Revista de actualidad, cultura y pensamiento

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Las ventajas de mirar (insistentemente) una lata de sopa

En Pensamiento por

Warhol ha desembarcado en Madrid. Y a muchos les pasará inadvertido que la llegada del líder del pop-art, más allá de ser un acontecimiento pictórico para las élites, supone una provocación social, un juicio político, una moción a la mirada post-ideológica/superideológica de la España de 2018.

En una de las salas de referencia del Paseo del Prado (Caixa Fórum), se exponen casi 350 piezas de aquel chico de Pittsburgh que subió a los cielos de Nueva York. Warhol es pre-impresionista y postmoderno al mismo tiempo, y sin duda postdigital. Nos quedamos imantados ante su repetición del retrato de Mao. No resulta fácil despegarse del rostro del líder comunista que es el mismo y es diferente, según tenga los labios rosas, la piel azul marino, los párpados blancos. Lo mismo sucede ante su Jackie Kennedy o su Marilyn.

La desconexión del arte contemporáneo ha desaparecido: la repetición de los mitos que la cultura televisiva hizo archifamosos invita a mirar una y otra vez, y a descubrir lo que ya no se mira porque se cree conocer. El tratamiento del color o la insistencia en la representación de objetos cotidianos como la lata de sopa Campbell, se convierten en una especie de corrección de la mirada del homo videns: el hombre al que el abuso de la pantalla ha mutado antropológicamente. El homo videns es el hombre que mira y ya no ve. Está en el último escalón evolutivo que comenzó en el momento en que el ser humano se identificó con una forma de abstracción, de ejercer el noble ejercicio de la crítica y del pensamiento, sin someterlo a vínculo alguno con las cosas. Esas cosas son ahora solo imágenes a las que se dedica poco más que un instante. Si no fuera una exageración, se podría decir que con su repetición de lo mirado y no visto Warhol nos obliga a hacer un ejercicio que nos rescata, nos recupera de los efectos más nocivos que puede tener la digitalización.

En el mundo anglosajón hay una corriente pedagógica que ha subrayado durante los últimos años lo que Warhol parece proponer. Esta corriente insiste en la observación para fomentar la capacidad de innovación. Algunos teóricos subrayan la importancia de enseñar a los más jóvenes a mirar un cuadro, no los 30 segundos que le solemos dedicar sino al menos 10 minutos. De este modo se fomentan las capacidades creativas. Por eso quizás, cuando el Ministerio de Educación de Finlandia, referencia por sus buenos resultados educativos, se planteó nuevas mejoras hace unos años propuso aumentar las horas semanales de Arts & Crafts (educación artística).

Hay cierta “educación de la mirada” que parece ser muy conveniente. Es precisamente este tipo de educación en el modo de ver la que viene revindicando desde hace algún tiempo Andrés Trapiello, uno de los grandes referentes del mundo literario español. Trapiello sostiene que nos conviene a todos educarnos para recuperar “la mirada compasiva” de Cervantes, el autor del Quijote. Un modo de enfrentarse al mundo, nacido de la primacía de la observación, que huye del resentimiento: cuanto más y mejor se mira más difícil es que prevalezca la queja e incluso esa casi inevitable distancia que siempre deja el mal sufrido o causado.

El homo videns es el hombre que mira y ya no ve.

Esta era postideológica se ha convertido en un tiempo superideológico: es un momento que nos ha dejado sin conclusión, idea o principio que afirmar, pero prisioneros de un sistema de engranajes abstractos que giran en vacío. Son mecanismos que nos aíslan de las cosas, de los otros (también de nosotros mismos).

Las consecuencias políticas son rotundas. Tomemos dos ejemplos que marcan la actualidad española: Cataluña y el debate sobre la pena permanente revisable.

En Cataluña parece que la situación política puede empezar a encauzarse. Después de cuatro meses de gravísima crisis institucional, el independentismo parece haberse convencido de que no puede insistir en una fractura unilateral. Pero los clichés ideológicos siguen intactos. Los líderes del constitucionalismo (defensores de una España unida) están convencidos de que “el principio de realidad” se recuperará con mano dura. Y los líderes independentistas han hecho aún más profunda la zanja de los que consideran “los otros”. No hay observación, no hay camino para recuperar la unidad de fondo.

La prisión permanente revisable se ha convertido en otro pretexto para utilizar de forma partidista la abstracción ideológica. España es uno de los países con más baja criminalidad en toda Europa. Pero algunos delitos especialmente crueles, obsesivamente descritos por las televisiones, reabren cada poco tiempo el debate sobre la necesidad de endurecer las penas. Ya el Gobierno del PP aprobó una fórmula de prisión permanente que el Tribunal Constitucional está examinando. No está claro que respete el más que conveniente principio de reinserción. La izquierda reclama demagógicamente una contrarreforma, mientras que la derecha debate la conveniencia de un endurecimiento. El daño causado por el delito se utiliza, de forma partidista, en un debate que instrumentaliza el dolor y quiere hacer absoluta la distancia con el delincuente. Se identifica la justicia con no tener que ver nunca más, no mirar, a quien ha cometido el delito. Podría ser interesante que los defensores de esta forma de justicia releyeran A Sangre Fría de Capote o cualquier obra de Dostoievski.

Mirar insistentemente, obsesivamente, una lata de sopa tiene, a estas alturas, efectos curativos, revolucionarios, quizás incluso redentores.

Este artículo fue publicado originalmente en Páginas Digital y es reproducido aquí con permiso de su autor.

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Taxus o el arte de dedicarte a lo que te gusta [Carta a Loulogio]

En Democultura/Literatura por

Querido Isaac Sánchez, “Loulogio”,

En diciembre me compré Taxus, tu nuevo cómic. Y es curioso ver cómo una frase tan trivial puede esconder tanta historia. Sigue leyendo

Recordarse en los otros para no olvidarse de uno mismo

En Democultura/Música por

Andrés Suárez es un cantautor gallego que se atrevió a coger su guitarra y bajar a Madrid para intentar vivir de unas letras y unos cuantos acordes. Pocas garantías y una ciudad ajena y grande, lo que la hace dos veces ajena para todo lo que tenía como meta. Así las cosas, esto no es una biografía: Andrés tocó mucho y en muchos sitios: en locales, bares, en la calle y el Metro. Pasaron muchos meses, varios discos y ahora llena auditorios, teatros, estadios y todo lo que se ha propuesto hasta la fecha. Todos nos hemos sentido alguna vez Toto, instigados por algún Alfredo a dejar Giancaldo y nuestro Cinema Paradiso para vivir un sueño lejos de casa, pero no todos lo hemos vivido o sabremos lo que es hacerlo; Andrés sí lo sabe.

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¿Qué belleza salvará el mundo?

En Pensamiento por

Búsquela en el silencio, búsquela en la calma, búsquela en medio de la noche y búsquela también en la aurora. Deténgase a cerrar las puertas mientras la busca, y no se sorprenda si descubre que ella no vive en los museos ni se esconde en los palacios. no se sorprenda si descubre finalmente que la belleza no es solo un qué, sino también un quién. (El despertar de la señorita Prim. Natalia Sanmartín)

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Los cojones del anticristo y otros butrones a la historia popular

En El astigmatismo de Chesterton por

Uno de los dulces que nos podemos encontrar en Santillana del Mar son “los cojones del anticristo”.

Atestados están los puestos y locales con estas pastas del Valle de Liébana. Desde el parking edificado para turistas madrileños hasta la Plaza Mayor de este hermoso, aunque siempre saturado, municipio cántabro.

Hace unos cuantos veranos, con un buen amigo democresiano, tuvimos a bien darnos un paseo por sus calles.

Hacía mal tiempo. Nublado y frío.

– ¿Sabes cuál es el dulce típico de aquí?

– No ¿cuál?

– Mira en ese escaparate.

Cubierta la primera risa incrédula, perfecto contraste con la apatía y hastío del tendero que hacía su agosto en agosto, decidí preguntarle por otro producto exótico de aquella tierra de gentiles y adoradores del demonio.

– Disculpe. ¿Tienen el falo del druida?

– ¿Cómo?

– El falo del druida.

Mi amigo, prevenido desde que nos conocimos de mis chuflas y chanzas, se giró hacia los quesucos de cabrales para evitar más cabreo y hastío en el tendero al enseñarle los dientes sin disimulo.  

– Pues no me suena. Eso será de otro pueblo.

Con algo de carcajada colgando en el costado, salimos los dos del establecimiento, sorteando a varios padres de familia, que con bufonadas cavernícolas a sus cónyuges cargaban al carrito del bebé mandiles de cocina con una silueta escultural y de tostado artificial; pura chabacanería serigrafiada en la parte delantera. Pasaban por su tarjeta de crédito licores de crema de orujo muy corrientes cuyo principal activo era estar envasado en un tarro que ponía al descubierto la exuberancia femenina. Y así toda clase de vulgaridades hechas dulce. Todo choni y todo cutre en esta villa medieval, para que nos entendamos.  

Traigo a colación esta anécdota porque leyendo la fascinante historia de las Hurdes y Batuecas, escenario sin igual de ciclos míticos en la geografía española, me he topado con la siguiente reflexión de Benito Jerónimo Feijoo. Dicho rescate fragmentario se lo debemos a Daniel Pablo Maroto, historiador carmelita, que en su obra “Batuecas”, hace un repaso monumental al antes y durante del Monasterio de San José, lugar extraordinario, todavía hoy, para el retiro y la oración.

La cosa es que el monje benedictino, ilustrado del XVIII, en su obra “Teatro crítico universal. Discursos varios en todo género de materias para desengaños de errores comunes”, dice así.

“El autor – escribe – que, para cualquier hecho histórico, cita la tradición constante de la ciudad, provincia o reino donde acaeció el suceso, juzga haber dado una prueba irrefragable a que nadie puede replicar. Varias veces – sigue razonando el crítico – he mostrado cuán débil es este fundamento, si está destituido de otros arrimos, para establecer sobre él la verdad de la historia. Porque – ahora viene todo el jugo del texto – las tradiciones populares no han menester más origen que la ficción de un embustero o la alucinación de un mentecato. La mayor parte de los hombres admite sin examen todo lo que oye. Así en todo pueblo o territorio hallará de contado un gran número de crédulos cualquiera patraña”.

Claro. Uno leé esto y tiene la sensación de estar en una catequesis resacosa del Padre Hugh Collins (La hija de Ryan), o del Rev. Capt. Samuel Johnson Clayton (Centauros del Desierto). Contundencia hecha vísceras.

Los cojones del  anticristo, el orgasmo de monja, los gusanos del celibato y los dientes del orangután son pastas que empañan la historia de un pueblo y sepultan su tradición, su verdadera tradición, que en casi todos los casos, se encuentra impregnada por las gentes que se apiñaban en torno a su Iglesia, su muralla, sus plazas y sus muelles.

Cuando el pueblo, ávido de reconocimiento para no caer en el sopor de los años, en el olvido de las generaciones que ahora solo ven los paisajes por Instagram, decide estas tácticas marketinianas al estilo de la batamanta o el extensor, incurre en la defecación sistemática en el mortuorio de todos los pescadores, mercaderes, bachilleres, clérigos, religiosas, chiquillos y hombres y mujeres de bien que laboraron su vida para que el ayuntamiento se ganase la dignidad de “ilustrísimo”.

Porque ahora, toda esa verdadera memoria histórica (no le pongamos paños ideológicos al término, por favor) acaba de ser mancillada por una turba innumerable venida de la capital y aledaños, que se enfunda el norte a modo de postureo pseudoburgués, y que tan solo recuerda el sitio por el chuletón que se ha jamado y por ser la tierra donde venden unas galletas de chocolate llamadas “los cojones del chivo o del diablo o qué se yo”.  

Quizás la Concejalía de Turismo de este y otros tantos municipios de España que pretenden esconder o permiten que se esconda la riqueza de su historia por la vía zafia de sus comerciantes, quizás, digo, debieran darse un garbeo por el despacho del concejal/a de cultura y hacerle un par de preguntas sobre la imbecilidad humana y sus consecuencias.

No quiero concluir sin rescatar la otra parte del texto del Feijoo, que seguro que será de mucho provecho mientras nos limpiamos las deliciosas migajas del escándalo hecho caries.

“Éstos hacen luego cuerpo para persuadir a otros, que ni son tan fáciles como ellos ni tan reflexivos, que puedan pasar por discretos. De este modo va poco a poco ganando tierra el embuste, no sólo en el país donde nació, mas también en los vecinos y, entretanto, se va oscureciendo la memoria y perdiendo de vista los testimonios o instrumentos que pudieran servir al desengaño. Llegando a verse en estos términos, van cayendo los más cautos, y a corto plazo se halla la mentira colocada en grado de fama constante, tradición fija, voz pública, etc”.

¡Ojo avizor a la próxima bolsa de recuerdos!

 

Las pastas que apelan a la genitalidad del diablo

Para qué estamos leyendo

En Literatura por
pacto con el lector

Estaba claro el propósito de Aldous Huxley, George Orwell, Ray Bradbury y el resto de autores de este tipo al escribir sus historias. La distopía es uno de los géneros narrativos más claro y ambicioso: escriben para que el lector cambie su parecer en cuanto al mundo, al desarrollo, al poder. Escriben para buscar trascendencia, luchar contra la artificialidad, para aceptar la realidad humana como cualidad y no como castigo del que huir o evadirse. Imagino a estos autores haciendo mapas conceptuales, estudiando la historia y cómo evocar elementos que apelaran de lleno a quien los lea.

No una apelación leve sino una apelación que hiciese tomar conciencia del peligro que corre el hombre al cegarse en el desarrollo, en la ignorancia o en la sumisión. ¿El lector acaso es consciente de por qué aborda unas obras y no otras?, ¿para qué lo hace? O simplemente la lectura es un pasatiempo que pasa por encima de estas cuestiones. Sigue leyendo

Dante, Nembrini y nuestra humanidad deseante

En Literatura/Religión por

Franco Nembrini es un pedagogo italiano nacido en Italia en el año 1955. Es profesor de literatura italiana e historia en la enseñanza secundaria y miembro de varios consejos educativos públicos y privados de la Italia actual.

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Por qué deberías tener un librero (o varios)

En Democultura/Literatura por

“Que otros se jacten de las páginas que han escrito;/ a mí me enorgullecen las que he leído”. Jorge Luis Borges comenzaba así su famosísimo poema “Un lector”, que es el penúltimo del poemario “Elogio de la sombra”. Este argentino prodigioso, que tanto amaba la lectura, se quedó ciego y, en una “magnífica ironía” que atribuyó a Dios, ocupó el cargo de director de la Biblioteca Nacional de Argentina de forma que le fueron dados, a la vez, “los libros y la noche”. Uno puede imaginarlo tocando los volúmenes y esperando una voz amiga que se los leyese.

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El césped de Oxford

En Dialogical Creativity por

«En Europa todo es viejo y feo, no sé por qué tienen esa manía de conservar edificios antiguos. Aquí en Las Vegas tiramos y hacemos edificios nuevos constantemente y siempre tenemos la ciudad tal y como la queremos. Aquí tenemos una pirámide negra y nueva; preciosa, con una luz en la cumbre, hecha por hombres libres, no como las de Egipto; viejas, con una tumba abajo y hecha por esclavos que sufrían latigazos constantemente».

La transcripción es libre, pero más o menos eso vino a decir un yanqui enorme y con gorra en un programa de televisión. No merece la pena responderle a este hombre que Las Vegas nos parece a los europeos -y a los egipcios, que no son europeos- una imitación barata y cutre de algo que ese gigantón con gorra jamás podrá comprender.
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Literatura, poesía y cine. La verdad en un juego de mentiras

En Cine/Literatura por

Artículo escrito por Ane Armentia Touza y Laura Martín García.

La verdadera historia del cine es el nombre que recibe el documental realizado en 1995 por los cineastas Peter Jackson y Costa Botes. El director de El señor de los anillos demostró tener una imaginación desbordante antes de adentrarse en la Tierra Media y hacer de un libro casi una religión. La única verdad dentro de este documental se encuentra en el título.

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Ortega: “Hay que volver donde la humanidad pueda salvarse a través de las ideas”

En Democultura/Entrevistas/Periodismo por

Quedan treinta minutos para que el reloj marque las seis y media de la tarde. Ya se puede estar a la sombra y poco a poco se empiezan a llenar las terrazas de Madrid. El sol, con los constantes flujos que mantienen muerto el centro de la capital se convierte en otro motivo más para seguir corriendo, otra excusa para no detenernos a contemplar lo que sucede alrededor. Paramos por obligación, con desgana. Ponemos caras largas al semáforo en rojo y a los minutos que faltan para que llegue el tren. Sin embargo, en una de esas esperas sucede algo insospechado. El paso lento de una mujer que también se acerca a la calzada llama mi atención. Es María Antonia Ortega, la persona a la que voy a entrevistar en 15 minutos. Conversamos ajenas a los tránsitos y dejamos pasar un par de veces la luz verde del otro lado de la calle. María Antonia es sobrina nieta del filósofo José Ortega y Gasset, abogada, escritora y sobre todo, transparente. Tal vez por su faceta poética, pues como ella misma afirma: “La patria del poeta no es la claridad. La patria del poeta no es la oscuridad. La patria del poeta es la transparencia”.

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Ateos de alta cultura

En Religión por
Alain de Botton, sobre el ateismo

Navega por las redes sociales con éxito inusitado un vídeo del filósofo suizo Alain de Botton predicando el ateísmo. Un ateísmo muy atractivo, sin lugar a dudas, porque se beneficia de todo cuanto de positivo hay en el ateísmo y de cuanto positivo hay en la religión.

Para el orador de Ted el gran problema del ateísmo es su carácter esencialmente negativo –la negación de la existencia de Dios y del valor, por lo tanto, de los sistemas religiosos–. Ese punto se puede conceder. Para revertir esta situación, al parecer, basta con proporcionar a los ateos los beneficios que los fieles de otras religiones encuentran en su religión. Hacer del ateísmo una religión. Sigue leyendo

Vargas Llosa: “Creer que el mercado resuelve todos los problemas es ser dogmático”

En Cultura política/Economía/Pensamiento por

Por una cabriola de mi agenda laboral, a este plumilla le ordenaron pasar la mañana con un Premio Nobel de Literatura, el peruano Mario Vargas Llosa; un tan reputado como polémico filósofo, Antonio Escohotado; y un columnista y tertuliano de esos que, no sin mérito, están ahora tan de moda, Jorge Bustos. El tema: ¿Qué es el liberalismo? El lugar: la inauguración de la Escuela de Verano de Ciudadanos 2017, que lleva por título #LiberalismoEsProgreso.

Habida cuenta de que España, como casi todos los países occidentales, forma parte de esto que llamamos la “democracia liberal“, y que este es el sistema contra el que se han articulado los nuevos movimientos populistas y nacionalistas a lo largo y ancho de Europa y América durante los últimos años, el tema es más que pertinente.

¿Qué es lo que tenemos? ¿Qué es lo que pretenden disolver los nuevos “antisistema”? ¿Hacia dónde avanzan los movimientos políticos que abogan por más liberalismo, como es el caso de Ciudadanos en España o Macron en Francia? ¿Es esta una vía eficaz para frenar a los populismos? ¿Cuáles son sus valores, su propuesta? Sigue leyendo

Stefan Zweig y la reconstrucción de Babel (I)

En Cultura política/Pensamiento por

El propósito de este breve texto es arrojar algo de luz sobre lo que Stefan Zweig puede decirnos hoy a nosotros como hombres y como europeos. Los escritos a los que nos referiremos son de su autobiografía, El mundo de ayer; una serie de escritos publicados tras su muerte bajo el título Europäisches Erbe (traducido al español con el título El legado de Europa); y algunos artículos e intervenciones explícitamente referidos a Europa, recogidos en italiano en el libro Appello agli europei.

Como podrán ver, el recorte que implica la crítica nos obliga a prescindir de escritos más conocidos como, por ejemplo, Momentos estelares de la Humanidad. Al fin y al cabo, el objetivo de este análisis no es otro que poner las cosas en claro: desprenderse de lo superfluo y resaltar lo esencial. El crítico, como el artista, obtiene un vistazo de la realidad y aumenta la presión arterial de los eventos, de los objetos, para que su verdad aparezca de modo patente al lector y al espectador. Sigue leyendo

Contra la lectura

En Democultura por

En la Antigüedad lo normal era no saber leer ni escribir. No por ello las personas eran menos inteligentes, ni pensaban peor, ni se realizaban menos. La escritura era un conocimiento meramente funcional. Quien necesitaba conocerla por cuestiones mercantiles o religiosas, por ejemplo, le daba un valor bastante circunstancial al hecho mismo de saber leer y escribir.

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Por qué amo la publicidad

En Asuntos sociales por

La gente de la publicidad, salvo excepciones, ya no habla de seducir, enamorar, ni siquiera de convencer. En la literatura profesional, sean artículos, blogs o master class, solo se encuentran referencias al ranking de posicionamiento SEO, la analítica, el smart data o los cpi. Años atrás los parámetros totémicos eran los GRPs, las OTS o los CPM. Ni unos ni otros son cosas que enamoren a quienes viven la publicidad.

Hace un par de noches vi una película de la que, en mi ignorancia, no tenía noticia: Belleza Oculta. Me conmovió la primera secuencia, el discurso de Will Smith a sus empleados de la agencia de publicidad. ¿Cuál es vuestro por qué?

 

Vuestro por qué. El tuyo, el mío, el nuestro… ¿Qué nos mueve a levantarnos cada día? ¿Qué inspira nuestros deseos o se esconde bajo nuestros temores?

Amor. Tiempo. Muerte. Las claves que conectan a todos los seres humanos del planeta, en palabras de Howard Inlet.

Poco ha cambiado en el fondo del corazón y la mente del hombre desde que éste adquirió inteligencia simbólica. Las grandes ansias y los grandes temores. Poco ha cambiado en ti y en mí y en quienes son “el otro” en nuestra comunicación. Tan sólo que usualmente no empleamos palabras tan estremecedoras, sino expresiones más cotidianas como “quiero ser querido”, “quiero ser admirado”, “quiero ser respetado”, “quiero tener a quien querer” … pero puede que me baste tener “algo a lo que querer”.

Las mociones universales del ser humano, las íntimas perplejidades de mi hija adolescente.

La publicidad, como toda comunicación digna de este nombre, es una conexión persona a persona. Amor. Tiempo. Muerte. Conocer lo que nos mueve, acariciar los resortes eternos del alma. Escuchar. Mirar a los ojos y encontrar el eco de nuestra misma mirada.

Esta cercanía, esta comunidad con el Otro, es lo que me ha enseñado la Publicidad. ¿Por qué te extraña que ame la publicidad?

Grandes exponentes de la cultura salen en defensa de Pokemon Go

En Asuntos sociales por

Desde que la app Pokemon Go ha salido al mercado, no han dejado de sucederse noticias y artículos críticos que analizan los pros y contras del fenómeno mundial. No es difícil encontrar detractores de esta nueva práctica, alegando razones de seguridad vial, espionaje internacional o desapego de la realidad.

Nostálgicos tomistas y otros defensores del realismo filosófico se unen a Green Peace y seguidores de Captain Fantastic y demás amantes de la naturaleza que apelan al empoderamiento de los osos polares y los huertos urbanos frente al desapego que originan todas las formas alienantes de lo virtual. Sigue leyendo

De Argentina a España y vuelta

En Cultura política/Mundo/Pensamiento por

Hoy, 9 de julio de 2016, se celebra en Argentina el bicentenario de la declaración de la Independencia. Esta declaración supuso un hito en el proceso de consolidación del Estado argentino, que comenzó ya en la revolución de Mayo de 1810 y se extiende hasta la promulgación de la Constitución en 1853. Revolución, Independencia y Constitución en un período largo de tiempo, que anuncia ya la complejidad característica del tejido de voluntades que intervinieron en este proceso de ruptura con España. Sigue leyendo

Tintín en el Atlas (II): Brochetas, rucios y chilabas

En Diario compartido/Especial Tintín en el Atlas por

DOMINGO 20 DE MARZO. MEKNES  – BOSQUE DE CEDROS – MIDELT

 

Tintín en el Atlas: Parte 1Ya disponible la primera parte de las aventuras de #TintínEnElAtlas siguiendo el recorrido del Rally Clasicos Del Atlas.Visita el episodio completo en https://democresia.es/2016/04/tintin-atlas-i-velos-corderos/

Posted by Democresía.es on Domingo, 10 de abril de 2016

 

Tras retorcer mil pueblos, de los que jamás llegaríamos a aprendernos sus nombres, extrajimos nuestra primera idea en nuestra primera tarde sobre Marruecos. Daba la sensación  que este país en el momento en el que todo estaba a medio hacer, habían decidido darlo por terminado. Era como si siguieran al pie de la letra las escrituras apócrifas de un libro extraño, donde un dios macabro no hubiera llegado al séptimo día, por estar de no sé qué resaca, y se hubiera conformado con una tierra repleta de pedruscos y bestias, sin hombre ordenado que contemplase y diera nombres a lo que miraba.

Los sacos de yeso reventado,  los escombros ardientes en la cuneta, la excesiva ventilación de las casas -con todos los ladrillos despuntando en los tejados con la misma irregularidad que la boca de un párvulo-. El adobe apretando sueños contra el suelo… Todo este caos, propio de quién está a diez cosas a la vez  y ninguna en particular, es una de las antesalas de la locura, que en este caso lleva el matiz de la miseria -que no de la pobreza- lo que le da al relato un toque ocre y crea similitudes arriesgadas entre las ficciones del San Petersburgo de Dostoievski con la realidad de tres españoles de poca barba en algún lugar del Magreb. A propósito de la referencia, recuerdo sentir una aprensión similar por el perpetuo plano secuencia que era Marruecos y cuando me tocaba leer un soliloquio del enfermo Raskólnikov o las siempre febriles y morbosas exhortaciones de Fiódor Pávlovich ; el padrísimo en “Los Hermanos Karamazov”.  Todo, ficciones y periplos; venían a parar al mismo desagüe existencial.

Todo aquel espectáculo distópico lo observábamos desde fuera sin poder ni querer ser partícipes de los asuntos de aquellos miserables, de aquellos deambuladores, que vagaban, como si de extras de “The Walking Dead” se tratase, por las calles de los pueblos. No paseaban. No caminaban. Todo era una cavilación perpetua de las distintas moradas oscuras que ataban las entrañas a la tierra. Y ese discurrir tenía un impacto palpable en el vaivén de las personas por las calles.  Lo vimos. Lo comprobamos. Avanzaban unos pasos y se acomodaban en un sitio sin más, mientras se hurgaban los bolsillos o afilaban los zapatos de cuero con el bordillo. Después miraban el suelo un rato, donde pudiera haber algún dátil espachurrado. Intercambiaban un par de palabras en un corro de cuatro o cinco chilabas y así dibujaban la portada de algún relato nocivo de los padres de la sospecha. Y después de un rato largo, vuelta al deambule.  Había miles de ellos por las calles. Muchísima gente sin ningún propósito claro, ninguna sugerencia para el espectador, más que el rumiar.

Esta observación que sacamos y que animamos al lector a que vaya a las comunidades rurales del desierto y del Atlas a contrastarla, fue el postre con el que nos despedíamos de cada repostaje, después de comer o cuando simplemente nos parábamos para averiguar en qué momento nos habíamos perdido.

Las carreteras de Marruecos están llenas de burros.

Olvidaos de los camellos y dromedarios que os hemos mostrado en nuestro engañoso tráiler. Estos  no fueron más que tres pinceladas entre las dunas. Acompañando nuestra expedición por el Atlas y sus faldas largas, nos vimos en un buen puñado de ocasiones cercados por ovejas, burros y perros del desierto. Pero sobre todo burros.

La mayoría de ellos portando carga humana o viniendo de un negocio provechoso, al ir desnudas las alforjas. Alguno que otro ya de costado, con sonrisas parecidas a las del equino de “La Pasión”, con las moscas celebrando su particular festín después del ayuno impuesto el último viernes de cuaresma.

Un par de frenadas suaves  después, para medir bien la distancia entre el camión de delante y los pollinos, llegamos  ya sin luz a Meknes. Nuestra primera noche en Marruecos. Allí conocimos los principios del Rally Solidario en el primer briefing del viaje.

Intercambiamos impresiones con su siempre alegre y liviana organización. Buscamos comodidades con personas afines en aquel caldo de anhelos que eran los más de 120 participantes venidos de toda España, Portugal y Alemania.

Al día siguiente, al escuchar el rugir de los monstruos y chatarras que nos acompañaban en la salida de la primera etapa,  y después de mil gritos entre los integrantes del equipo Newjamii -nuestro equipo- por ver que el 4 x 4 tenía horrorosas dificultades para subir la primera cuesta y porque a los tres kilómetros ya estaba apagado por sobrecalentamiento del motor,  definimos que nuestro objetivo definitivo para el apartado competitivo del Rally era terminar y llevar el coche, de una pieza a ser posible, de vuelta a Madrid.

Ya harto lejano habían quedado las risas, podios, trofeos e insulas que dibujaban nuestros espíritus la noche anterior.

Mientras se repartían las raciones de culpas, aproveché para tirar unos cuantos planos en aquel singular paraje. Arena roja, cedros, barrancos y  nieve.

David Mesa, uno de los aventureros, iba echándole en pequeñas dosis hielo del suelo al líquido refrigerante mientras negaba con la cabeza. Pablo Martínez, se lamentaba, como fue y seguirá siendo habitual, por el deber ser y la realidad del ser. Por el “deberíamos haber hecho” y “hemos hecho”.

Y en esto, cuando pareciera  por el amargor de las primeras líneas del relato, que el Otro en el otro se escapaba de los primeros vistazos que sacábamos, apareció un pastor con su rebaño.

Un centenar de ovejas peludas con sus perros guardianes se apretujaron, en la inmensidad de la montaña, junto al calor del metal que desprendía el coche.

Mirando inquisitivamente a la cámara que le atrapaba, hizo varios ademanes con la mano a David, por lo que entendimos que filmar aquella experiencia estética tenía un coste ridículo. Desembolsamos nuestro primer donativo, 10 dirhams, y nos deleitamos con aquel silencio interrumpido de vez en vez por el balar, el burbujeo del agua del motor y el viento entre los árboles.

Después de media hora apareció el coche de la organización que nos dijo que aquella primera etapa había sido cancelada debido a la nieve que obstaculizaba el camino.

Creyendo más en la providencia que en las inclemencias del clima, brindamos con zumos tropicales y nos pusimos a tirar fotos mientras hablábamos del pastor y sus ovejas.

Salimos  de la montaña después de un rato  de gambiteo.

Sabíamos que a Midelt, el punto de encuentro de aquella etapa fallida, quedaba un buen saco de horas y no llevábamos más referencias que los carteles marroquíes, al no disponer de conexión ni de mapa físico con el que menearnos por los nudos nacionales.

Paramos a comer unas cuántas brochetas de algo que se debía parecer al cordero en una gasolinera de la mala muerte.  Alguien la noche anterior había sacado una audaz observación.

¿Os habéis fijado que no hay burros viejos?

Asenté con omeprazol mi busaca y me atreví a todo lo que el presupuesto y la cocina iba ofreciendo.

De este modo y con algunos retortijones de más, hicimos nuestra primera parada solidarias.

Esta experiencia, repetida a diario y de forma constante, siempre fue el punto radical cada día. Por encima de la velocidad, los ríos secos y el polvo.

Esta zona de Marruecos tiene una gran afluencia de eventos deportivos con apellido solidario. Y hablamos de bereberes y tuaregs convertidos a la mendicidad. Gente que lleva milenios perfeccionando, porque le va la vida en ello, sus artimañas comerciales. Antaño se intercambiaban las distintas comunidades leche de camello con pieles, mujeres por dinero, ropas por turbantes. Ahora, a excepción de contadas tienditas y puestos, todo lo que tienen para ofrecerte es su tiempo y sus rostros comidos por la piedra.

FOTO: Democresía/Ricardo Morales
FOTO: Democresía/Ricardo Morales

Un montón de uñas partidas iban rebuscando por el maletero. Los niños son los que más presión ejercen, aupados por los padres, que les empujan a la primera línea para  que señalen las necesidades de la despensa, aunque a ellos se les escape entre legumbres y lentejas “¡Stylo! ¡Stylo!”, que significa un rotulador de cualquier color que no sea negro. No hablaron más francés que este durante nuestra parada. Con el hambre les bastaba. Y pusieron mucho empeño en explicarnos cómo hay que entenderlo.

Esta experiencia no fue gratificante de ninguna manera. Y no lo fue en todo el viaje.

Fue torpe, duro y llegué a tener sentimientos de ruindad por mi parte, pues era plenamente consciente de que estaba pagando con comida el grabar sus rostros demacrados. Asumieron que ese era el trueque. Y les parecía un precio justo, aunque no les agradase en absoluto.  No me paré a contemplarlos aquella vez más allá que por la pantalla de la cámara. No hubo Otro en el otro en esta ocasión… O sí. Porque ahora rezo por ellos.

Llegando ya a Midelt, con el cerebro embotado de una jornada tan repleta de contrastes, a las afueras de la ciudad, dos chicos y un burro, uno encima y otro tirando de las riendas, volvían a casa. Los vimos de frente. Llevaban hojas de palma colgando.

¡Anda! Es domingo de Ramos.

 

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DiCaprio, no te mereces el Oscar

En Cine/Democultura por

Los medios de comunicación o la prensa oficial, como diría Hilaire Belloc, han conseguido que el lector inconformista dude, por sistema, de todas las afirmaciones rotundas que éstos hagan sobre cualquier tema.

Sucede con política, donde determinadas cabeceras televisivas han trasladado -ante la inoperancia actual del Parlamento- a diputados de todos los colores al plató de televisión y ya les vemos legislando;  a golpe de encuestas a pie de pantalla y de hashtags traviesos.

Sucede con los temas de migración, donde toda verdad qué conocemos sobre los centenares de miles de personas que andan deambulando por Europa ahora, en este momento; con las manos destrozadas de tanta verja, se debe a la cámara  caprichosa de la agencia de comunicación que ande peinando la zona.

Y como no podía ser menos, sucede con la cultura. Sigue leyendo

Un no sé qué de febrero

En España por

O la febril historia del tipo que le robó la Luna a Calígula

Existe un no sé qué seudo romántico en los que defienden la ideología como único subterfugio del hombre. Como única vía de realización del proyecto del “bien común”.

Son arquitectos de sueños que con la libertad, la igualdad y la memoria histórica llevan a la acción –porque se consideran los únicos moralmente válidos para titánica tarea-  el proyecto de dibujar lo imposible; contentar al derrotado. Éste se considera de esta condición por la pérdida de “su bando” en el campo de batalla. Si se le pregunta si su derrotismo no puede ser algo fútil de la vida como que no le conteste al WhatsApp la chica deseada, te reclama con mirada encendida y te echa una perorata sobre las relacionas plásticas y la falacia histórica de las identidades sexuales. Sigue leyendo

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