Antes muerto que sin libros, ay que sin libros, ay que sin libros
Algún guasón que lleve el espíritu contento quizás ha entonado sonidos de ultratumba al leer el titular de este nuevo despropósito. Un ritmo con deje sevillano y de verbena que todos, con más o menos dientes, bailamos en pleno boom de lo efímero. Apostaría en monedas fuera de curso, maravedís me valen, a que un porcentaje ridículo de quien esté leyendo este artículo sabe algo a día de hoy de María Isabel, la chiquilla que puso a España a presumir de vanidades.
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