Revista de actualidad, cultura y pensamiento

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Igualdad

El pesimismo de la igualdad

En Asuntos sociales por

Alexis de Tocqueville señalaba, en su clásico La democracia en América, que la igualdad no se vincula necesariamente con la felicidad. Al respecto, le llamó poderosamente la atención cómo el estadounidense medio vivía angustiado precisamente por aquello que debía contribuir a su felicidad.

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Blanca de los Ríos o el feminismo ensalzado

En Mujer y género por

Hay una generación española de hombres y mujeres de letras de una calidad humana y literaria difícilmente igualable. La historia los ha aglutinado a todos bajo el nombre de la “generación de plata”, quizás en injusta comparación con aquellos del “siglo de oro”. Dentro de esa generación hay una mujer que brilló con luz propia. Erudita, experta en sus hermanos de aquel siglo aúreo, luchadora por la unión de las Américas y feminista, Blanca de los Ríos fue una mujer destacable.

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Defensa de España (identidad, mundialización y desafío soberanista)

En España por

La Leyenda negra ha calado, mutatis mutandis, en una generación de españoles. Nuestros símbolos son oscurecidos, nuestra identidad parece problemática y nuestra convivencia resulta difícil. Una ficción perfectamente construida, donde el pasado nacional parece una losa comunitaria y no un legado del que aprender, el presente se convierte en conflicto permanente y no en el escenario para crear juntos, y el futuro se vislumbra lleno de amenazas y no de posibilidades. Y sobre ella se ha legitimado el proyecto contemporáneo de destrucción de la idea y de la realidad de la Nación española, desde la descalificación general de su significado identitario y desde la ruptura de su unidad territorial y democrática, siendo Cataluña y su doble proyecto rupturista-expansionista el escenario visible de ello. Sigue leyendo

El neologista prometeico o cómo hemos entrado en un delirio cultural

En Pensamiento por

El uso indiscriminado de neologismos que fuerzan el lenguaje y provocan un efecto de artificialidad se ha vuelto frecuente en nuestra sociedad en cuanto instrumento para la defensa de distintas causas sociales, como la crítica del “heteropatriarcado” o del “especismo”. Detrás de este uso orientado ideológicamente, se percibe el aliento prometeico de un servicio benemérito a la sociedad, una honda preocupación por contribuir a su bienestar y a la destrucción de todas aquellas actitudes, hábitos y mentalidades que bloquean su perfeccionamiento.

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Empecemos por el fútbol y acabaremos antes

En Asuntos sociales por

Entenderán ustedes que siendo británico, hombre de bien y admirador de la hermandad prerrafaelita, un servidor ande un poco cabizbajo últimamente. La gota que ha colmado el vaso de mi bien adiestrada flema ha sido la retirada de la Manchester Art Gallery del cuadro “Hylas y las ninfas” de John William Waterhouse.

Aunque en última instancia es más que probable que semejante ignominia haya tenido una finalidad exclusivamente publicitaria (lo que no sabemos bien si constituye un eximente o un agravante), lo cierto es que subirse al carro del #MeToo a costa de la memoria de pintores que fallecieron hace más de un siglo no parece una acción excesivamente elegante ni valiente. Sigue leyendo

Justicia, no igualdad, ¡justicia!

En Asuntos sociales/Mujer y género/Pensamiento por

Escucho en cierta cadena de televisión: “Les contamos el caso de una señora que ha sufrido desigualdad” (lo que seguía era lo mismo de casi siempre: un caso de injusticia presentado como desigualdad). ¿Que ha sufrido desigualdad? ¡Pero cómo va a haber sufrido desigualdad si la vida es esencialmente desigual! ¡Esa señora ha sufrido la vida, entonces! La vida es desigual (pero no como la marca Desigual, que, para ser franca, debería llamarse Todosigual). Esa señora puede haber sufrido y seguramente haya sufrido una injusticia tremenda e inaceptable, pero no ha sufrido desigualdad. Le voy a explicar por qué. Sigue leyendo

Salvador de Madariaga: “Los problemas nos solucionan”

En Dialogical Creativity/Pensamiento por

Salvador de Madariaga Rojo habló para TVE en 1978, recién estrenada nuestra democracia, desde su retiro en Locarno (Suiza), poco antes de fallecer. Le preguntaron por los problemas que debería afrontar España y los problemas que debían afrontar los propios españoles durante lo que se ha dado en llamar años de la Transición.

De España dijo los siguientes: el vasquismo y el comunismo. Porque los independentistas vascos no admitían ninguna postura que pudiera aceptar el resto de los españoles y porque el comunismo no es lo que parece y, por lo tanto, es peligroso. Su visión me parece ahora providencial. Sigue leyendo

Los hombres libres de Jones

En Cine/Democultura por

Dijo uno que el racismo se cura viajando. Pero no a los Estados Unidos de América.

El 16 de septiembre llega a la gran pantalla Los hombres libres de Jones(“The Free State of Jones” es el título original), un relato basado en hechos reales, sumergido en la contienda que iba a enfrentar en 1861 a los Estados de la Unión con los Confederados del sur. Sigue leyendo

Algunas consideraciones inapropiadas

En Cultura política/España/Pensamiento por

¿Por qué el debate público se encuentra intelectualmente cosificado?

Desigualdad, paro, pobreza, empleo, bienestar… han terminado funcionando como cifras terminológicas de datos estadísticos que trasladan un significado unívoco y cerrado sobre la realidad social.

No son palabras discutidas intelectualmente, problematizadas en tanto nombran una experiencia moral compleja y, por ello, por estar vinculadas con los casos concretos de personas singulares, poseen muchas caras y ofrecen amplias posibilidades de interpretación. Al contrario, esas palabras operan como bloques sin fisuras, estructuras simbólicas cuyo sustrato estadístico las transforma en torres inalcanzables para cualquier tentativa de comprensión moral de lo que representan. Sigue leyendo

¡Una de democracia!

En Cataluña/Elecciones 27S/España por

“Nosotros hemos intentado dialogar, pero el Estado Español nos ha fallado, se ha negado a reconocer la singularidad de Cataluña y su encaje dentro del proyecto español. No tenemos nada más que hablar.”

Con palabras similares a estas el presidente de la Generalitat de Catalunya, Artur Mas, pretende darle la vuelta a la tortilla –esto es, a su pretensión de romper con toda legalidad y separarse de España— y vender al mundo entero que su proyecto busca, en realidad, garantizar la democracia frente a la “opresión”. Sigue leyendo

España es Cayetana (unos más que otros)

En España por

 

 

 

Nuestras vidas son los ríos que van a para a la mar, allí van los señoríos…” (Jorge Manrique, siglo XV)

 

En España hay quien llora estos días la muerte Cayetana Fitz-James Stuart, la duquesa de Alba, fallecida este martes por una infección pulmonar. También hay, como suele ser corriente en esta nuestra España, quien aprovecha el ‘trending topic’ de las redes sociales para vertir en ellas y tratar de contagiar sus reivindicaciones y su odio, aunque sea a costa de los muertos.

Lo cierto es que no me resulta extraño que haya a quien le moleste la supervivencia de ciertas formas de aristocracia, que sin duda son vestigios de un sistema que, gracias a Dios, no tiene ya lugar en España. No es que tenga nada en contra de los aristócratas, que con toda seguridad son muy majos, pero considero un orgullo poder disfrutar o sufrir –según el día– un sistema democrático.

El matrimonio Democracia-Estado del Bienestar nos prometió en su día construir una sociedad en la que todo hombre y mujer fueran vistos como iguales ante la ley y depositarios de idénticos derechos y, a la vez, avanzar hacia un sistema que garantizase que todo el mundo pudiese disfrutar de los servicios básicos y las oportunidades necesarias para desarrollarse en condiciones de libertad.

Esa, claro está, era solamente la promesa. Lo cierto es que tanto los últimos derroteros de la política española, como los orígenes del actual régimen, son testigos de que democracia y Estado del Bienestar son los únicos inocentes en el actual régimen de desigualdad y frustración que azota el país.

El ‘café para todos’ fue la claudicación primera que cercenó la posibilidad de que se cumpliera la utopía democrática. Los españoles –a menudo los mismos que derraman su bilis sobre el nombre de la difunta– somos los primeros reacios a renunciar a nuestra “diferencia” particular, a nuestros “derechos” históricos, que no son otra cosa que privilegios del mismo orden que los de la duquesa. En el fondo, todos somos un poco Cayetana.

Así, desde lo más amplio hasta lo más particular, encontramos que el “autonomismo” (por llamarlo de algún modo) ha derivado en fueros y fiscalidad propia para unos, amplios estatutos de autonomía para otros, o reivindicaciones nacionalistas en regiones que, a falta de historia que sustente sus propios privilegios, hacen dela “cultureta” popular –o el paletismo, según se mire– un signo de identidad diferenciador.

Si bajamos a lo más tangible, el puñado de kilómetros que separan a los pueblos y ciudades de unas comunidades autónomas, de los de otras, determinan el presupuesto que reciben las escuelas de ambas, los servicios a que tiene derecho quien acude a un hospital o las ayudas que recibe para atender a sus mayores.

Todo ello, debido a un sistema que invita a la diferenciación de sus ciudadanos (¿cuántas comunidades autónomas tienen un origen histórico seriamente fundamentado? ¿No son los privilegios de las regiones históricas propios del Antiguo Régimen?) y pone al servicio de la diferencia los derechos más básicos de la población, convirtiéndolos así en privilegios o desventajas, en función de cuál sea el terruño al que halla ido a echar raíces cada uno.

Igualdad, sí. Pero igualdad para todos.

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