Abuelos
Una escena se repite constantemente con mis abuelos. Salimos a la calle tras haberlos despedido, enfilamos rumbo al coche, y al girarme allí están, en el cuarto piso, dos figuras sonrientes diciendo adiós con las manos. Es una imagen cotidiana, como calzarse las zapatillas nada más salir de la cama, o apagar la luz antes de acostarse. Pero, en el fondo, no tiene nada de irrelevante o mecánico, al contrario que estos otros episodios.
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