Por tercera vez en lo que va de año, los griegos acudirán a las urnas. Dos elecciones al parlamento y un referéndum son el claro síntoma de la inestabilidad que sacude un pueblo donde parece que ya nadie entiende de oráculos.
Está claro que no son buenos tiempos para el país heleno. Desbordado por una deuda que supone el 175% del PIB, que a su vez ha descendido un 25% desde 2009, con sus consecuente y escalofriante tasa de paro (25%) –es probable que si usted es español no se haya sorprendido lo más mínimo– con más del 34% de la población bajo el umbral de la pobreza, –según la oficina de estadística griega Elstat–, y además ahora se le suma la oleada de refugiados que cada día desembarca en las islas griegas huyendo de guerras vecinas. Las administraciones públicas deben doblegar sus esfuerzos por paliar las necesidades internas al mismo tiempo que procuran asilo y salida a los recién llegados.
Al lado de este huracán, que sacude sin descanso la Hélade y las islas colindantes con cifras, monedas, estrellas y refugiados, cualquiera de las criaturas mitológicas más aterradoras parecería un dulce regalo para que cualquier osado se convirtiera en héroe. Sin embargo, como en todos los retos que ha planteado la propia mitología, cuanto mayor el reto, mayor el héroe. Sigue leyendo