Revista de actualidad, cultura y pensamiento

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pensamiento dialógico

El Sombrero Seleccionador y el juicio prudencial

En Dialogical Creativity por

La primera ceremonia solemne para un recién llegado a Hogwarts recibe el nombre de “La selección“. Consiste en ser escogido para una de las cuatro casas de la escuela, que durante el curso fungen como “familia” de los escolares (Harry Potter y la piedra filosofal, 1999: 99). Es tradición hablar de la propia universidad como de nuestra Alma mater, madre nutricia de nuestra alma. Allí donde hay tradición de colleges o colegios mayores (por ejemplo, en Oxford), estos son tan importantes como la universidad porque son, en efecto, nuestra segunda casa y, con frecuencia, nuestro primer segundo hogar, nuestra primera casa que es distinta de la de nuestros padres.

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La comunicación depende de la posibilidad del perdón

En Antropología filosófica por

«Si me engañas una vez, la culpa es tuya; si me engañas dos, es mía». Suele decirse de esta frase que es un proverbio árabe, aunque Eduardo Palomo en su Cita-logía se la atribuye a Anaxágoras. Sea como fuere, la frase viene a subrayar dos ideas complementarias. Por un lado, que la confianza debe ser un a priori de la comunicación y de las relaciones humanas. Dicho en modo negativo: constatamos con facilidad que la desconfianza torna el encuentro interpersonal prácticamente imposible. Por otro lado, la frase subraya también que ese a priori de confianza debe ser refrendado en la experiencia. Si el otro se revela no-veraz o no-confiable, darle nuestra confianza no sería ya virtud, sino imprudencia.

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Saint-Exupéry: “El hombre es un nudo de relaciones”

En Antropología filosófica/Literatura/Pensamiento por

Hay autores que han desaparecido a la sombra de una de sus obras; personajes ficticios que se vuelven icónicos, todos los reconocen, pero no muchos han profundizado en la genialidad del autor. Si hablamos de Saint-Exupéry, lo relacionamos en seguida con un pequeño príncipe rubio con el pelo revuelto cuyo corazón anhela encontrarse de nuevo con una delicada y coqueta rosa. Pero El Principito es la obra de madurez de un autor cuyo recorrido existencial queda reflejado progresivamente en sus escritos. Saint-Exupéry ha sido uno de esos genios, adelantados a su época, su mirada atraviesa la epidermis de la realidad en busca del anhelo de sentido que intuye existente pero no ha encontrado.

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