Revista de actualidad, cultura y pensamiento

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Política Nacional

La dulce derrota, la amarga victoria

En España por

Si hacemos un balance global de las elecciones municipales, autonómicas y europeas celebradas este pasado domingo, podemos consensuar sin duda la conclusión de que el PSOE ha sido el gran ganador de la noche, volviendo a revalidar la victoria que la dieron las urnas hace un mes, y la de que el PP sigue sufriendo un importante desgaste electoral provocado por el fraccionamiento del voto de centro-derecha.

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Todo o nada: la inmoralidad de la pureza

En Cultura política por

Hay un selecto grupo de personas que, en nombre de la pureza, y defendiendo grandes ideales, renuncia a cualquier contacto con la realidad política, prefieren destruir lo que hay antes que aceptar medirse con las imperfecciones de lo posible. Ya sea porque consideran impura la realidad, o porque la condenan sin remedio, el caso es que descartan cualquier intervención sobre las cosas, tal y como están. Siguiendo esta actitud fuerzan a la realidad a obedecer a ley del “todo o nada”.

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La indencisión: líder del debate electoral

En España por

Pues verán… ¿Qué quieren que les diga? A mí, el debate del lunes me decepcionó bastante. Sospechaba, visto lo visto, que iba a ocurrirme lo mismo con el debate del martes, pero no fue así. Cierto que el lunes hubo un claro ganador de la contienda, el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, pero la realidad es que fue un debate decepcionante. No dejó de sorprenderme el modo en que Pablo Casado, candidato del PP, desaprovechó esa primera oportunidad ofreciendo una imagen excesivamente moderada en comparación con la que venía siendo su actitud durante la campaña electoral, cediendo todo el espacio de liderazgo de la derecha a Albert Rivera, quién al mismo tiempo que le robaba ese puesto a Casado hacía todo lo posible por distanciarse del corrillo de la derecha para posicionarse en el centro político.

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Pedro Sánchez, el hombre que todavía puede ser rey

En España por

De todas las anomalías políticas que ha habido en la historia reciente de España, mi favorita es la de Pedro Sánchez.

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Young Sánchez

En España por

En 1957, Ignacio Aldecoa escribió Young Sánchez. Se trata de un relato callejero rico en charcos, ganchos y carajillos de barra metálica;  un joven boxeador, Paco Sánchez, se prepara para un combate crucial dentro de su corta carrera pugilística. Si logra vencer a su rival, pasará de ser un luchador aficionado a una auténtica promesa nacional. 

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Titulitis: la gran mentira moderna

En España por

En los años más duros de la crisis estuve en uno de los restaurantes que Joaquín Sabina tiene por Madrid. Habíamos ido un grupito de culturetas a los cines Renoir de Princesa. Después de sacudir o rescatar a Wes Anderson, se nos antojaron unas enchiladas.

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Campaña de muertos

En España por

Originariamente, el término “campaña” hacía referencia al espacio de tiempo en el que un ejército permanecía en el campo sin regresar a sus cuarteles. Más tarde, se entendió por “campaña” el conjunto de movimientos que llevaba a cabo un ejército hasta alcanzar el objetivo propuesto. Todo orquestado a través de operaciones que ocurrían en un mismo espacio geográfico y en un momento determinado de la historia. Por ejemplificar las definiciones dadas; ahí tendríamos la campaña contra los piratas cilicios en la Roma de Marco Antonio y Pompeyo. La campaña en África donde tras dos años de conflicto los aliados llegaron a empujar a las fuerzas del Eje hacia Túnez, logrando la retirada de Mussolini en 1941. Y, por ir al puchero regional, la Campaña de Extremadura donde los nacionales o el ejército sublevado consiguió  unir la península con el Marruecos español, conectando al Ejército de África con el Ejército del Norte. Hecho que tuvo como consecuencia legitimada por las armas casi cuarenta años de franquismo.

El origen de las campañas políticas, sin embargo, es un tanto incierto. Los historiadores hacen la consideración de que la primera gran campaña fue en favor de la ejecución de Sócrates.  El “perturbador de la juventud”, como llegó a ser tildado por el Ágora a ración única de cicuta, encontró el castigo propio de aquellos que trataban de corromper con su discurrir dialógico y su cipotudismo intelectual la estructura sofista donde la apariencia y la verborrea lo eran todo.

Francisco Madero, Churchill, Hitler, Gandhi, Adenauer, Vargas – Llosa, Obama, Rajoy o Trump. Todos ellos, para la consecución de sus fines políticos, han tenido que pasar por la criba de la campaña. Algunos lo lograron. A otros les mataron. Y los menos, se dedican a debatir sobre sus fracasos en los cursos de verano de la complutense y a escribir libros monumentales entre las brisas y las caricias de papel de oro Rocher.

Esta semana, la actualidad española ha puesto de relieve la siguiente verdad: la política en nuestro país está en campaña permanente. Y en las campañas hay muertos.

Como un jilguero en primavera, como un nuevo gol de Messi, como una nueva corruptela política, las redacciones de los mass media han pasado por alto esta obviedad. Porque no es noticiable el tener a los políticos entre los pelos de la sopa. Va en el juego del derecho a conocer los entresijos del Congreso. Es el hijo incestuoso de la actualidad y la irrupción de las redes sociales. De pronto, todo sugiere, que lo que digan nuestros portavoces parlamentarios ha de ser el eco de lo que digan nuestro gritos.

La política les pierde. La mediocridad de nuestro corazón les devora.

Pero, claro.  ¿Hasta dónde les tenemos que exigir que se manifiesten? ¿Hasta qué punto es imprescindible un Tweet o una declaración de un político sobre lo que no es ámbito de su competencia?

Quizás sea llamativo que entre lo mucho que se ha escrito sobre Gabriel, sobre la prisión permanente revisable o sobre los disturbios en Lavapiés, nadie haya dicho que quizás los políticos estarían mejor callados en según qué momentos. Lejos de eso, abrimos telediarios con sus reacciones en redes, no salvamos tertulia de bar sin un hashtag o mención de por medio. Es curioso que nadie les haya apelado, respetando su dignidad parlamentaria,  a que sería valioso y deseable el que se pronunciaran exclusivamente para condenar los hechos y para acompañar a los afectados. Pero no. La política les pierde. La mediocridad de nuestro corazón les devora. Tiene que hablar porque no sabemos vivir sin el “tú más” del escaño digital. El sofista que se cuela entre los deberes no entregados a tiempo hace que en este mundo, que es muy afectado y vanidoso y que requiere de su pedagogía permanente por el mero hecho de ser político, hace, digo, que sea imprescindible para ellos el mostrar  los recovecos de su  trinchera ideológica, desde donde menean palabras y sentimientos de igual manera que el marrano se desparasita con el fango, compuesto, dicho sea de paso, de sus propias heces entre otras inmundicias.

Señora Villacís, señora Robles, señor Espinar, señor Hernando. Su opinión nos importa poco en materia de muertos.  Su fariseísmo sin ley, su recuento de cábalas demoscópicas solo son verdura de hastío.

Hacer política desde la morgue es viejo y es uso y costumbre de nuestro abecedario titular.  Pero porque esté arraigado en nuestro ADN político no quiere decir que sea cuanto menos despreciable.

J. Baldoví: “Si nos acostumbramos a vivir con la corrupción la democracia puede estar en peligro”

En Entrevistas/España/Vídeos por

Joan Baldoví ha crecido en un entorno rural y se nota.

Quizás haya quienes tras esta primera línea hayan hecho un aspaviento similar al chiste jocoso y de mal gusto, como si los que se ocuparon en entrevistarle en aquel entonces, buscasen alguna forma de descrédito gratuito del personaje antes de nada.

Pues no es así. Sigue leyendo

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