En defensa de las zonas de confort
El otro día presencié una escena un tanto dantesca mientras caminaba por la calle. Un chico discutía por el móvil con su padre, aparentemente le acababan de despedir por haber llegado tarde varias veces, o eso entendí. El chaval apenas podía sostener su enorme móvil en la oreja con todas las bolsas de ropa y regalos que llevaba colgando de las muñecas. Llevaba una camiseta en la podía leerse “Magic happens outside of your confort zone” y no paraba de chillar a su preocupado interlocutor frases de reverso de caja de cereales, como “Pufff…voy a lograr todo lo que me proponga” o un doloroso “No tienes ni idea papá, yo tengo mentalidad ganadora, cosa que tú no.” Aquella persona me pareció una broma andante, de esas que la vida nos manda, con moraleja incluida, de vez en cuando para aquellos que nunca dejamos de escudriñar la realidad.