Pareciera, a simple vista, que nos encontramos en una situación precaria a muchos niveles. Institucionalmente parece que el mundo, tal como lo habíamos conocido, amenaza con desmoronarse, económicamente no acabamos de remontar, la educación es un desastre, el terrorismo islámico amenaza nuestro estado de bienestar, las noticias más leídas de los periódicos digitales son siempre las más sensacionalistas y, como nos descuidemos, el Real Madrid podría perder el liderato de la Liga, que es lo único que parecía seguro hasta ahora.
Leía hace algún tiempo un artículo de Félix de Azúa en el que expresaba el tedio ante esta precariedad que ya no nos sorprende: es ya imposible que suceda lo inesperado, venía a decir. O lo que es lo mismo: no hay a la vista posibilidad de salvación y por lo tanto la postura adecuada, la que menos sufrimiento conlleva, es la aceptación del aburrimiento. Sigue leyendo