Salvini y otros ‘outsiders’ populistas

En Cultura política por

Repetimos a menudos frases referidas al tiempo que nos tocó vivir, a las peculiaridades de nuestra época y las particularidades que nuestros entorno nos ofrece y que cambian nuestro modo de vivir. Pero al final resulta que los temidos cambios no son drásticos ni tan fieros como los pintan.

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El excortesano Villarejo

En España por

A la vista de los acontecimientos cabe sentenciar que España es profundamente monárquica. El hecho de que no se entonen salves por el Borbón de la Zarzuela o que los mancebos no se enrolen en el ejército para salvaguardar a su Rey y a su Patria, no quita que nuestra actualidad se contonee al calor de las intrigas palaciegas y las zarandajas de Moncloa.

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Vuelo bajo

En Viñetas por

¡Qué cansado es ver las mentiras planeando por el zapping! Las máximas políticas, por lo visto, leído y escuchado, parecen no hacer distinciones a un lado u otro de la bancada. 

Hartazgo político

En España por

Decía Ratzinger que la duda era el punto de encuentro entre el creyente y el ateo. De igual manera, el hartazgo hacia nuestra clase política parece ser el lugar común donde nos encontramos todos los credos ideológicos.

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Encarna y Pedro Sánchez

En España por

— Mañana viene el Sánchez. 
— ¿Cómo es eso? ¿Aquí? ¿A Puerto Quejumbre? 
— Sí, sí. Que me acaba de decir el Basilio. 

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[RÉPLICA] Ni el miedo ni Žižek sirven para interpretar la inmigración en España

En Cultura política/Pobreza e inmigración por

Los lectores de Democresía ya saben que me es prácticamente imposible escribir sin filosofar, sin citar a otros o sin acudir a fuentes y estudios que retuercen mis líneas hasta alejar a despistados y ocasionales. Prometo moderar estos “vicios” para contestar al breve artículo sobre la inmigración en España a través de Žižek que apareció en esta revista a mediados de agosto. Pero, por si no lo consigo, les adelanto ya mi jab (el miedo a la diferencia explica el afán de seguridad pero no el rechazo al inmigrante) y mi uppercut (la violencia sistémica es un concepto vaporoso, dogmático e incitador de violencia). A partir de ahora, ya pueden volver a sus redes sociales… o leer lo que sigue, con el agradecimiento por adelantado de quien lo firma.

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Titulitis: la gran mentira moderna

En España por

En los años más duros de la crisis estuve en uno de los restaurantes que Joaquín Sabina tiene por Madrid. Habíamos ido un grupito de culturetas a los cines Renoir de Princesa. Después de sacudir o rescatar a Wes Anderson, se nos antojaron unas enchiladas.

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Elio Gallego: representación y poder

En Cultura política/Pensamiento por

Con estas provocadoras palabras el profesor español de Teoría y Filosofía del Derecho Elio A. Gallego García, alerta de la quiebra de una de las piedras angulares de la civilización occidental, la libertad política, que está en peligro desde el momento en que se funden las ideas de representación y poder. El objetivo fundamental del libro no es otro, que el de aclarar el concepto político de representación. Sigue leyendo

Trincheras ideológicas: la prisión de los intelectuales españoles

En Historia por

La Guerra Civil trajo consigo podredumbre, muerte, fatiga, una brecha social que se mantiene hoy en día y el éxodo de algunas de las mentes más ilustradas y certeras que ha visto la Historia de España. Una de ellas fue la de Gregorio Marañón, ilustre médico liberal y único español que ha formado parte de cuatro reales academias: Real Academia Española, de la Historia, de las Bellas Artes y de las Ciencias.

Marañón se exilió en Francia y a pesar de la decepción que le invadía por el truncado experimento de la República y del hartazgo por el espíritu cainita español, nunca dejó de añorar su país. De hecho, ese sentimiento de morriña llevó al intelectual a escribir obras como Luis Vives. Un español fuera de España (1942) o Elogio y nostalgia de Toledo (1941), donde rememora los tiempos felices que pasó en la finca toledana de El Cigarral.

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Resacas de Mayo del 68: la preponderancia de la acción política

En Amor y sexualidad/Cultura política/Historia por

Este año las veleidades del calendario han hecho que coincidan el centenario y el quincuagésimo aniversario de acontecimientos históricos que implicaron sendos cambios radicales en el paradigma cultural y filosófico del mundo occidental. Nos estamos refiriendo al final de la Primera Mundial y a las protestas de mayo de 68, respectivamente.

La Gran Guerra supuso un trauma tan destructivo como inesperado, tan sorprendente como radical, que dejó la Europa material, pero sobre todo la espiritual, convertida en tierra baldía lista para la siembra nihilista de nuevas y aún más absurdas tragedias. Sigue leyendo

Aguachirle popular

En El astigmatismo de Chesterton/España por

El aguachirri o aguachirle es un coloquialismo muy propio de la temporada estival. Las malas terrazas, o sea, las que viven a base de braguetazos estacionales, suelen convivir con este calificativo despectivo año tras año. Los turistas regulares, confiando en el calado que durante todo el ejercicio ha tenido que causar el espíritu emprendedor anunciado a toda pastilla por televisión, ven desolados que otro verano más los hosteleros no han puesto ningún tipo de remedio a la mala calidad de sus productos. Sigue leyendo

El cometa Màxim Huerta

En España por

Lo malo de subir tanto el listón es que luego hay que saltarlo. Es una de las varias conclusiones que hemos sacado en claro del fulgurante paso de Màxim Huerta por el ministerio de Cultura. (“Como el cometa Halley a la Tierra, aquel gran hombre se acercó unos meses al Consejo de Ministros”, decía Leopoldo Calvo-Sotelo de otro ex titular de la cartera, Ricardo de la Cierva, en su muy recomendable Memoria viva de la transición).

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Periodistas: mis profetas favoritos

En El astigmatismo de Chesterton/Periodismo por

Desde finales del siglo XVIII hasta bien entrado el XIX, la guillotina era la última parada de las ideas desbocadas y los actos consumados con alevosía institucional. Los ilustrados se las gastaban así. Con nosotros, te mantienes peinado. Sin nosotros, tu cuero termina en un cesto.

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No nos meteremos en trinchera alguna

En España por

Imprevisible, inédito, desconcertante… se acaban los adjetivos para describir el cambio de Gobierno que se ha producido en España en el plazo de diez días. El inesperado giro ha sido descrito hasta la saciedad. Rajoy tenía el terreno despejado para acabar la legislatura con el apoyo del nacionalismo vasco a los presupuestos de 2018. Casi se había olvidado de que había en el Congreso una mayoría suficiente para firmar su despido. Bastaba con un cambio de los vascos, que es lo que se ha producido.
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Pues sí había huevos

En España por

Pedro Sánchez Castejón ya es el séptimo presidente del Gobierno de España en el presente período democrático. La sucesión de carambolas que le ha llevado al cargo será digna de estudio de aquí a no mucho. Por lo pronto, podemos hacer un pequeño repaso, desprovisto todavía de la perspectiva que sólo da el tiempo. En el fondo, no ha podido resultar más español. Ha sido un “a que no hay huevos” llevado hasta sus últimas consecuencias.

La sentencia de la Audiencia Nacional sobre el conocido como “caso Gürtel” causó un seísmo que sólo se explica desde que el devenir político ha pasado a ser retransmitido en directo por televisión. ¿Es grave? Gravísima. La condena civil al Partido Popular (PP) como partícipe a título lucrativo es de una extrema importancia. Sigue leyendo

Pedro Pastor Guerra: “Pretendemos cambiar el país pero un país no se cambia”

En Entrevistas/Música por

Pedro Pastor Guerra lleva toda su vida unido a la música, desde los 13 años que compusiese su primera canción hasta sus 23 actuales. Con cuatro discos y cientos de conciertos tras de sí basados en un trabajo de autogestión que a través de multitud de ritmos da voz a mensajes de libertad, empoderamiento, política y amor libre. Se palpa en su música una cercanía a América Latina, a la historia, a colectivos sociales y, sobre todo, a experiencias en una primera persona poco convencional que cada vez llama a un público más numeroso.

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Un país con mucha moral y sin ninguna ética

En Asuntos sociales/Educación por

Ya lo decía, en frase genial, el gran sociólogo español Esteban Pinilla de las Heras refiriéndose a la atmósfera del Franquismo: “un país con mucha moral y sin ninguna ética”. Por ello, entendía una sociedad grandilocuente y exagerada, siempre dispuesta a escenificar su adhesión al bien y su aversión al mal, una sociedad, en el fondo, destrozada, deshecha, entregada a la hipocresía y profundamente cínica.

El Franquismo, según Pinilla, se relacionaría con la hegemonía de un lenguaje apodíctico, concluyente e incuestionable en sus máximas, eslóganes, fórmulas coloquiales y frases hechas. El lenguaje ominoso de una sociedad sin pensamiento propio, poseída por el miedo y el egoísmo más voraz, por la pereza y la cobardía, que se limitaba a repetir la retahíla de los tópicos ideológicos puestos en circulación por políticos, burócratas, periodistas e intelectuales, todos ellos expertos en el arte de saber decir lo que debe ser dicho. Tópicos convertidos en usos lingüísticos que establecían la frontera entre lo decible y lo indecible, lo legítimo y lo ilegítimo, el bien y el mal, con el aviso subliminal de que cualquier matización o leve impugnación de tales lugares comunes podía traerle a uno serios problemas con la autoridad.

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Albert Boadella, Tabarnia y la religión laica del independentismo

En Cataluña/Entrevistas/España por

“Casi no he tenido que hacer fantasía, la realidad a mí alrededor ha sido mucho mejor”. Es difícil que un dramaturgo de la talla de Albert Boadella, con estudios internacionales de interpretación, fundador de la compañía Els Joglars, la friolera de ocho años como director artístico de los teatros del Canal y diferentes reconocimientos en el ámbito creativo pueda decir algo así con el aplomo con que lo dice. Pero ocurrió: el martes 22 de mayo, el presidente de Tabarnia en el exilio, fue el protagonista del II encuentro Alumni UFV by Democresía. Sigue leyendo

Jordi Amat: “En política, lo imposible es inmoral”

En Cataluña/Entrevistas por

Jordi Amat, escritor y periodista catalán, responde a Fernando de Haro sobre la reciente investidura de Quim Torra como presidente de la Generalitat de Catalunya, los próximos pasos del independentismo y las tensiones que se vive en la región tras la fallida declaración de independencia:

P: El presidente de la Generalitat, Quim Torra, hizo en su discurso de investidura la promesa de abrir un nuevo proceso constituyente para proclamar, lo antes posible, la república. Parece alejarse así de otras sensibilidades más dispuestas al compromiso. ¿Qué consecuencias puede tener esta decisión?

Por ahora son sólo palabras. Y diría que son palabras dichas para contentar a la CUP que en la legislatura anterior ya fue la vanguardia de una comisión parlamentaria con el objetivo de activar dicho proceso. Mientras sean sólo palabras, a corto plazo, no va a tener consecuencias. Mi duda es cómo puede combinarse una actitud de desescalada al conflicto y, al mismo tiempo, mantener un discurso que plantea escenarios de confrontación.

P: En tu libro ‘La conjura de los irresponsables’ sostienes que todo el proceso en el que estamos inmersos se desencadena por un “conflicto de legitimidades” entre el resultado del referéndum de la reforma del Estatut y la actuación del Tribunal Constitucional, instada por el PP. Me parece que sugieres que hubiera sido suficiente que el PP hubiera hecho gestos “de comprensión” hacia el nacionalismo tras la sentencia del Constitucional para no dar argumentos a un soberanismo que venía preparándose desde hacía mucho tiempo. ¿He entendido bien? ¿Cómo se hubiera podido resolver este conflicto de legitimidades cuando, según lo que dijo el Tribunal Constitucional, la reforma del Estatut desbordaba los límites de la Carta Magna del 78?

Mi hipótesis es que, tras el acuerdo del 96 entre populares y convergentes que posibilita la alternancia en el gobierno español, el desarrollo del Estado territorial del 78 se bloquea. La mecánica que hasta entonces había dinamizado ese modelo empieza a estropearse y, al fin, deja de funcionar por diversos motivos que pone en marcha el proceso de reforma estatutaria. Y entonces, sí, se produce un conflicto entre ley y legitimidad porque la soberanía, tal como se define en la Constitución, es cuestionada. Llegados a ese punto sólo un replanteamiento leal de la soberanía hubiese permitido, creo, una reforma positiva del sistema.

P: ¿Ves alguna vía para desatascar la situación?

A corto plazo, no. Estamos en un bucle degradador. Para empezar yo creo que la situación de los presos –yo creo que son presos políticos– y los políticos que decidieron instalarse en el extranjero –digamos en el exilio– imposibilita retomar unas conversaciones que, tarde o temprano, deberán producirse. Para que haya respeto mutuo, para refundar una lealtad compartida. Eso pide tiempo. Pide mucho tiempo y una generosidad que implique magnanimidad. Y cuando se haya creado ese clima, sólo entonces, podrá buscarse una solución que no será volver al modelo territorial anterior a la crisis.

P: Sostienes, si no entiendo mal, que Pujol no quería desbordar la Constitución del 78. Ya sabes que hay quien cuestiona esta tesis.

Esa es la idea que él formula en la conferencia que comento en ‘La confabulación’. Otra cosa distinta es si las políticas de nacionalización que implementó, tal como intentó contar en ‘Largo proceso, amargo sueño’, eran leales al Estado del 78. Y eso es más discutible. No digo que no lo fueran. Digo que es pertinente preguntarse por las consecuencias de dichas políticas que fueron democráticamente avaladas por la ciudadanía durante más de dos décadas.

P: Utilizas la expresión “mutación del catalanismo” y la sitúas no tras la Diada de 2012 sino en 2007. ¿Por qué?

Estoy convencido de eso. En ese proceso de elaboración, tramitación y judicialización del Estatut pasaron muchas cosas que no han sido bien analizadas. Una de ellas fue la progresiva consolidación de un movimiento soberanista dentro del cuerpo del catalanismo que fue ganando más y más espacio. Nacieron plataformas dedicadas a la movilización desde finales del 2005, hubo nuevos partidos y ganó influencia un discurso soberanista de una manera muy clara desde 2007. La conferencia de Artur Mas, proponiendo una reformulación del catalanismo, supuso el inicio de la conversión soberanista de una fuerza de las clases medias que hasta entonces había apostado por el autonomismo.

P: ¿Cómo superar el fracaso de la política, el estado de ira y de resentimiento?

Reconociendo la existencia de un problema, siendo consciente que en política lo imposible es inmoral, siendo generoso para paliar la degradación provocada y asumir que el problema de la soberanía de la nación española, tarde o temprano, deberá ser afrontado para poder encarar el futuro con ambiciosa estabilidad.

Este artículo fue publicado originalmente en Páginas Digital y es reproducido aquí con su permiso.

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La última lección de Adolfo Suárez

En Cultura política/Dialogical Creativity por

«En 1980, Adolfo Suárez concedió una entrevista a Josefina Martínez del Álamo que se salía de lo habitual. Fue una conversación tan franca que sus consejeros decidieron vetarla. “Un presidente no puede ser tan sincero”, dijeron».

Los domingos de Abc publicó aquella entrevista con motivo de su 75 aniversario el 23 de septiembre de 2007. Hoy la ha rescatado ABC, por razones evidentes. La actualidad de los contenidos, más allá del personaje, es ahora más relevante que entonces. Los azares de su historia convierten esta entrevista en su última aparición pública, aunque aconteciera 27 años antes. Es su testamento político para nosotros.

Te recomiendo leer la entrevista entera: nos ayuda a recordar que en la vida pública siempre hay una persona detrás del personaje. Aquí reproduzco algunos párrafos directamente relacionados con la temática del blog, acompañados de una breve reflexión. Cierra esta nota su discurso electoral de 1977, con su famoso “puedo prometer y prometo”, que nos permite repasar con sus palabras lo que hizo, lo que dijo que haría y lo que efectivamente logró.

«—[los españoles] tienen derecho a conocerle. Si le votan, y si se ponen en sus manos, necesitan saber con quién se juegan el porvenir.

Sí. Ellos tienen derecho; y yo tengo la obligación de explicarme. Estoy de acuerdo. Y voy a procurar remediar ese desconocimiento; a darles una respuesta. Quiero utilizar más los medios de comunicación. La televisión sobre todo… porque en televisión soy responsable de lo que digo, pero no soy responsable de lo que dicen que he dicho… Tengo muchísimo miedo de cómo escriben después las cosas que he dicho […]

—Quizás el problema es también nuestro, de la prensa. Últimamente parece que algunos nos sentimos demasiado inclinados a ser protagonistas.

Sí. Yo noto ese afán de protagonismo. Algunos periodistas me preguntan sobre un tema político para tratar de convencerme de sus posturas. Entonces les digo: ¿Ustedes, qué quieren: saber mi opinión o convencerme de la suya?… Porque si vienen a hacerme una entrevista, les interesará conocer mi criterio, supongo. Y tendrían que escucharlo libre de prejuicios. Después, ustedes lo estudian, se informan y, si no les gusta, lo critican… Después, todo lo que ustedes quieran. Pero sólo se tienen presentes a ellos mismos. Escriben para ellos mismos… […]

Y noto, además, que algunos periodistas no intentan obtener los datos necesarios para hacer una información exacta. He hablado de Autonomías con un grupo de periodistas. Y les he dicho: ¿ustedes se dan cuenta de que han desprestigiado totalmente el estatuto gallego? Les pregunto: ¿lo ha leído alguno de ustedes? Y no… ¿Y han leído ustedes el título octavo de la Constitución?… Y no. […]

Así me va… Soy un hombre absolutamente desprestigiado. Sé que he llegado a unos niveles de desprestigio bastante notables… he sufrido una enorme erosión.

—¿Y por qué no intenta arreglarlo? Debe tener una solución.

Sí. Pero la tiene utilizando los mismos procedimientos; y no me gusta. No quiero convertirme en un hombre que busca sectores que lo cuiden, que lo mimen… ¡En absoluto, no va conmigo! Yo sólo digo que me juzguen por mis obras. […]

El 80 por ciento de lo que se escribe de mí no responde a la realidad… ¿Y qué voy a hacer? ¿Usted sabe lo que supone pasarse el día rectificando?[…]

Al final, he llegado a la conclusión de que los políticos son hombres como los demás. En el fondo, las cualidades que verdaderamente cuentan son las humanas.

Un político no puede ser un hombre frío. Su primera obligación es no convertirse en un autómata. Tiene que recordar que cada una de sus decisiones afecta a seres humanos. A unos beneficia y a otros perjudica. Y debe recordar siempre a los perjudicados… Gracias a Dios, yo no lo he olvidado nunca. Pero se sufre porque no puedes tomar decisiones satisfactorias a corto plazo para todos los españoles. Aunque esperas que sean positivas en el futuro y asumes el riesgo… Hay personas que no ven a los gobernados uno a uno… Yo los sigo viendo. ¡Les veo hasta las caras! Otro requisito indispensable en un político es la capacidad para aceptar los hechos tal y como vienen, y saber seguir hacia delante. Nunca puede sentirse deprimido. Tiene que continuar luchando. Confiar en lo que siempre ha defendido y en los objetivos programados a largo plazo… Pasar por encima de las coyunturas. Porque, a veces, las circunstancias pueden desvirtuar el destino histórico de un país. Y es preferible decir sí a la Historia que a la coyuntura. Yo lucho, intento luchar, contra esas coyunturas. […]

Hay que estar dispuesto a aceptar un grado enorme de impopularidad —como en una confesión hecha a sí mismo, arrastra las palabras—. Pero yo estoy dispuesto a eso. Lo estuve desde el primer día en que fui presidente. […]

Cuando en el año 77 se consolida la democracia y las leyes reconocen libertades nuevas, pero también traen aparejadas responsabilidades individuales y colectivas, empieza lo que llaman el desencanto… ¡El desencanto! Yo no creo que el pueblo español haya estado encantado jamás. La Historia no le ha dado motivos casi nunca.

Tuvimos que aprender que los problemas reales de un país exigen que todos arrimemos el hombro; exigen un altísimo sentido de corresponsabilidad. Y sin embargo, los políticos no transmitimos esa imagen de esfuerzo común… La clase política le estamos dando un espectáculo terrible al pueblo español. […]

Pero le hemos hecho creer que la democracia iba a resolver todos los grandes males que pueden existir en España… Y no era cierto. La democracia es sólo un sistema de convivencia. El menos malo de los que existen.

[…] Mi mayor preocupación actual es la convivencia. La democracia puede ser más o menos buena, pero lleva en sí unos altos niveles de perfeccionamiento. Y la perfección máxima consiste en la convivencia perfecta. Hay que crear las condiciones necesarias para que los españoles convivan por encima de sus ideas políticas; que las ideologías no dañen las relaciones de amistad, de vecindad.

Sé que es un objetivo posible; estoy convencido. Y si lo conseguimos, habremos hecho una labor histórica de primera magnitud. Por fin habríamos acabado con todas las previsiones de enfrentamientos históricos. La transición española dará un ejemplo al mundo.

El símbolo, para mí, es que sean amigos personas de partidos diferentes, pero amigos. Que por la mañana puedan ir a votar juntos, y después sigan charlando y discrepen, pero civilizadamente. Que no traslademos al país nuestro rencor personal. Que no ahondemos con diferencias políticas las diferencias regionales y económicas que ya existen. Diferencias que, además, tampoco son insalvables… ese es mi auténtico objetivo. Esa sería mi compensación.

[…] Cualquiera sabe lo que dirá la Historia dentro de 30 o 40 años… Por lo menos, pienso que no podrá decir que yo perseguí mis intereses.

Admitirá que luché, sobre todo, por lograr esa convivencia; que intenté conciliar los intereses y los principios…, y en caso de duda, me incliné siempre por los principios.

[…] Yo suelo decir que me he empeñado en un combate de boxeo, en el que no estoy dispuesto a pegar un solo golpe. Quiero ganar el combate en el quince round por agotamiento del contrario… ¡Así que debo tener una gran capacidad de aguante!…

Es una imagen que refleja bien mi postura. Si en mis decisiones públicas hubiera un pequeño ingrediente personal —el más mínimo— derivado de las ofensas que he recibido, en ese mismo instante me marcharía. Porque estaría cometiendo los mismos errores que se han cometido históricamente. Caería en las equivocaciones de esos políticos que, por razones personales, llevaron a España a enfrentamientos muy graves.

A veces cuesta un gran esfuerzo mantener esta actitud… A mí me han estado insultando de una forma tremenda… Y yo he seguido saludando con el mismo gesto, con la misma intención, hasta con el mismo afecto, a la persona que me insultaba.

[…] Eso es tener un cierto sentido de responsabilidad —de nuevo su voz se vuelve hacia sí mismo—… de responsabilidad histórica… que la da el cargo. Yo he sido siempre un hombre responsable.
Y también me influye la ilusión que conservo. La ilusión de que es posible conseguir lo que me había propuesto. Los políticos se rinden, a menudo, porque no ponen todo el esfuerzo necesario para alcanzar la meta; porque priman los objetivos a corto plazo. Pero yo todavía tengo una enorme ilusión. La misma que tuve toda mi vida».

Como habrás visto por las fechas, unos meses después de esta entrevista Adolfo Suárez dimitió. Sus palabras y testimonio fueron diluyéndose. González y Aznar no supieron aparcar con igual rotundidad los intereses particulares o ideológicos del bien común. A Zapatero y Rajoy expresiones como “bien común” o “Historia” les quedan grandes. Es como si les avergonzara pronunciarlas.

Suárez repasa en esta entrevista los males propios de la incomunicación, que incluso un hombre de su talla y éxito profesional sufre terriblemente en primera persona: la falta de veracidad y confianza, la difamación y la mancha del buen nombre, la imposibilidad de encontrar un terreno común para el debate cuando al otro le interesa más vencer que encontrar ese espacio común. Al tiempo, reconoce la necesidad de una comunicación más plena y sincera, más transparente, del político con los ciudadanos, aunque eso le lleve a encajar muchos golpes bajos y dolorosos. En esta entrevista denuncia ya las enfermedades más terribles del Periodismo y la Política en España: el espíritu partidario que vela por los propios intereses, siendo un mal ejemplo y alentando más a la división y al odio que al encuentro y la sana convivencia.

Suárez subraya con lucidez que la democracia es sólo una forma de regular la convivencia, la menos mala, pero también la más exigente. Lo es porque nos obliga a todos a vivir en diálogo, que es mucho más difícil que limitarse a mandar u obedecer. Vivir en diálogo nos exige escuchar y renunciar a los prejuicios, nos exige exponernos tal cuál somos, nos obliga a purificarnos de nuestros intereses y caprichos particulares, por legítimos que sean, en nombre del bien común. Nos exige trabajar juntos, codo con codo, abrazados al radicalmente distinto, pero hermano.

Por último, nos revela parte de su secreto: la responsabilidad, la ilusión y encajar todos los golpes sin devolver ninguno. Quien quiera entender, sabrá quién fue su maestro en poner siempre la otra mejilla. Nos deja un gran testamento político que es a un tiempo un gran un testimonio personal.

Merece la pena repasar los vídeos del especial de RTVE “Muere Alfonso Suárez”. Aquí, un aperitivo: su “puedo prometer y prometo” en la campaña electoral de 1977, que nos ofrece un ángulo muy distinto que la citada entrevista, aunque reconocemos en ambas a una y la misma persona. Gracias, Presidente.

Este artículo fue publicado originalmente en el blog de su autor y es reproducido aquí con su permiso.
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