Revista de actualidad, cultura y pensamiento

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Por un patriotismo de lo cotidiano

En España por

Al ejercer nuestra libertad experimentamos a menudo cierto temblor. Hay en ella algo fascinante y trágico a la vez. Nos da miedo – como decía Erich Fromm – y a la vez la anhelamos. Como hombres modernos que somos, hijos de nuestro tiempo, reconocemos que sin ella corremos el riesgo de deshumanizarnos, y de que solo con ella podemos articular nuestra vida religiosa, política y social. La libertad, por presentarla en positivo, es “don”, como supo ver Miguel de Cervantes. En la llamada “civilización europea” (Guizot), la lucha por la libertad política es desde Grecia hasta la actualidad nuestra seña de identidad, el gran estandarte europeo, si bien, constantemente amenazado por enemigos y supuestos benefactores. La libertad se asemeja así a una doncella en constante peligro de profanación.

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MELOPEA con Borja Sémper: “Se avecina una nueva crisis territorial. El nacionalismo vasco necesita gasolina”

En Entrevistas por

Borja Sémper es un político inusual, que casi malacostumbra a la sociedad para con el grado de interacción que ofrece la gran mayoría de sus compañeros de profesión. Hablar con Sémper es hablar con claridad. Hace un esfuerzo por morderse la lengua, escapa de convencionalismos y se explica con la efusividad del que siente que en sus argumentos hace coincidir razón, emoción y experiencia. Quizá por todo esto sea uno de los rostros del ‘PP de extramuros’ más mediático y conocido. Quizá por eso fue el protagonista de la IX Melopea Democresiana, y por eso el coloquio se convirtió en un auténtica mesa redonda.

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MELOPEA con Luis Gonzalo Díez: “La identidad cultural contra un enemigo es muy útil, pero luego se puede convertir en un régimen dictatorial”

En Entrevistas por

“Abro la ventana de Herder para oxigenar los discursos estereotipados de la actualidad”. Luis Gonzalo fue el protagonista de la VIII Melopea Democresiana, que tenía como fin ahondar en la idea del nacionalismo, precisamente huyendo de discursos manidos.

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Nacionalismos, democracia e identidad: un acercamiento a la Melopea de Luis Gonzalo

En Pensamiento por

El jueves 23 de mayo el sociólogo y ensayista Luis Gonzalo Díez abordará algunas de las principales conjeturas de la actualidad política española, como el sentimiento nacional, la idea de democracia y otros asuntos identitarios.

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La grandeza de la Hispanidad: una aproximación

En España por

“Vé amugronar en otro hemisferio, junto con la española pujanza, el árbol de la Cruz, y el mundo reflorecer á su sombra”.

J. Verdaguer. La Atlántida

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Defensa de España (identidad, mundialización y desafío soberanista)

En España por

La Leyenda negra ha calado, mutatis mutandis, en una generación de españoles. Nuestros símbolos son oscurecidos, nuestra identidad parece problemática y nuestra convivencia resulta difícil. Una ficción perfectamente construida, donde el pasado nacional parece una losa comunitaria y no un legado del que aprender, el presente se convierte en conflicto permanente y no en el escenario para crear juntos, y el futuro se vislumbra lleno de amenazas y no de posibilidades. Y sobre ella se ha legitimado el proyecto contemporáneo de destrucción de la idea y de la realidad de la Nación española, desde la descalificación general de su significado identitario y desde la ruptura de su unidad territorial y democrática, siendo Cataluña y su doble proyecto rupturista-expansionista el escenario visible de ello. Sigue leyendo

Solo los animales nos salvarán

En Cataluña/España/Pensamiento por

Desde que tengo uso de razón, he mirado por encima del hombro a los animales en tanto representante de una especie noble para la cual burros, cerdos, perros y hormigas no pasan de ser oscuros y anónimos siervos de la gleba. Durante mucho tiempo, he dado por supuesto que el Antiguo Régimen que separa jerárquicamente a la especie humana del resto de especies animales formaba parte de la Gran Cadena del Ser y, por ello, era incontrovertible.

Mas todo cambió revolucionariamente un sábado de noviembre cuando regresaba a casa después de un largo y ensimismado paseo galdosiano por la ciudad de mis amores. Puede decirse sin asomo de exageración que sufrí una catarsis, que experimenté una revolución interior fruto de la cual fue el derrumbamiento de mis certezas aristocráticas y etnocéntricas respecto de los animales no humanos. Sigue leyendo

Teopolítica catalana: una aspiración a abrazarlo todo

En Cataluña/España por

Es arriesgado tratar de explicar un fenómeno político de masas según un número limitado de causas. Los acontecimientos multitudinarios de los últimos años en Cataluña y, especialmente, de los últimos meses, tiran por tierra cualquier análisis que pretenda reducir el “problema catalán” a una demanda económica, a un simple movimiento de protesta por la corrupción, de mayor “libertad” política, o a un intento encubierto de revolución.

No parece improbable que, pese a la ilusión de homogeneidad que imprimen las banderas, entre los centenares de miles de personas que han salido a la calle haya por lo menos otros tantas perspectivas acerca del presente, cada una con sus matices y, a menudo, no compatibles las unas con las otras. Sigue leyendo

El mito y el pecado del revisionismo

En Asuntos sociales/Cultura política por
Una visión romántica de la Conquista de América.

Ayer volví a leer el excelente artículo de Santiago Huvelle, El Espejo de América. En él relata cómo el Western es algo más que un género en los Estados Unidos de Norteamérica: es su propio mito. Y presentaba también de forma a la vez rápida y clara, la devaluación del mito en la cultura cinematográfica que le dio esplendor. Hoy se vuelve a retomar, especialmente en las series. Lo que para el autor evidencia un interés renovado por arraigar la propia cosmovisión americana.

Porque, en el fondo eso es el mito. Todos los países tienen sus mitos, todas las profesiones, todos los hombres. Porque el mito dice algo de nosotros mismos, de nuestra cultura, que escapa de los sesudos libros de historia nacional. Estados Unidos necesita del Western –y hasta cierto punto de los superhéroes– para completar algo que la historia no dice: su vocación nacional, su forma de ver el mundo… el relato de fondo, más allá de la propia historia, que da sentido a su historia. Sigue leyendo

El hogar catalán y el castillo español

En Cataluña/Cultura política/España por

El problema catalán ha puesto sobre la mesa una clásica cuestión política que tiene que ver con nuestro entendimiento de qué es una democracia. Montesquieu y Rousseau ilustrarían dicha cuestión de manera paradigmática. Permítanme reconstruir la polémica entre ambos mediante la metáfora del castillo y del hogar. Metáfora que remite a la vida castellana, serena y apacible, de Montesquieu en La Brède y a la vida errante, agitada y desgraciada, de Rousseau. Perseguidor infatigable de un hogar utópico que colmase su yo, fuese el de una república al modo de Esparta o el de un grupo familiar, autónomo y autosuficiente, como el de Clarens.

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La Pareidolia nacionalista

En Cataluña/España por

La pareidolia consistente en el reconocimiento de patrones significativos como rostros humanos, caras o formas, en estímulos ambiguos y aleatorios como objetos inanimados, siendo una deformación psicológica de la realidad a través de la percepción visual.

Cuando una elite políticosocial se anquilosa en las instituciones que dan forma a una suerte de gobierno, se produce una calcificación de la maquinaria que rige los destinos de una sociedad, pasando de tener unos intereses universales a unos intereses sectarios y excluyentes. Éstos, empiezan sólo a producir en beneficio de una casta apoltronada en un poder que suele desarrollar sus actividades en un oscurantismo favorecedor para una corrupción endémica. Fue Tácito quien dijo que “Cuanto más corrupto es el estado, más leyes necesita”, pero no es tanto el nivel cuantitativo de sus entramado legislativo sino el cualitativo que hace referencia a la calidad de las normas que lo rige. Sigue leyendo

Los dos círculos de la democracia

En Cataluña/Cultura política/Pensamiento por

Perdonen que uno vuelva al manido tema catalán, pero si una virtud tiene tal turbamulta es permitirnos pensar qué es y qué no es una democracia, explorar y llegar a comprender mejor nuestro sistema político y, quizá lo más importante, sus límites. Aquel punto más allá del cual nos precipitamos al vacío.

El manido tema catalán me ha llevado a percibir que nuestras democracias representativas giran en torno a dos círculos. Uno sería lo que cabe denominar el círculo liberal. Este estaría vinculado con el imperio de la ley, la división de poderes y el pluralismo. Es un círculo yo diría que oscuro, que solemos pasar por alto, pero en el que reposa el significado más profundo de nuestra democracia. Es decir, aquellas ideas y procedimientos que, decantadas por siglos de luchas y conflictos, nos han permitido alumbrar un sistema de libertad en el que tenemos el derecho, como diría Odo Marquard, a ser diferentes sin sentir miedo. Sigue leyendo

Francia y la nueva política

En Mundo por

El pasado 23 de abril, Emmanuel Macron y Marine Le Pen se convirtieron en los dos candidatos más votados entre los once aspirantes a presidir la República de Francia. Como ninguno recibió apoyo de más del 50% del electorado, ambos se verán las caras en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales prevista para el próximo 7 de mayo.

La situación, aunque previsible, no deja de ser histórica. Por primera vez en su historia, la V República será presidida o bien por un hombre menor de 40 años o bien por una mujer. También es insólito que tanto los republicanos conservadores como los socialistas hayan quedado fuera de la carrera hacia el Elíseo tras la primera vuelta. No obstante, lo más reseñable es la nueva dicotomía que encarnan uno y otro candidato: por un lado, el socioliberalismo europeísta de Macron y su movimiento En Marcha; por el otro, el nacionalismo populista de Le Pen y el Frente Nacional. Sigue leyendo

Polonia: la contrarrevolución conservadora en el siglo XXI

En Mundo por
  1. Europa y la identidad nacional

El 13 de septiembre de 2016 el Parlamento europeo, en sesión monográfica y extraordinaria, se reunió para debatir, y condenar, la considerada como “deriva autoritaria” del Gobierno de Polonia, dominado desde el año anterior por el partido conservador Ley y Justicia (Prawo i Sprawiedliwość, PiS). Se denunciaba, especialmente desde los grupos socialistas y liberales de la Eurocámara, el proceso de crecimiento de sus posturas eurofóbicas contrarias a los Derechos humanos. Así se cuestionaban públicamente, y en primer lugar, sus intentos de reforma unilateral del Tribunal constitucional; en segundo lugar, el control de los medios de comunicación, tanto  públicos como privados; en tercer lugar, su postura antiinmigración contraria a la acogida de refugiados; y en cuarto lugar, sus medidas de protección de la Familia natural y de limitación del aborto. Sigue leyendo

La elección de la identidad

En Cultura política/Mundo por

Nacionalismo identitario vs. liberalismo progresista como dialéctica ideológica en el siglo XXI

Una convocatoria electoral, intrascendente tradicionalmente, señaló la esencia ideológica de la Identidad colectiva en el nuevo tiempo histórico de la Globalización (o Mundialización, en un sentido más completo).

La elección del nuevo Presidente de Austria en 2016, cargo más honorífico y representativo que ejecutivo, llenó las portadas de la prensa de medio mundo. Norbert Hofer, del nacionalista FPÖ, y Alexander Van der Bellen, del minoritario partido ecologista, se disputaban en una reñida segunda vuelta un cargo que durante medio siglo a casi nadie importó. Por primera vez en la Europa postbélica, un candidato más allá de la derecha tradicional podría convertirse en Jefe de Estado de un país occidental. Sigue leyendo

ETA

En España por

Hay una  historia que repugna tener que contar. Una historia triste, con héroes olvidados y villanos enaltecidos. Una historia donde los buenos no ganan y los malos no pierden. Una historia que huele a sangre y  a plomo. Una historia de amenazas y chantajes, de secuestros y extorsiones. Una historia de bombas en los coches y tiros en la nuca: la historia de ETA.

Sin embargo, tan infame como la propia historia ETA es la idea que de ella se está contando. El relato que hace pocos años sólo era repetido por los propios terroristas y por los que expresa o tácitamente los apoyaban, ahora ha calado en buena parte de la sociedad española que ha interiorizado muchos de los principios de la cosmovisión abertzale. A tratar de desmontar alguno de ellos dedicaré este articulo.

I. Los comienzos

En primer lugar,  hablemos del mito fundacional. ETA nace en pleno régimen de Franco como oposición armada al mismo. Esto hizo  que muchos españoles que militaban en la causa antifranquista vieran con simpatía unas acciones que interpretaban que iban destinadas a provocar la caída de la dictadura y acelerar, en consecuencia, la llegada de la democracia. Nada más lejos de la realidad. ETA no quiso acabar con la dictadura franquista sino sustituirla. Prueba de ello es que son precisamente los años inmediatamente posteriores a la aprobación de la Constitución en los que ETA despliega todo su potencial criminal.

 

Muchos vieron con simpatía unas acciones que creían que iban destinadas a provocar la caída de la dictadura. Nada más lejos de la realidad.

 

Frustrar la consolidación de un sistema democrático que garantizase la libertad y la igualdad de todos los españoles, que albergase en su seno todas las opciones políticas y que reconociese la diversidad cultural y social del país se convirtió en su principal objetivo.

Aunque el proyecto político de ETA era incompatible con la incipiente democracia se hicieron importantes esfuerzos por tratar de integrar a todos lo que habían militado en la organización. Así, nada más morir Franco, hubo un indulto general  del que se beneficiaron 12.000 presos,900 de ellos presos por razones políticas, en 1976 una amnistía parcial y en 1977 una amnistía general que supuso la liberación de todos los presos de ETA. Es verdad que hubo militantes de ETA que aprovecharon la situación para reconducir sus vidas y abandonar en terrorismo, pero no es menos cierto que la organización aprovechó esta situación para coger fuerza e incrementar de manera despiadada la dinámica criminal.

Además, la estrategia de ETA esos años es especialmente macabra: pone en su punto de mira a militares y guardias civiles, tratando de provocar así una reacción golpista. Había que acabar con la democracia y ETA encontró un instrumento utilísimo para ello en los sectores mas reaccionarios e inmovilistas del régimen anterior.

II. Un proyecto totalitario

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Es importante recordar que ETA es una organización política. Esta es una idea que no por obvia hay que dejar de repetir –más aun cuando vemos las reacciones  que provoca en mucha gente oírla en boca de Pablo Iglesias o Monedero–. Los miembros de ETA no matan por sadismo, odio o perversión. Los asesinatos son fríos y calculados, obedecen a una estrategia. ETA quiere imponer una dictadura identitaria de corte estalinista sobre el País Vasco, Navarra y el llamado País Vasco francés y para ello recurre a la violencia. La violencia es una herramienta, en ningún caso un fin.

 

La violencia es una herramienta, en ningún caso un fin. Su proyecto totalitario sigue siendo el mismo.

 

Por lo tanto, no debemos olvidar que aunque ETA no mate, lo que sin duda es una buena noticia, la izquierda abertzale no ha renunciado a ninguno de sus objetivos. Su proyecto político totalitario sigue siendo el mismo, simplemente considera más eficaz para su consecución dejar la violencia. Estemos atentos, para no dejarnos engañar, por todos aquellos que, diciendo que condenan la violencia ¡venga de donde venga! –desconociendo que uno de los principios básicos de cualquier democracia es el monopolio de la violencia por parte del Estado–, comparten proyecto político con los asesinos. Además,  quien así se pronuncia está legitimando  la actividad terrorista porque ante un violencia injusta la respuesta violenta se vuelve justa.

III. No es democracia

Ante el relato que  nos habla de bandos enfrentados, victimas de todas partes y sufrimiento colectivo es imprescindible plantarse y poner pie en pared. Digámoslo claro: la democracia no ha tenido una oportunidad en el País Vasco desde antes de la guerra civil. A los cuarenta años de régimen de Franco hay que sumarle otros cuarenta mas de totalitarismo etarra. No hay democracia en donde te expones a que te peguen un tiro si te sales de la ortodoxia nacionalista. No hay democracia donde la gente huye  de sus pueblos y ciudades por pensar diferente. No hay democracia donde la gente habla en voz baja de política, o no habla directamente. La opresión social, política e institucional ha sido tan fuerte que se cuentan por decenas de miles los exiliados. Si a ellos les sumamos los centenares de muertos y el incontable numero de sometidos por el terror vemos que ha tenido lugar es un verdadero intento de limpieza étnica y política.

 

Ha habido un verdadero intento de limpieza étnica y política en el País Vasco.

 

Esta situación pone aún más en valor la actitud de algunos ciudadanos que han plantado cara al terror y se han atrevido a condenar públicamente los crímenes que se estaban cometiendo. Mientras muchos miraban –bien por complicidad, bien por cobardía– para otro lado , hubo héroes que se atrevieron a salir a la calle, jugándose y perdiendo la vida, a plantar cara a los asesinos. Son una minoría a la que además se sigue intentado silenciar. Antes molestaban a los asesinos y sus cómplices, ahora a los profetas del nuevo “tiempo de paz”.

Tiene lógica que aquellos a los que el terror etarra les daba importantes réditos en forma de votos o  de puestos de trabajo quieran que se pase página rápido y no se rebusque entre la basura (no vaya a ser que descubramos como se beneficiaron del sufrimiento de tanta gente). También que aquellos cuyo silencio cómplice, y dinero, se tradujo en estrellas Michelin o fama internacional nos intenten contar una narración de los hechos tan falsa como inmoral. Pero no la tiene la rapidez con la que el resto hemos asumido ambas cosas.

Fernando Savater escribió un articulo, que a todos recomiendo, al hilo de la casi victoria de los partidos constitucionalistas en las elecciones autonómicas vascas del año 2001.  El Partido Socialista y el Partido Popular fueron de la mano para ofrecer una alternativa no nacionalista. Jaime Mayor Oreja y Nicolás Redondo lideraron el proyecto, acompañados en el ámbito civil del propio Savater. En los años anteriores ETA había asesinado a Gregorio Ordóñez, a Miguel Ángel Blanco o a Fernando Buesa. Como en la Transición los militares o guardias civiles, o después jueces o fiscales, ahora los políticos de alguno de esos dos partidos se habían  convertido en objetivo prioritario. Las elecciones no se ganaron, pero abrieron, a pesar de la frustración, una rendija a la esperanza.

El articulo se titula “Viva el perder” y quiero que su ultimo párrafo sea también el de este artículo:

Sentirse animado o desanimado ahora es ya cuestión de carácter. Comprendo muy bien a los que, ante el olor y el color de lo que han sacado a flote estas elecciones, sienten la tentación de tirar de la cadena y marcharse dignamente. Pero yo prefiero acordarme de aquel ácrata, ‘tipógrafo que fue de La Moderna’ en el bello poema de Félix de Azúa, que gritó ante el pelotón de fusilamiento: ‘¡Viva el perder!’. Y permanezco junto a los que siguen jugando, aun sabiendo que hay tantas cartas marcadas. A los acomodaticios, a los resignados, a los amonestadores que todo lo adivinaron antes que nadie pero procuraron decirlo después, a quienes nos preguntan: ‘¿Habéis aprendido la lección? ¿Os arrepentís?…’, les responderemos la palabra sagrada con la que empieza la libertad: ‘¡No! Claro que no’.

Reformar la Constitución

En España por

Nunca fue buena idea tomar decisiones importantes cuando uno ha bebido algo más de la cuenta, al igual que tampoco lo es compartir las propias intimidades con los compañeros de borrachera o atender a sus consejos. Todo el que acostumbre a salir de vez en cuando por las noches a divertirse un rato (quizá los que solían hacerlo lo recuerden también) sabe que, a esas horas, todos los gatos son pardos; los amigos, íntimos; los enemigos, antagónicos y las reflexiones, grandilocuentes y poderosamente atractivas.

Ocurre que, de vez en cuando, en esos momentos de euforia o depresión, alguien decide que es el momento de arreglar las cosas con su anterior pareja llamándole –borracho– a altas horas de la madrugada, llega a la conclusión de que es hora de someterse a un cambio de ‘look’, o comete la estupidez de demostrar que es capaz de saltar de un balcón a otro. Sigue leyendo

Catalanes: ¡siempre seréis españoles!

En Cataluña/Elecciones 27S/España por

img_art_14518_6388Decía Jacques Maritain, inmerso ya en la Europa de la posguerra y sintetizando la larga erudición de los filósofos clásicos, que en la realidad social del ser humano, en el hecho colectivo, debían diferenciarse dos entidades materialmente semejantes pero diferentes en cuanto a la forma.

Hablaba de “communitas” y de “societas” para referirse al grupo humano. Communitas sería aquél al que se pertenece por nacimiento, y societas designaría la asociación (disculpen la redundancia), nacida de un consorcio de voluntades creadoras, de una pluralidad de hombres en aras de un fin predeterminado.

De la comunidad, siempre según el autor francés, debían predicarse análogamente las notas que en Metafísica u Ontología se predicaban del concepto “natura“, en concreto aquélla por la cual esto es esto y no aquello, previa a la esfera de la libertad. Así ocurriría, por ejemplo, con la comunidad más básica posible, que es la familia. Nadie pertenece a una familia concreta por decisión propia ni puede liberarse del título a voluntad: uno nace, no se hace un apellido concreto. Siempre seremos hijos de nuestros padres por mucho que maniobremos en contrario. La ciencia aún no ha avanzado lo suficiente como para operarlo. Sigue leyendo

Faunos, ninfas y trasgos de la Cataluña independiente

En Cataluña/España por

Hacia delante y hacia detrás. Se mire como se mire, la promesa de una Tierra Prometida al oeste del Mediterráneo tiene todos los rasgos de una epopeya de carácter mítico, de una lucha milenaria entre el bien y el mal, entre la opresión y la libertad de un pueblo que, una vez emancipado, tendrá “helado de postre todos los días”. Sigue leyendo

Pido una muestra de apoyo para Freixenet

En Cataluña/Democultura/España/Publicidad por

 

Si no lo has visto todavía, tienes que verlo.

El final del anuncio de Navidad para este año de la empresa Freixenet levanta pasiones. No, claro que no me refiero a las bailarinas: me refiero al brindis entre David Bisbal y María Valverde por cien años más juntos. Parecía una expresión inocente: ¡hola, España! Llevamos 100 años de vida, y queremos celebrarlo contigo brindando por otros 100 años más juntos.

Pero… ¡Claro…! ¿Qué diantres significa juntos? Al parecer no se refieren a otro centenario de Freixenet junto a nosotros en la despensa; al menos España no ha querido interpretarlo así. ¿Los criterios hermenéuticos? Pues quizá que no han sido precisamente Oriol Junqueras y Artur Mas los invitados al brindis navideño, sino un andaluz y una madrileña orgullosos de sus nacionalidades (en la desafortunada expresión de nuestra misma Constitución) y su condición española. Bueno, sí… Quizá tengan algo que ver también las declaraciones de José Luis Bonet, presidente de la empresa catalana, en el diario New York Times allá el octubre del año pasado y la subsiguiente polémica: “Cataluña es España y así debería continuar“, se atrevió a decir el valiente. ¡La que lió el empresario…!

Y este año 2014 no podía ser menos: ahí tenéis a Elena Ribera, diputada de CiU, echando humo a mansalva en el Parlamento autonómico, algo enfadadilla la chica, tuiteando cabreos y proponiendo medidas para levantar la economía de la nacionalidad catalana:

 

 

(Yo, si fuera tú, le tuiteaba algo bonito: ahora es un buen momento).

 

 

(Yo, si fuera tú, me hacía eco con el mismo hashtag: ahora sigue siendo un buen momento).

Por mi parte… Señores: no tengo un duro; ahora mismo acabo de meter mi mano en el bolsillo derecho de mi pantalón vaquero y he descubierto que me quedan 3 céntimos de euro; probablemente de mi última compra en Dia (que no entiendo por qué rayos no ponen precios a los productos algo más redondos; cuando ando parezco una pandereta…). Eso sí, aunque no sé cómo voy a hacerlo, estad seguros de que esta Nochebuena brindo con Freixenet ante una foto de Bonet. Está claro: esta Navidad me quedaré sin langostinos, pero por mis santos apellidos que descorcho un cava de la marca.

Desconozco si es una estrategia de ventas (probablemente) o si en estas Fiestas de 2014 la innovadora publicidad del producto es algo accesorio para J. L. Bonet: lo que sí sé es que estoy hasta el moño de reclamos independentistas y de que sólo se oigan las voces de los partidarios de la secesión. Echaba en falta algo como lo de Bonet que, además, no es nuevo en el bando de opositores a la escisión catalana. Y si ya he pagado mi parte de los miles de millones de euros de Bárcenas, de Granados y de los socialistas andaluces (y de Podemos; éstos sin haber subido aún al poder… ¡Telita, Pablito!), algún eurillo caerá con gusto de mi cartera para un empresario que organiza así su estrategia publicitaria. Haz tú lo mismo, y no permitas que prospere el boicot de los malos catalanes.

Y que viva España. ¡Olé!

¡Salud!

España es Cayetana (unos más que otros)

En España por

 

 

 

Nuestras vidas son los ríos que van a para a la mar, allí van los señoríos…” (Jorge Manrique, siglo XV)

 

En España hay quien llora estos días la muerte Cayetana Fitz-James Stuart, la duquesa de Alba, fallecida este martes por una infección pulmonar. También hay, como suele ser corriente en esta nuestra España, quien aprovecha el ‘trending topic’ de las redes sociales para vertir en ellas y tratar de contagiar sus reivindicaciones y su odio, aunque sea a costa de los muertos.

Lo cierto es que no me resulta extraño que haya a quien le moleste la supervivencia de ciertas formas de aristocracia, que sin duda son vestigios de un sistema que, gracias a Dios, no tiene ya lugar en España. No es que tenga nada en contra de los aristócratas, que con toda seguridad son muy majos, pero considero un orgullo poder disfrutar o sufrir –según el día– un sistema democrático.

El matrimonio Democracia-Estado del Bienestar nos prometió en su día construir una sociedad en la que todo hombre y mujer fueran vistos como iguales ante la ley y depositarios de idénticos derechos y, a la vez, avanzar hacia un sistema que garantizase que todo el mundo pudiese disfrutar de los servicios básicos y las oportunidades necesarias para desarrollarse en condiciones de libertad.

Esa, claro está, era solamente la promesa. Lo cierto es que tanto los últimos derroteros de la política española, como los orígenes del actual régimen, son testigos de que democracia y Estado del Bienestar son los únicos inocentes en el actual régimen de desigualdad y frustración que azota el país.

El ‘café para todos’ fue la claudicación primera que cercenó la posibilidad de que se cumpliera la utopía democrática. Los españoles –a menudo los mismos que derraman su bilis sobre el nombre de la difunta– somos los primeros reacios a renunciar a nuestra “diferencia” particular, a nuestros “derechos” históricos, que no son otra cosa que privilegios del mismo orden que los de la duquesa. En el fondo, todos somos un poco Cayetana.

Así, desde lo más amplio hasta lo más particular, encontramos que el “autonomismo” (por llamarlo de algún modo) ha derivado en fueros y fiscalidad propia para unos, amplios estatutos de autonomía para otros, o reivindicaciones nacionalistas en regiones que, a falta de historia que sustente sus propios privilegios, hacen dela “cultureta” popular –o el paletismo, según se mire– un signo de identidad diferenciador.

Si bajamos a lo más tangible, el puñado de kilómetros que separan a los pueblos y ciudades de unas comunidades autónomas, de los de otras, determinan el presupuesto que reciben las escuelas de ambas, los servicios a que tiene derecho quien acude a un hospital o las ayudas que recibe para atender a sus mayores.

Todo ello, debido a un sistema que invita a la diferenciación de sus ciudadanos (¿cuántas comunidades autónomas tienen un origen histórico seriamente fundamentado? ¿No son los privilegios de las regiones históricas propios del Antiguo Régimen?) y pone al servicio de la diferencia los derechos más básicos de la población, convirtiéndolos así en privilegios o desventajas, en función de cuál sea el terruño al que halla ido a echar raíces cada uno.

Igualdad, sí. Pero igualdad para todos.

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