La Niza virtual
El otro día encendí el televisor y tuve una epifanía. Retransmitía la cadena un reportaje especial sobre el atentado de Niza, cuyo recuerdo aún nos conmociona, y centraron el objetivo en un hospital de la zona.
Explicaba un facultativo que desde la masacre se había producido una oleada de donaciones de sangre, y que seguían llegando ciudadanos generosos a sus puertas a pesar de que habían emitido un comunicado público afirmando que poseían suficiente.
En ese momento la cámara se posó sobre una mujer –ni alta ni baja, ni gorda ni flaca, ni vieja ni joven–, a la que con toda seguridad habían interrogado sobre los móviles de su conducta, que así respondía: “ya, si ya sé que no hace falta más sangre, pero es mi forma de acercarme a las víctimas y mostrar mis condolencias“. Sigue leyendo