En los últimos tiempos ha ido cogiendo fuerza la idea de que existe un fenómeno llamado “ideología de género” que estaría haciéndose con el dominio cultural, mediático y, cada vez más, político de nuestra sociedad. Con ello se correría el riesgo de que dicha ideología se convierta en el pensamiento oficial del Estado, inaugurando una nueva era de totalitarismo.
Quienes ven esta amenaza a menudo parecen convencidos de que se trata de una nueva arma del marxismo cultural. Un mismo perro que vuelve con distinto collar para tratar de abolir el régimen de libertades en que se basan las democracias liberales. Sin embargo, esta visión prácticamente no nos dice nada acerca de dicha ideología y cuál es la cosmovisión en la que se asienta. Conocer estos rasgos es fundamental para analizar su proyecto político y su visión acerca del hombre. También es requisito para discutirlas, dado que no es posible refutar lo que no se alcanza a comprender.
El límite es aquello que define cualquier cosa, convirtiéndola en determinable. Si no lo hubiese, sería imposible comprenderla, como mucho podríamos intuirla pero, en ningún caso, dominarla. Así es lo infinito, lo eterno, el ser, el tiempo, lo omnipotente, la divinidad, la libertad y, antes que todo ello, la existencia humana.
Las preguntas fundamentales nos provocan crisis porque son, al fin y al cabo, indefinibles: ¿Qué es el tiempo? ¿la eternidad? ¿el ser? ¿la libertad? Cualquier fórmula con que uno intente decir de una vez por todas estos conceptos, le deja siempre insatisfecho, testificando así la propia impotencia intelectual.
Hay escritores amables, accesibles, que son una lectura fácilpara el metro o la sala de espera del dentista. Los leemos con gozo y nos distraen, pero raramente volvemos a ellos; no nos han conmovido realmente ni han dejado un poso en nosotros. Una vez que cumplen su misión, la de entretenernos, los dejamos en la estantería y sabemos que no nos acompañaran en la próxima mudanza. Por supuesto también tiene mérito escribir libros así, de los que llegan a todo el mundo, y además muchas veces son más interesantes que los otros, los que vienen reverenciados por la crítica como alta literatura u hondísimos ensayos trasgresores, y que son en realidad plomizos y lo único que hacen es matar la afición por la lectura.
Entremedias hay un tipo de autores inteligentes que necesitan un tiempo de maduración; requieren un leve esfuerzo lector que se recompensa con creces. Y cuando la obra que tienen es extensa y podemos dedicarle largo tiempo, se convierten poco a poco en compañeros de viaje con los que conversamos y con los que crecemos.
Gómez Dávila, un pensador solitario
Un ejemplo es Nicolás Gómez Dávila(1913-1994). Un pensador colombiano que vivió secretamente entre unos pocos buenos amigos, dedicado a la lectura, poseedor de una de las mayores bibliotecas personales de su país, autor de dos libros de ensayo, un par de importantes artículos sobre política y derecho y, sobre todo, de una obra inmensa de cinco volúmenes de aforismos llamada Escolios a un texto implícito.
Los escolios son las anotaciones que hacían los escolásticos en los bordes de las páginas de los libros clásicos para explicar o comentar lo que estudiaban. Gómez Davila escribió más de diez mil escolios a un texto innombrado que jamás sabremos seguro si es la Modernidad, o el legado cultural de Occidente, o sus propias lecturas, porque él nunca lo explica ni tampoco es necesario saberlo. Nos basta con felicitarnos por tal infinidad de aforismos, sentencias o epigramas, casi todos brillantes, bellísimamente escritos, muchos inolvidables, desordenadores de conciencias adormecidas, divertidos algunos, pesimistas otros, y recomendables todos.
Los cinco volúmenes aparecieron separadamente en Colombia y casi no tuvieron repercusión hasta que el filósofo italiano Francesco Volpi los reeditó juntos con una introducción, El solitario de Dios, escrita por él mismo. Esta primera aparición completa en la editorial colombiana Villegas colocó al ya por entonces fallecido pensador en el cosmos intelectual europeo; fue traducido a varios idiomas, y se sucedieron las referencias a los Escolios por parte de autores prestigiosos como Ernst Jünger o Frédéric Schiffter.
En el año 2009 la editorial española Atalanta publicó los cinco volúmenes en un solo y cuidado libro de más de mil cuatrocientas páginas. Su repercusión no hizo más que incrementarse, y de hecho la edición se agotó y no ha sido hasta este año que vuelve a poder encontrarse en las librerías.
El Breviario como introducción al universo gomezdaviliano
En cualquier caso, para quien quiera una primera toma de contacto más ligera también es muy recomendable una versión reducida a 281 páginas de la misma editorial, llamada Breviario de escolios.
Este Breviario tiene una introducción bastante recomendable de José Miguel Serrano y es un buen camino para entrar en el universo gomezdaviliano. Quien agote sus fértiles páginas, y si se queda con ganas de más, podrá lanzarse a la lectura del volumen completo. Además ya empieza a haber varios estudios académicos de bastante profundidad. En concreto, Facetas del pensamiento de Nicolás Gómez Dávila, una obra colectiva disponible en pdf y cuya descarga es gratuita, sirve como un buen acompañante en la lectura. Y al ser trabajos independientes, al igual que los escolios, podemos leerlos sin prisa, disfrutándolos y esperando a que sedimenten en nuestra ánima.
¿A quién se asemeja Gómez Dávila a la hora de interpretar el mundo?
Si tuviéramos que encontrar un equivalente a este pensador colombiano, seguramente tendríamos que hablar de E.M. Cioran. Ambos autores tenían una cultura vastísima, escribían poéticamente, estaban desencantados con el mundo moderno, eran refractarios al sistema filosófico y por eso cultivaban el fragmento, llevaban una vida austera y monacal, y si bien no eran autores de best-sellers tienen un público amplio y leal.
Nicolás Gómez Dávila tenía a gala ser “reaccionario”; añoraba un mundo que ya no es, pero que seguramente nunca fue. Viajó poco para alguien de su solvencia económica, ya que en toda su vida sólo fue a una vez a México y un par de veces a Europa, pero lo que vio no le dejó buena impresión. La Europa de postguerra, sobre todo, le llevó a identificar la modernidad con la barbarie. Tampoco era muy dado a ver las virtudes de la democracia, que consideraba que disolvía la cohesión social. También era muy defensor del catolicismo y el orden tradicional.
Dicho esto, sus vitriólicas diatribas se quedan más bien en esteticismo y frases epatantes. Pocos escritores habrán dejando defensas tan bellas del amor, la buena vida, el saber popular, la amistad y la bondad humana. Hay una celebración de la cultura clásicaen cada una de sus páginas, y unos análisis de los fenómenos sociales y políticos que difícilmente se pueden minusvalorar.
Sumergirse en el Breviario implica hacerlo con lápiz para escribir escolios a sus escolios; o copiarlos en un cuaderno; o encabezar con alguno una página en blanco y desarrollar nuestro propio escrito desde él. Es un libro para tenerlo en la mesita de noche y leer sólo una página antes de dormirnos, o por la mañana al desayunar, y que lo que leamos nos ronde durante el día.
Y tal vez resulte un poco extraño no incluir citas de un autor tan citable en esta reseña, pero no hemos conseguido encontrar un solo escolio de entre los diez mil que al reproducirlo no hiciera una imperdonable injusticia a los demás. Nos queda recomendar la lectura del Breviario a quien no lo haya hecho ya, y sentir cierta envidia de veterano por los que se vayan a embarcarse por primera vez en esta experiencia.
La filosofía quizá no está de moda, pero el filósofo surcoreano Byung-Chul Han sí. Y es que existen pocos pensadores vivos tan mediáticos, como este coreano educado y afincado en Alemania. Su éxito radica en que ha sido capaz de explicar, con una claridad que se agradece, la situación existencial del hombre del siglo XXI. Byung-Chul Han es ante todo un radiólogo de las sociedades occidentales, un pensador atípico, un romántico con alma oriental. Sus ensayos breves, con un tono divulgativo que huye del academicismo, así como su lenguaje claro y repetitivo, le convierten en un autor accesible y popular.
El amor no es posesión y dominio del otro sino aceptación de su alteridad. Este postulado tan aceptable para la razón y el corazón hoy parece quebrarse. El capitalismo atomiza las comunidades políticas y elimina toda alteridad, al romper la dialéctica del “yo” y del “tú” y someter a la persona a la alucinación del consumismo. Así, se genera una dinámica donde no se mira al otro como una posibilidad de bien sino como un objeto al que consumir. Ante este proceso de cosificación del individuo, Eros se retira. En este breve ensayo Byung-Chul Han, filósofo de origen coreano y profesor de Filosofía y Estudios culturales en la Universidad de las Artes de Berlín, analiza la agonía del Eros.
Hace un tiempo, en un importante diario nacional, apareció un artículo sobre los llamados “autosexuales”. El titular es el siguiente: “Ni hetero ni homosexual: soy autosexual y estoy enamorada de mí misma.” Define la autosexualidad como una orientación sexual más que implica “la capacidad de tener una relación romántica y sexual con nuestra persona. Puede que hasta en exclusiva.” Quise saber lo que pensaba la gente de todo esto, y leyendo los comentarios a la noticia pude (afortunadamente) recuperar algo de fe en la humanidad.
Desde hace ya algunos siglos, mencionar el tema de la libertad es una forma casi segura de electrizar nuestros afectos, actos y pensamientos. En el discurso de muchos, además, es una auténtica palabra “talismán”, esto es, una palabra que parece condensar todo lo bueno de la vida humana. Su mera invocación suscita sentimientos positivos, aspiración a la justicia, emancipación personal o incluso ideales educativos. La usan todos los políticos de todos los colores y los anunciantes de todos los productos habidos y por haber. Nos emocionamos cuando William Wallace es ejecutado al grito de “¡libertad!” al final de Braveheart (por más improbable que un escocés del siglo XIII muriera exclamando tal cosa). Nos posicionamos a favor o en contra cuando George W. Bush y sus aliados lanzaban la campaña de actividades contraterroristas en Oriente Medio, el Cuerno de África y otros lugares bautizada como “Operación libertad duradera” (pero entendíamos bien el significado y propósito de la misión). O nos lanzamos a probar los patinetes Lime mientras la compañía dice que su propósito es “desbloquear la alegría y la libertad de la posibilidad” de recuperar el tiempo que perdemos en los atascos (aunque no siempre sepamos qué hacer después).
A propósito de algunos liberales, que están de enhorabuena.
Muchos insinúan que esto de vivir en tiempos de posmodernismo puede llegar a ser insoportable, ya que, como la realidad se constituye por el sujeto individual y es este el que crea y recrea lo existente a su arbitrio, no hay capacidad de acuerdo o entendimiento alguno, y todo es conflictivo.
Alexis de Tocqueville señalaba, en su clásico La democracia en América, que la igualdad no se vincula necesariamente con la felicidad. Al respecto, le llamó poderosamente la atención cómo el estadounidense medio vivía angustiado precisamente por aquello que debía contribuir a su felicidad.
“El conservadurismo tiene vigencia”. Esta máxima podría sintetizar un encuentro denso y sosegado con el filósofo Gregorio Luri, que fue el protagonista de la V Melopea Democresiana. Entre otros temas, el encuentro se centro en abordar el papel de la ideología conservadora en la actualidad.
¿Están condenados a la perpetua pugna recíproca poder y saber, poder y verdad? Veamos. Juicio primero: Hace no mucho tiempo, un rayo (simbólico) golpeó la columnata del Palacio de Herodes en Jerusalén. Un político debía decidir si actuaba conforme a la prosaica justicia -a la verdad- o aquietarse aquietando a la muchedumbre de unos metros más abajo. La tensión en este juicio era eléctrica.
“Leer buenos libros es como conversar con las mejores mentes del pasado“, o eso dicen que afirmaba Descartes. Vaya un tópico por delante, así, para empezar con buen pie, para que le dé un poco de brillo a las ideas propias que le siguen.
Y es que últimamente he estado leyendo un par de libros de una mente del pasado, aunque sea de un pasado reciente. Dice el autor que la amistad nace del sentimiento de “¿también tú?” que experimentamos frente a otro. Así que cuando, leyéndolo (o “conversando” con él), me asaltaba ese sentimiento, que iba acompañado de otro que decía “qué pena, me hubiera gustado conocerte”. Me quedan unos cuantos de sus libros por leer, para profundizar en esta nueva amistad.
El título de este artículo es ambiguo. ¿Me refiero a la crítica de la religión que elaboró el propio Marx, o a la crítica que hace del marxismo una encubierta aspiración religiosa?
¿Por qué las organizaciones se resisten al cambio? ¿Por qué los jóvenes se rebelan contra lo establecido? ¿Por qué hay entornos en los que nos sentimos alienados? ¿Por qué hay lugares en los que nos sentimos proyectados? ¿Por qué es necesario eso que llamamos «proceso de socialización»? ¿Por qué en educación nos debatimos entre dejar florecer la personalidad del alumno o enseñarle, quiéralo o no, una serie de cosas que consideramos fundamentales?
Mucho (en realidad muy poco, pero más de lo habitual) se lee últimamente, en la blogosfera e incluso en la prensa escrita, sobre el pensamiento social de Chesterton y Belloc y su propuesta económica denominada comúnmente “distributismo”. Al amparo de este nombre, que ni a sus propios autores gustaba, se despachan comentarios e ideas que no siempre se corresponden con el pensamiento original de los mismos. Trataremos a continuación de esclarecer modestamente algunas cuestiones, intentado sobre todo animar a una discusión crítica de la que el amable lector, en uso de su criterio sin duda superior, será protagonista.
Mucho se ha escrito sobre la vida personal de Dante en sus primeros años: de la imprecisión y estimaciones de su fecha de nacimiento, de sus relaciones familiares -del fallecimiento de su madre y la siguiente relación de su padre-, de sus primeros estudios con Miser Brunetto y su admiración por Virgilio, del trascendental primer encuentro con Beatrice y su posterior matrimonio con Gemma Donati, así como de sus hijos. Por ello, analizaremos con detalle la actividad política de Dante, principalmente en Florencia, puesto que de ello surgió parte de la motivación para escribir tanto la Commedia como De Monarchia.
¿Qué es primero: el método o la gallina? El método es importantísimo, quede eso claro desde el principio. Para mí, un buen método equivale casi siempre a un buen resultado. Se aplique este al estudio de una ciencia, al desarrollo de una historia o a un proyecto.
La situación que se vive actualmente en las costas del sur de España con el tema de la llegada masiva de migrantes africanos ha acentuado un problema con enorme calado popular, más si cabe tras la decisión de acoger en territorio español a los tripulantes del Aquarius tras denegarles el gobierno italiano el atraque en cualquier puerto italiano.
Quizá la llamada a la defensa de las sociedades nacionales frente a todo lo que provenga de fuera, la reafirmación de “lo nuestro” frente a “los otros, o simplemente el sentimiento de rechazo frente a aquel al que es considerado como diferente lleva a sostener y a movilizar la pasión de las gentes de las democracias occidentales. Y todo ello de la mano del miedo.
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Lo delicado del asunto es inversamente proporcional al modo con el que se estátratando a través de muchos medios de comunicación de masas y a través de las redes sociales. La viralización del contenido relacionado con los asaltos a la valla fronteriza entre Marruecos y España en redes sociales u otros canales de comunicación es tan inmediato como carente de verificación por parte de las personas que lo difunden.
La distorsión de los medios
Este ejemplo de transmediación en el que muchos sujetos receptores y distribuidores simultáneamente de noticias no ofrecen tiempo material al escrutinio de la noticia leída provoca un enorme daño a la imagen del problema mismo, afectando principalmente a algo tan importante en este tipo de asuntos como es la visión con perspectiva del problema.
Es imposible que se cree una opinión equilibrada desde el momento en el que pueden difundirse rumores sobre agresiones a miembros de la seguridad nacional española aprovechando la verdadera existencia de estos enfrentamientos, pero tergiversando ciertos componentes informativos que acrecentan la emotivización del lector y lo involucran casi de forma “estomacal” en los hechos, obligándoles a tomar parte por un uno de los bandos y así señalar de forma directa quiénes son “los buenos” y quiénes “los malos”.
La banalización por principio
Como escribe Zizek (2009) en su libro Sobre la violencia: seis reflexiones marginales, un no actuar puede ser mucho más violento que la acción directa, pero del mismo modo, es esencial no caer en reduccionismos simplistas que corran a activar la obligación de actuar, aunque sea de forma fútil, a la sociedad occidental a través de canales de comunicación que no hacen más que banalizar en muchos casos la raíz del conflicto. Zizek parte de una distinción entre tipos de violencias en dicho libro. En él establece que existe una violencia subjetiva (violencia tal cual, una agresión o la guerra, por ejemplo), la simbólica, referida al lenguaje y la violencia sistémica, aquella que es provocada por desajustes causados por los sistemas políticos y económicos y que son más difíciles de percibir, pero que a su vez dan explicación a muchos conflictos geopolíticos actuales y que se manifiesta en la miseria que millones de seres humanos sufren hoy en día y que les causa la muerte.
Para el filósofo esloveno, en occidente tenemos una ceguera selectiva que nos impide ver esta violencia sistémica que hace que no comprendamos determinados casos de violencia subjetiva y hace que no nos enfrentemos igual ante este problema como ante un atentado terrorista en el cual hay muchas menos víctimas mortales.
En resumen, esa violencia sistémica de la que habla, apoya gran parte de su discurso en el miedo a la diferencia. Como dije al inicio del artículo, quizá el miedo a lo diferente y desconocido sea uno de los pilares sobre los que resida el rechazo inicial ante los hechos ocurridos en la valla, pero lo peor es que dicho miedo hacia donde conduce es hacia un camino de apatía y de inmovilización por parte de la sociedad que, acompañado de unas políticas con claros fines económicos que proclaman el respeto a la diversidad por un lado, mientras que por el otro declaran la intolerancia a la ocupación de los espacios propios, pueden provocar un conflicto social inevitable en una sociedad más comunicada que nunca.
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Algunas fuentes populares nos informan de que el divinoHomero, padre de La Ilíada y La Odisea, era ciego. Casi con seguridad eso no es cierto, pero la sabiduría del pueblo gusta más de las anécdotas -reales o no- que nos ayudan a entender una realidad o un personaje, que del puro dato objetivo y descontextualizado. Al común de los mortales nos inspira mucho más la imagen de un hombre ciego que hacía ver grandes batallas a los nobles de su tiempo que el dato de que Homero nació en la Jonia del siglo VIII a. C. Sigue leyendo
Todavía nos quedan muchos años que seguir oyendo hablar de yihadismo, pero no está mal echar la vista de vez en cuando un poco más allá, hacia un Oriente Medio que después de décadas de hegemonía cultural islamista trata de dar un giro, cuando hasta en Arabia Saudí el príncipe heredero Mohamed Bin Salman anuncia que quiere abrir una nueva etapa a nivel económico y político, pero también cultural y religioso.
Aparte de las valoraciones sobre la viabilidad de esta proclama saudí, es difícil que la reforma religiosa que tantos invocan pueda llevarse a cabo realmente si no se toma en serio la insistente demanda que resuena desde 2011: libertad. Después de años de violencia yihadista, sectarismos, derivas neo-autoritarias, volvemos a partir de aquí. De lo contrario, nos adentraremos cada vez más en una guerra total. Sigue leyendo
El primero de los siete grandes sabios de la antigüedad griega sólo estaba interesado por los movimientos de los astros. Cuenta Gerardo Vidal Guzmán (en Retratos de la antigüedad griega, Rialp, 2006) que la madre de Tales intentó casarle en numerosas ocasiones. Durante años el griego puso como excusa «todavía es pronto». Cuando esa dejó de servir, utilizó otra: «Ya es tarde».
Su formación y logros muestran que tuvo contacto con Egipto, donde aprendió geometría; y que viajó a Babilonia, de donde además de importar el uso de la Osa Menor como huella del Norte aprendió bastante astronomía. Los babilonios, no obstante, aún leían los astros bajo la clave de interpretar designios divinos (como el de la estrella a la que siguieron los magos hasta Belén). Tales fue el primero en estudiar los astros con mentalidad científica. Sigue leyendo