Revista de actualidad, cultura y pensamiento

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discurso

Pablo Iglesias y el espíritu de los tiempos

En España por
Pablo Iglesias

Todo discurso -sea deliberativo, forense o demostrativo- busca producir un movimiento de la inteligencia y eventualmente de la voluntad de los oyentes: que el público piense, quiera o haga lo que se les propone.

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La carnicería empieza ahora

En Mundo por

¡Menuda ha armado Donald Trump al utilizar el término carnicería en su discurso inaugural de este viernes! El párrafo completo, a medio discurso, es el siguiente:

“Madres y niños atrapados en la pobreza en los centros de nuestras ciudades, fábricas deterioradas que se extienden como lápidas a través del paisaje de nuestra nación. Un sistema educativo rebosante de efectivo pero que priva de todo conocimiento a nuestros jóvenes y brillantes estudiantes. Y el crimen, las pandillas y las drogas  han arrebatado demasiadas vidas y le han robado al país mucho potencial. Esta masacre estadounidense termina aquí mismo y ahora mismo.” Sigue leyendo

La vía Errejón

En Cultura política/España por

Aquello que sales de trabajar un día, te lían y terminas en la Universidad de Verano de Podemos (en otoño), escuchando la ponencia inaugural de Íñigo Errejón. Y, ya que estás, pues te quedas y pegas oreja a ver qué se cuenta.

Un dato curioso: el evento es en mi facultad (Filosofía UCM) y, por primera vez, no flota en el aire el tufillo a marihuana acostumbrado. Primer estereotipo roto.

Entras en un recinto vallado por el aparcamiento. A la izquierda, el “merchandaising” y los libros del líder supremo. Un poco más allá, la barra: cañas a euro y medio y “minis” de cerveza a cinco. Música de ambiente y público heterogéneo avituallándose para hora y media de arenga. Sigue leyendo

Churchill, Schuman y Adenauer: tres discursos sobre Europa

En Internacional/Mundo por

Reino Unido ha dicho que ya no juega más, que no se fía del resto y que quiere que le devuelvan su soberanía. Lo hace en un contexto bastante difícil, animada en parte por los populismos internos y en parte por los populismos externos, por la crisis económica, por la llegada de refugiados y por ese sentimiento de descontrol generalizado que sobreviene a los pueblos cuando se afrontan retos verdaderamente graves (ese que tan bien ilustra Mafalda: “Que paren el mundo que me quiero bajar”).

Todos sabíamos (y, si no, ya lo sabemos), que el proyecto europeo depende enteramente de que los pueblos que lo conformamos seamos, además, capaces de sostenerlo, tarea tanto más difícil cuando, a los tiempos de crisis, se suman inevitablemente los errores y vicios asociados al paso de los años. La pregunta tras el referéndum británico es: ¿Y, ahora, qué? Sigue leyendo

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