Revista de actualidad, cultura y pensamiento

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Ballon Blanc

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El galardón obtenido por Luka Modric presenta los síntomas característicos de una victoria blanca. Y ello no supone desmérito a su fabulosa campaña mundialista con Croacia. Pero las reacciones de escándalo no dejan lugar a dudas: el de 2018 es un balón merengue. Sigue leyendo

La deriva populista del Orgullo Atlético

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En lo profesional tengo interés e incluso admiración por el Atleti. Tan honesta admiración que son muchos los cursos de postgrado en los que he discutido la singular relación de la marca Atleti con sus públicos.

Lo usual es que una marca enuncie sus valores para compartirlos con su clientela. Dove lidera el movimiento de #bellezareal y propone a la mujer que se quiera tal y como es, con sus curvas y sus huesos. BMW encarna la sportiness en el mundo del motor y te invita a que disfrutes del placer de conducir. Coca-Cola es el paradigma de la marca que comparte con sus públicos la visión de un mundo feliz hecho de pequeños placeres rutinarios. Sigue leyendo

Mística y fútbol: contra Jorge Bustos y la cucaracha resentida

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La polémica me pierde, me arrastra magnéticamente allí donde aparece. Hoy quiero zanjar una polémica nacida en Democresía y tal vez, con algo de suerte, generar otra. Los actores de esta lucha de titanes incluyen a un reputado guionista cinematográfico (he visto todas sus películas), un encumbrado periodista gestado en las cumbres de la filología (fue introducido en la polémica a pesar suyo y sin saberlo) y un personaje en proceso de devenir bicho. Además, tres lectores han querido intervenir con mayor o menor arrojo ¿Qué ha ocurrido? Sigue leyendo

El Cholo y los sapos

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La madrugada del jueves sonaba en el “Partido de las 12”  un histórico del balón. Paulo Futre, el “Hijo del viento”, uno de los cuatro magníficos de la historia del Atlético de Madrid. Todo Futre, según recogió el vídeo de COPE, era un caldo de nervios.  Sacaba con gusto y movimientos pendulares, como un chisporroteo de madera húmeda, sus dejes portugueses, sus secretos e inquietudes sobre lo que se avecina esta noche para el equipo colchonero. Larrañaga lo había traído para que contrastase la historia de Simeone y su tropa cholista con su propia aventura con el Oporto, cuando conquistó la primera Copa de Europa allá por 1987 frente al Bayern de Múnich. Aquella noche fue insólita si comparamos a los dos equipos. El equipo del Duero era ostensiblemente menor al rodillo alemán de Matthäus, Flick o el pequeño de los Rummenigge, que venían de golear al otro finalista de Milán, al Real Madrid de Butragueño, Sanchís, Hugo Sánchez y el sempiterno vacile para cualquier banquillo; Michel. Sigue leyendo

La absurda levedad del ser (madridista)

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El Real Madrid es una trampa mortal para el hombre, un veneno para la inteligencia y una muerte para el espíritu. Conozco media docena de personas con buenas dotes intelectuales que comulgan con la estupidez y sinrazón cuando se trata de justificar su afiliación al Real Madrid. Uno de ellos hasta me ha querido convencer, a partir de una deducción bíblica, que el mismísimo Dios es forofo del Madrid.

Como conozco un poco la Sagrada Escritura, me di el lujo de rasgarme las vestiduras y relatarle el pasaje de David y Goliat. ¿El Madrid es el débil de la historia o el gigante y seboso capitalista afanoso por estamparlo todo con su pie de oro?

Recuerdo todavía mi experiencia burguesa en el Bernabéu. Un madridista me invitó a presenciar la repugnante farsa de las gradas piperas. Sentaditos en nuestros blandos culos, escupiendo cáscaras de pipas mal escarbadas, “contemplamos”. ¿Quién en su sano juicio va a “contemplar” a un estadio de fútbol? El único elemento propio del escenario futbolístico eran los insultos. Pero ¡ojo! No se trataba de insultos al árbitro, ni al rival, ni a los jugadores del equipo contrario. Se trataba de escupir hacia arriba para que nos caiga en toda la cara. Insultar a los propios, pedir la expulsión del técnico o los jugadores. Qué decir si el equipo va perdiendo… Uno se levanta de la silla y se marcha amargado aún cuando quedan diez o quince minutos de juego.

Ser del Real Madrid contradice todo el sentido del concepto “aficionado”. Y lo peor son las victorias. ¿De qué se alegra un madridista? ¿De que su equipo tiene pasta? Porque lo que es alegrarse de un surgimiento heroico de las cenizas, o de una victoria esforzada en contra de todas las predicciones… eso el madridista jamás lo conocerá. No conocerá la proeza davídica del equipo pequeño, ni la fidelidad inamovible del aficionado auténtico.

Necesito un madridista que me explique, si esto es posible, por qué carajo es del Madrid.

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