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Intrahistoria de una manifestación politizada

En España por

Las manifestaciones las carga el diablo. Lo sabe bien José María Aznar que montó una el 12 de marzo de 2004 para respaldar sus tesis sobre la matanza del 11-M en Madrid y cavó su tumba política. El por entonces todavía presidente del Gobierno de España se trajo a todos los líderes europeos que pudo, escogió un recorrido impecable y simbólico y quiso darle el tono propio del dramatismo y la austeridad castellana. No contó Aznar con dos imponderables. La lluvia que deslució el recorrido y la reacción de la gente, nada espontánea, bien conducida y dirigida para moverle la tierra bajo los pies al, hasta entonces, todo poderoso inquilino de La Moncloa, ya en retirada. No se dio cuenta Aznar de que las manifestaciones se componen de gente, de personas. Individuos que forman colectivos. Seres humanos con sus propias inquietudes y prioridades pero también manipulables, pastoreables, que pierden parte de su identidad individual cuando se agrupan con otros seres humanos como ellos. Sigue leyendo

Ignacio Echeverría: ¿mereció la pena? (Valar dohaeris)

En Asuntos sociales por

Confieso que me conmoví hasta las lágrimas cuando escuché la noticia de Ignacio Echevarría, su monopatín y su muerte en el atentado de Londres. No sé si fue por la belleza de la acción, realizada por un tío normal, un ciudadano cualquiera, que pasaba por ahí con sus amigos… o por la desproporción quijotesca entre su monopatín y los asesinos, entre sus posibilidades de éxito y el valor con que se lanzó al ruedo. Sea por lo que fuera, me llegó al alma.

Después de la emoción, sin embargo, viene la pregunta: ¿por qué? ¿por qué lo hizo? ¿Un calentón sentimental irreflexivo? Supongo que un materialista cientificista me diría que su acción fue causada por la oxitocina, una sustancia que provoca en los humanos (y en otros mamíferos similares) sentimientos de apego, de afecto hacia los semejantes, de empatía. Ese líquido se habría cruzado por su cerebro, produciendo la acción irracional que todos conocemos, que le llevó a perder la vida. Sigue leyendo

Un sueño llamado Europa (II)

En Cultura política/Pensamiento por

 

Nos duele Europa. Nos duele, no sólo por el atentado que hace unas semanas golpeaba París y conmocionaba al mundo. Nos duele también porque Europa, parafraseando a Ortega, “es todo lo que no debía ser, y casi nada de lo que debía ser”.

¿Por qué? ¿Por qué anochece en Europa? ¿Por qué el Viejo continente no da sino muestras de cansancio?

(Viene de un artículo anterior)

Tal vez nos pueda dar una respuesta ese europeo perturbado y genial que fue Nietzsche, que adivinó el ocaso de Occidente mucho antes que sus contemporáneos:

“¿No habéis oído hablar de ese hombre loco que, en pleno día, encendía una linterna y echaba a correr por la plaza pública, gritando sin cesar, “busco a Dios, busco a Dios”?”  Sigue leyendo

Protagonistas de la Historia

En Diario compartido por

Estudio en París desde hace casi tres años. No es mi patria, pero con sus calles, sus músicos, sus cafés, -incluso su gente-, forma parte de mi casa y de quien soy ahora. Algunos dicen que “afortunadamente” el fin de semana pasado, no estaba en las calles de París, como hubiera sido perfectamente posible. Gracias a Dios, todos mis amigos están bien, aunque esto no elude parte del problema. Los atentados de Charlie Hebdo en enero los viví de cerca. Las calles de la ciudad vacías, silenciosas, y numerosas esquinas repletas de militares armados. Nos asustaba salir de casa y el frío se convertía en una excusa para tapar al miedo. Sigue leyendo

Banderolas, himnos y lemas: Todos somos Francia

En Asuntos sociales por

“Todos somos Francia”, “Todos somos París”, “#NotInMyName”, “#PrayForTheWorld” y ponte una bandera francesa en la foto de perfil de Facebook, lanza una proclama contra el terrorismo en Twitter, firma una campaña en Change.org y, a continuación, grábate cantando ‘La Marsellesa’.

Quienes pecamos de cínicos no podemos evitar la tentación de echar al carro de las habituales manifestaciones de cursilería generalizada la cantidad de banderolas de Francia que pueblan hoy los perfiles de Facebook. Es casi como si fuera parte de una obligación social, una muestra de buen gusto, demostrar lo muy unido que uno está a las víctimas de la masacre desde el sillón de casa.

Y, sin embargo, algo me dice que si el artículo terminara aquí estaría siendo injusto, me estaría equivocando. Bueno, hay algo cierto: las recogidas de firmas para pedirle al líder del DAESH que dejara de matar niños cristianos nunca le llegaron… Sigue leyendo

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