La falacia del discurso de la nueva y vieja ideología en la España del siglo XXI
Mi nombre es Ricardo Morales Jiménez. Soy Periodista, amago de escritor y hostelero a tiempo parcial, si es que eso existe. Soy alicantino y tengo 26 años. Hoy, #20D #EspañaenSerio #FelizDomingo #MileyCyrusAgain, he sido convocado a las urnas para ejercer mi derecho y obligación cívica de votar.
Soy bisnieto de Francisco Morales, desaparecido en el ecuador de la Guerra Civil. La historieta familiar que todos los años es narrada ante un Nacimiento de plástico, con restos de turrón de chocolate sobre la mesa, cuando ya casi no hay luna y a duras penas queda algo de “Gaitero”, dice que fue arrojado a las orillas del Guadalquivir tras una reyerta. Regentaba una tienda de comestibles que hacía las veces de taberna en Córdoba. Allí, cuenta mi padre, solían ir a comer y beber hasta reventar miembros de Comisiones Obreras y algunos soldados del Bando Gubernamental.
Cuando mi bisabuelo quería echar el cierre y exigir el pago de la cuenta, aquellos hombres les decían que saliera a fuera. Que iba a cobrar. Así estuvo en repetidas ocasiones hasta que mi bisabuelo, lindando los dos metros de altura (nada heredado por mi parte) salió. Y le cobró a esos tres tipos todos los abusos y miserias propias de la corrupción humana de las dos Españas de la época. Un par de semanas después, fue al mercado a por género y jamás volvió a casa. Un presumible testigo de su lanzamiento al río fue a contarle, acabada la guerra, la historia a mi bisabuela. Sigue leyendo