Hoy, que han pasado ya cuatro días de la gran chorrada, reflexionemos.
Reflexionemos sobre los magos, los camellos y Facebook; sobre alcaldes del populacho, más que del pueblo, que han sido los verdaderos reyes de las infantiles cabalgatas. Sobre el encono de políticos de retaguardia que juran odio eterno a los modistas epifánicos y, por encima de todo, sobre la supuesta burla de facciones de un mismo partido (distintas caretas para el mismo actor) a las ínclitas tradiciones de nuestros padres que, dicen, son católicas antes que profanas.
Porque no, damas y caballeros: el trágico espectáculo del quinto día del año del Señor 2016 no ha humillado a nadie. Más allá de las intenciones de seres de carne y hueso que dicen hablar en nombre del Todo; allende los heraldos olímpicos de la divina voluntad populachesca, que no popular, la obra no ha ido donde se ha pretendido que ha llegado. Sigue leyendo