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Napoleón

El ejército español de José Napoleón

En Literatura por

Cuando, en el verano de 1808, tras los sucesos del 2 y 3 de mayo en Madrid y en otras localidades españolas, José Napoléon Bonaparte, José I de España, entraba en Madrid, lo hacía sin que hubiera guardia alguna que lo recibiera. Los Guardias de Corps y los Carabineros Reales que, como señala Luis Sorando, habían acompañado tradicionalmente a los monarcas borbones españoles, habían desertado en su práctica totalidad para unirse a los ejércitos de Castilla y Andalucía, respectivamente. El nuevo rey tuvo que recurrir a la Guardia Imperial de su hermano, y, más tarde, a su anterior Guardia Real napolitana.

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Borodinó o el fin del Primer Imperio francés

En Historia por

“–Sire, je ne m´attendais pas à moins qu´à vous trouver aux portes de Moscou [Sire, esperaba por lo menos encontrarle a las puertas de Moscú] –dijo De Beausset.

Napoleón sonrió […].

–Sí, eso está bien para usted, que le gusta viajar […]. Dentro de tres días estaré en Moscú. Probablemente no esperará usted ver una capital asiática; será un viaje agradable.”

Lev Tolstói, Guerra y paz (Libro III, 2ª parte, capítulo 26).

Así es como el gran maestro de la narrativa rusa, Lev Tolstói, reconstruye en su obra magna Guerra y paz el encuentro entre Napoleón y dos de sus subordinados, el prefecto del palacio imperial francés M. De Beausset, y el coronel Fabvier el 25 de agosto (6 de septiembre, según el calendario gregoriano) de 1812, víspera de la batalla de Borodinó, en el cuartel general francés en Valuievo.

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Teopolítica catalana: una aspiración a abrazarlo todo

En Cataluña/España por

Es arriesgado tratar de explicar un fenómeno político de masas según un número limitado de causas. Los acontecimientos multitudinarios de los últimos años en Cataluña y, especialmente, de los últimos meses, tiran por tierra cualquier análisis que pretenda reducir el “problema catalán” a una demanda económica, a un simple movimiento de protesta por la corrupción, de mayor “libertad” política, o a un intento encubierto de revolución.

No parece improbable que, pese a la ilusión de homogeneidad que imprimen las banderas, entre los centenares de miles de personas que han salido a la calle haya por lo menos otros tantas perspectivas acerca del presente, cada una con sus matices y, a menudo, no compatibles las unas con las otras. Sigue leyendo

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