Los hombres no tan valiosos habrán experimentado alguna vez este estrangulamiento mío, este estrechamiento íntimo, tan distinto al de quien apenas ha olido aún las delicias de la perfección humana, pero sí se ha convencido de la podredumbre que lo rodea.
Somos unos románticos, enajenados en visiones futuribles de una comunidad dichosa, caminante hacia la belleza que puede salvarla, e integradora en su seno maternal de los débiles y los fuertes.
Somos unos idealistas que esperamos lo que creemos que no ha de llegar, y ese deseo de álgidas bondades es el que nos constriñe una y otra vez a la umbría realidad, cuando nos enfrentamos contra el imponente Saturno que nos resiste, para después, vencidos en la noche de la ciudad posmoderna, devorar nuestra entraña.
El Ministerio del Interior ha demostrado, con creces, su inteligencia a la hora de rodearse de los mejores, sin olvidar por ello la prima con su público. Su mejor cómplice, Villarejo, sigue dando lecciones de su gran conocimiento de los vasos sanguíneos del Estado y su capacidad de acertar en el golpe, como aquel que va mareando a su rival, amenazando con tirar a la cabeza si no se detiene el combate. Los espectadores, habituados a este tipo de bajezas, no pueden dejar de estremecerse con el hedor de las cloacas. A este espectáculo de análisis e incisión en la realidad lo llaman inteligencia.
“El hombre es un animal político”, decía Aristóteles. Lo que no está tan claro es que, con el panorama actual -próximos a las elecciones Andaluzas, resto de autonómicas y municipales y las europeas-, sea fácil saber confiar en alguien que busque el bien común por encima del particular en la política.
A la vista de los acontecimientos cabe sentenciar que España es profundamente monárquica. El hecho de que no se entonen salves por el Borbón de la Zarzuela o que los mancebos no se enrolen en el ejército para salvaguardar a su Rey y a su Patria, no quita que nuestra actualidad se contonee al calor de las intrigas palaciegas y las zarandajas de Moncloa.
¡Qué cansado es ver las mentiras planeando por el zapping! Las máximas políticas, por lo visto, leído y escuchado, parecen no hacer distinciones a un lado u otro de la bancada.
En los años más duros de la crisis estuve en uno de los restaurantes que Joaquín Sabina tiene por Madrid. Habíamos ido un grupito de culturetas a los cines Renoir de Princesa. Después de sacudir o rescatar a Wes Anderson, se nos antojaron unas enchiladas.
— ACNUR ha documentado que existe un promedio de doscientos nicaragüenses solicitando asilo cada día en Costa Rica desde finales del mes de julio — El apalancamiento de Daniel Ortega en el poder le va restando aliados en el panorama internacional
Silvio Rodríguez escribió una canción en 1983 dedicada a la Nicaragua revolucionaria de 1979. Su letra forma parte ya de la tristemente famosa historia de violencia latinoamericana del siglo XX, donde se sucedieron masacres, se saldaron revanchismos arraigados desde muchos años atrás y donde oligarquías e intereses particulares sometieron a la población y al país a sus caprichos.
El sudor frío en los poros de militantes, simpatizantes, miembros y relacionados con el Partido Popular no tiene que ver sólo con la moción del ahora presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. De hecho, Rajoy, con su adiosh, descorchó un humeante debate dentro de su partido, que también se había ido mejorando, como los mejores vinos. ¿Quién coge el testigo del PP? Al PP le han entrado de sopetón los dolores: que encima Mariano se va a Santa Pola y no va a usar el dedo mágico como Aznar para ahorrar a los suyos un proceso largo de buscar y elegir un sucesor.
Pedro Sánchez Castejón ya es el séptimo presidente del Gobierno de España en el presente período democrático. La sucesión de carambolas que le ha llevado al cargo será digna de estudio de aquí a no mucho. Por lo pronto, podemos hacer un pequeño repaso, desprovisto todavía de la perspectiva que sólo da el tiempo. En el fondo, no ha podido resultar más español. Ha sido un “a que no hay huevos” llevado hasta sus últimas consecuencias.
La sentencia de la Audiencia Nacional sobre el conocido como “caso Gürtel” causó un seísmo que sólo se explica desde que el devenir político ha pasado a ser retransmitido en directo por televisión. ¿Es grave? Gravísima. La condena civil al Partido Popular (PP) como partícipe a título lucrativo es de una extrema importancia. Sigue leyendo
La primera parte de la investigación iniciada en el 2007, el Caso Gürtel, sobre la financiación ilegal del Partido Popular no ha dejado al partido de Génova bien parado. Por orden de años de cárcel, los condenados han sido: Francisco Correa (51), Guillermo Ortega (38), Pablo Crespo (37,5), Luis Bárcenas (33), Alberto López Viejo (31), Rosalía Iglesias (15), Jesús Sepúlveda (14) y Ana Mato y el Partido Popular condenados a devolver 27.800 y 245.492,8 euros, respectivamente.
La condena al Partido Popular dentro de este caso, teniendo pendiente otra investigación sobre la posible caja B y otras irregularidades, ha precipitado la moción de censura de Pedro Sánchez (que acaba de cumplir un año desde su retorno a la Secretaría General del PSOE) sobre el Gobierno de Rajoy y tornado las gaviotas del partido en cuervos.
En Match Point,Woody Allen desarrolla con maestría una secuencia clave dentro de su filmografía.
Ocurre después de que un desesperado Chris Wilton, al ver que su estatus de vida pende de una bola de mentiras insostenible, decida dar matarile a su amante, al bebé que hay en sus entrañas y a la vieja que, cosas de la caprichosa rueda de la fortuna, tenía que morir para servirle de coartada. Sigue leyendo
No es nada fácil sentarse en un banquillo. Bien sea por una trifulca con el casero o bien sea por haber formado parte de la “presunta” mayor causa de corrupción de tu país. Sigue leyendo
“¿Cómo voy a comprender a Francisco Granados?”, me preguntaba hace tiempo Mayra Ambrosio después de leer una de mis Impresiones, donde llamaba a los periodistas a liderar la comprensión sobre el difícil momento que atraviesa la comunicación pública –la vida pública, que se expresa en esa comunicación– en nuestro país. Entre las diversas reacciones que recibió el artículo –de todo tipo– es la que más me ha ayudado hasta el momento para desarrollar mi idea, y no es casualidad que esa ayuda venga en forma de pregunta. Sigue leyendo
O tendría que acabarse. Diez millones de papeletas incautadas. El sistema informático para el recuento de los votos del 1 de Octubre, tumbado. Cualquier fondo público que se pudiera desviar al secesionismo, intervenido y controlado por el Ministerio de Hacienda. Los artífices de la organización del 1-O, los ejecutores de los portavoces públicos y mediáticos, detenidos. Sigue leyendo
La historia que sigue es pura ficción, pero está basada en hechos reales. Hechos que yo viví como alumno en el colegio y, en menor grado, en la universidad. Hechos que quizá tú también has vivido. Cuento esta historia con tres objetivos:
Explorar hasta qué punto la mentalidad dialéctica, centrada en el conflicto, es la mentalidad dominante –en muchos casos de modo inconsciente– en la cultura occidental contemporánea.
Incidir en que la lucha contra la corrupción, que ahora nos preocupa tanto, no es una batalla contra un estamento concreto (la casta, los políticos, los banqueros), sino contra una mentalidad que anida en el corazón del hombre contemporáneo.
Proponer una mentalidad alternativa, que llamo dialógica, que no sólo es más auténtica, sino también más práctica, constructiva y creativa.
La historia empieza en un aula de enseñanza media. De un vistazo es fácil distinguir en ella dos roles o papeles muy distintos: el primero es el de profesor, ejercido por una sola persona. El otro es el de alumno, ejercido por 25 adolescentes.
Entre estos últimos, si nos fijamos bien y escuchamos sus conversaciones, hay como pequeños sub-roles, etiquetas, casi como profecías auto-cumplidas, que a quien las sufre le hacen más o menos gracia: el payaso, calculín, el abusón, la chupap*ll*s, el chulo… En cualquier caso, por mal que estén las cosas, todos saben que ellos son alumnos y pertenecen la misma casta, a la que desde luego no pertenece el profesor, que tiene otros intereses, que es como “de otro planeta”, que nos es “de los nuestros”. Cuando hay que elegir –y siempre hay que hacerlo–, todos saben de qué lado deben estar. Sigue leyendo
«Un ratón de tierra se hizo amigo de una rana, para desgracia suya. La rana, obedeciendo a desviadas intenciones de burla, ató la pata del ratón a su propia pata. Marcharon entonces primero por tierra para comer trigo, luego se acercaron a la orilla del pantano. La rana, dando un salto arrastró hasta el fondo al ratón, mientras que retozaba en el agua lanzando sus conocidos gritos. El desdichado ratón, hinchado de agua, se ahogó, quedando a flote atado a la pata de la rana. Los vio un milano que por ahí volaba y apresó al ratón con sus garras, arrastrando con él a la rana encadenada, quien también sirvió de cena al milano».
Esta historieta del fabulista clásico Esopo, profeta de los sofistas de bareto, parece pertinente con la actualidad que enfanga -por alusiones, por compartir siglas o por estar íntimamente implicados en “la trama”– a toda la estructura del Partido Popular.
Estas dos últimas semanas han sido de una actividad judicial y eco mediático sin precedentes.
El Caso Nóos y el no ingreso en prisión de la Infanta Cristina y Urdangarin abrieron la espita. Muy a pesar de unos cuantos medios, que están moviendo la información como si Urdangarin fuera a eludir definitivamente la cárcel a favor de llenarse el morro de chocolate suizo; decir que éste último tiene pendiente el recurso presentado al Tribunal Supremo pues la condena que pesa sobre él es de 6 años y 3 meses. Puede ampliarse o reducirse o, sí, quedar impune. Pero eso está todavía por ver y sería otro escándalo del que hablar más adelante. Sigue leyendo
Hay una pregunta que desde ayer por la noche retumba con fuerza en las redes sociales, tras conocerse el salto adelante del PP en las urnas en las elecciones generales de este 26 de junio: ¿Por qué?
Mariano Rajoy y el PP, quizá uno de los candidatos y uno de los partidos con los defectos más a la vista de todos los ciudadanos, ha sido el único ganador de la noche. Mientras los demás líderes y formaciones han retrocedido en apoyo o se han mantenido a duras penas, el partido del Gobierno (que ya ganó las anteriores elecciones) no solo ha revalidado su mayoría sino que, contra todo pronóstico, la ha ampliado cómodamente. Sigue leyendo
Debe de ser duro haber perdido la dignidad. Ese complejo de serpiente que Artur Mas va arrastrando sorprende al más incrédulo. ‘¿Quiénes somos?’, ‘¿De dónde venimos?’ o ‘¿A dónde vamos?’ son preguntas que martillean su cabeza cada mañana.
Gané las elecciones. “Gané” mi invento de plebiscito. ¡Hice creer a todos que era un referéndum! ¿Qué ha podido pasar?, parece estar pensando. Con Artur Mas hemos conocido las infinitas maneras que tiene el ser humano de perder por completo el amor propio ante una sociedad entera. Que si presidente provisional, que si plantearse la presidencia rotatoria, que si hacer un esquema de Gobierno coral… ¡Tantas buenas ideas de una sola persona! Lo curioso es que no esté volcada toda Cataluña en semejante planazo. Es que a veces parecéis españoles,collons. Sigue leyendo
La pareidolia consistente en el reconocimiento de patrones significativos como rostros humanos, caras o formas, en estímulos ambiguos y aleatorios como
“México o muerte” debió decir a sus hombres el legendario conquistador, tras quemar las naves que habían de llevarle de regreso a España en caso de que la conquista de las Indias se torciera. “España o muerte” (o algo parecido) se repite a sí misma seguramente la lideresa de UPyD, firme en su intención de no retroceder un solo paso en su cruzada personal contra la corrupción y el caciquismo en nuestro país.
(Artículo actualizado el 24 de mayo)
La diferencia entre nuestros dos héroes consiste en que el primero consiguió lo que se proponía y conquistó, con un centenar de hombres, el mayor imperio centroamericano, y la segunda, tras lograr algunas victorias, obtuvo la desbandada de su comitiva y ayer anunció que no volverá a optar al liderazgo del partido, tras una derrota fulminante en las elecciones municipales y autonómicas del 24 de mayo.
La bandera de la transparencia y la honorabilidad de la política no es para UPyD ni –mucho menos– para Rosa Díez, un objetivo político a lograr. Es una cruzada personal. Tanto es así que, si uno se acercaba hasta hace no mucho por los pasillos del Congreso al lugar donde el partido tiene su grupo parlamentario, distinguía estos despachos de los de los demás diputados por estar separados con un muro bajo del resto de puertas, tras el que colgaba un cartel con la leyenda: “Zona libre de corruptos“. La próxima vez me fijaré en si sigue ahí el cartel.
Díez vuelve al colgar el cartel en los despachos de su grupo parlamentario, pese a la prohibición del Congreso. EP
Ahora bien, del mismo modo que Cortés tuvo que pactar con los pueblos indios para acercarse a la capital de los mexicas y ser capaz (no sin grandes esfuerzos) de someterla a la corona de Castilla, viene creciendo cada vez más entre las fuerzas de la formación magenta un clamor a favor de la unidad con quienes, al menos desde esta perspectiva, comparten en buena medida sus objetivos.
La derrota en Andalucía, la sospecha de estancamiento (o incluso de retroceso) que promueven las encuestas para las próximas elecciones generales y la paulatina (cada más evidente) desafección hacia la cúpula amenazan con provocar un derrumbe absoluto, animado en parte por la sensación de que el partido se ha quedado anclado en una suerte de puritanismo elitista y estéril que no conduce a ningún sitio.
A todas luces, se ha producido en las conciencias de quienes dirigen esta formación una asociación inquebrantable entre las ideas ‘UPyD’ y ‘honradez’, hasta el punto de que cualquier otra forma política o individuo ajeno se vuelve para ellos sospechoso de corrupción –“¡impuro!”– y conspirador contra el proyecto de regeneración de la política española.
Esta relación se produce de forma más evidente en la dirigente del partido, quien se ha tomado tan a pecho su vocación de salvar el país, que parece no ser capaz de disociar esta idea de su propia persona.
Como consecuencia de ello, asistimos al desmoronamiento del proyecto de quienes –hay que reconocerlo– llevan predicando años en el desierto, pero han cometido el error de no comprender que, ni en política ni en la lucha contra la corrupción, hay alguien imprescindible.