O el hombre o la ley
Negó una vez Unamuno que fueran personajes quienes tomaban tiempo y lugar en sus novelas; eran personas, vivas, de carne y hueso; seres de entidad semejante a la nuestra –a la suya–, llevadas a escenarios extremos en la pluma innovadora de su autor. De su Creador, y aquí sitúa el vasco el centro de la reflexión que iba a identificarle con Augusto Pérez, el núcleo de su “Niebla“. Sigue leyendo