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Chesterton - page 2

Antología de poetas del amor conyugal

En Democultura por

Las mismas palabras, según la boca que las diga, dicen cosas muy distintas. Un ejemplo son estos versos de Lorca en boca de un viudo –Julián Marías–:

«Mi mujer fue lo más importante de mi vida. Con su muerte desapareció mi proyecto vital de tantos años, lo que le había dado su sentido. Yo ya no soy yo, ni mi casa es ya mi casa».

No me cabe duda de que estos versos de Lorca estaban incompletos, desorientados, hasta que los hizo suyos Marías. Esto es precisamente lo que hace, creo yo, el amor conyugal con el amor, vamos a llamarlo, “romántico”. Lo coge, lo llena de sentido, lo transforma y lo eleva hasta llevarlo a su plenitud.

Han pasado ya varias semanas desde aquella deliciosa clase de literatura. El poeta Enrique García-Máiquez, entre párrafos de Shakespeare, genialidades de Chesterton y  haikus para saborear en silencio, nos dejó con la cuestión que teje, en buena parte, toda la literatura: el amor. Y con esta gran pregunta, otras mucho más pequeñas como: ¿qué amor canta “el poeta”? o ¿Quién ha contagiado más su entusiasmo a las generaciones, Petrarca o Shakespeare? (según García-Máiquez, Shakespeare es un poeta del amor conyugal1 que sale al paso a la corriente que sopla desde la Italia del amigo Petrarca). Sigue leyendo

Con todos ustedes, la Nueva Política

En España por

Si usted  no es uno de los cinco millones de personas que estuvieron el 18 de octubre en el bar “Tío Cuco”  en el barrio de Canyelles,  Barcelona, este artículo le interesará.

El pasado domingo por la noche tuvo lugar en La Sexta, en el programa “Salvados”, el visionado del encuentro entre la tercera y cuarta fuerza política, en lo que a intención de voto se refiere, de nuestro país.

Con la banda sonora de la genial Whiplash, el programa comienza con un zoom out desde la carretera hasta Albert Rivera, algo impaciente en el interior del coche. Un par de planos más tarde, recoge a Pablo Iglesias. Y como dos viejos amigos del instituto a los que no  les va mal de todo, empiezan a charlar de esto y de aquello, de lo agotado que está el de la “coleta morada” (no es la primera vez que se lo escuchamos decir) y de lo extrañada que se queda la pequeña Daniela cuando a su padre le paran en cada esquina para el dichoso selfie. Sigue leyendo

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