A ti, mi íntima desconocida
Es imposible escribirte estas líneas sin sentir una emoción que me sobrepasa, al grado de tener que secar el teclado de vez en cuando. Me han pedido que te escriba esto y sin pensarlo he dicho que sí y ahora me enfrento a estar hablando con alguien a quien aún no conozco. Sabemos tan poco de ti y aun así nos parece muchísimo. Que eres mujer, que tienes ya uñas, hasta sabemos que eres inquieta y que tu cerebro está “bien irrigado”. Pasamos noches imaginando cómo serás, cómo hablarás, cómo será tu carácter y sobre todo, si podremos cumplir nuestra única misión para contigo: quererte bien para que te sepas amada por El Gran Amor de tu vida, Él, que te creó.