La historia de la caída de Númenor nos presenta un mundo (Arda) presidido por un Dios creador trascendente y lejano, Ilúvatar, y unos espíritus inferiores que custodian y gobiernan el mundo en su nombre, los Valar. Estos son una mezcla de dioses olímpicos, ángeles y fuerzas de la naturaleza, que protegen Arda al servicio de los hijos de Ilúvatar, que son los elfos y los hombres. Uno de ellos, Morgoth, se rebeló contra la “Música” de Ilúvatar, contra su plan, y buscó engañar y someter a elfos y hombres bajo su poder en vez de servirlos.
(Este artículo examina la antropología teológica contenida en ‘El Silmarillion‘, el libro en el que J.R.R. Tolkien relata el origen e historia de la Tierra Media, en la que tiene lugar la saga de ‘El señor de los anillos’ y ‘El hobbit’.)Sigue leyendo
El límite es aquello que define cualquier cosa, convirtiéndola en determinable. Si no lo hubiese, sería imposible comprenderla, como mucho podríamos intuirla pero, en ningún caso, dominarla. Así es lo infinito, lo eterno, el ser, el tiempo, lo omnipotente, la divinidad, la libertad y, antes que todo ello, la existencia humana.
Las preguntas fundamentales nos provocan crisis porque son, al fin y al cabo, indefinibles: ¿Qué es el tiempo? ¿la eternidad? ¿el ser? ¿la libertad? Cualquier fórmula con que uno intente decir de una vez por todas estos conceptos, le deja siempre insatisfecho, testificando así la propia impotencia intelectual.
En casa, pese a las advertencias que en su momento hicieron los puritanos, está triunfando Harry Potter. Tengo a Harry instalado en el sofá, con mi primogénito, cuando me levanto. O cuando me voy a dormir y le encuentro tirado sobre unos cojines junto a la librería de casa, porque, ¿cómo se iba a acostar dejando a su compañero en la situación en la que está? Como Bastian y Atreyu, mi hijo le va acompañando en su aventura hasta llegar al punto al que Bastian debe llegar, pasando por los aprendizajes que debe adquirir. Hasta que le toque a él ser protagonista. Y me parece bien que así sea.
El ser humano es por naturaleza un ser que habita, un ser que transforma la realidad no solo con el fin de obtener cosas útiles, sino con el afán de dejar su huella en el mundo, de dejar algo de sí mismo en la realidad. Vosotros mismos cuando habéis llegado a vuestro cuarto, aquí en el Colegio Mayor lo habéis habitado, lo habéis llenado de fotos de vuestros seres queridos y de objetos que siendo poco útiles os son muy preciados pues forman parte de vosotros, dicen algo de vosotros, de quiénes sois y de qué es lo que os importa en este mundo; desde la bufanda del Real Madrid que cuelga del corcho de la pared, hasta la claqueta que adorna el escritorio recordando las noches de Butaca C. Allá donde moramos dejamos huella, imprimimos algo de quiénes somos en la realidad, la hacemos nuestra, nos pertenece a la par que le pertenecemos a ella.
[Este texto procede de la lectio inaugural del curso 2020-2021 del Colegio Mayor UFV, que ha sido editada para su publicación aquí]
La filosofía quizá no está de moda, pero el filósofo surcoreano Byung-Chul Han sí. Y es que existen pocos pensadores vivos tan mediáticos, como este coreano educado y afincado en Alemania. Su éxito radica en que ha sido capaz de explicar, con una claridad que se agradece, la situación existencial del hombre del siglo XXI. Byung-Chul Han es ante todo un radiólogo de las sociedades occidentales, un pensador atípico, un romántico con alma oriental. Sus ensayos breves, con un tono divulgativo que huye del academicismo, así como su lenguaje claro y repetitivo, le convierten en un autor accesible y popular.
¿Qué es primero: el método o la gallina? El método es importantísimo, quede eso claro desde el principio. Para mí, un buen método equivale casi siempre a un buen resultado. Se aplique este al estudio de una ciencia, al desarrollo de una historia o a un proyecto.
«De lo que no se puede hablar» es el aforismo siete del final del Tractatus de Ludwig Wittgenstein, un incansable buscador de la verdad que vivió su vida con una intensidad y honestidad única. Y, aunque esta novela no es sobre él, la narración está impregnada de su pensar obsesivo e incansable en busca de la autenticidad, del sentido de la vida.
Cuando en nuestras sociedades se considera la perfección y el éxito como el único horizonte posible, el escritor y profesor italiano Alessandro D’Avenia acude con su libro El arte de la fragilidad para proponer un camino alternativo, “una forma erótica y heroica de estar en el mundo”, en donde reconocer la inconsistencia y fragilidad humana no implica renunciar a ese fuego interior que nos permite llegar a ser nosotros mismos.
En este original ensayo Alessandro D’Avenia recorre las edades del hombre, planteando un diálogo atemporal y a corazón abierto con el poeta y erudito romántico Giacomo Leopardi (1798-1837), al que el escritor italiano considera su referente. Sigue leyendo
En Match Point,Woody Allen desarrolla con maestría una secuencia clave dentro de su filmografía.
Ocurre después de que un desesperado Chris Wilton, al ver que su estatus de vida pende de una bola de mentiras insostenible, decida dar matarile a su amante, al bebé que hay en sus entrañas y a la vieja que, cosas de la caprichosa rueda de la fortuna, tenía que morir para servirle de coartada. Sigue leyendo
El entrecomillado del título pertenece a Victor Stone/Cyborg. Pienso que resume bien la psique de muchos superhéroes y refleja la esencia de su tormento espiritual. Quede claro desde este momento que todo lo que sigue hace referencia constante a la trama entera de Liga de la Justicia (Zack Snyder, 2017).
Hay autores que han desaparecido a la sombra de una de sus obras; personajes ficticios que se vuelven icónicos, todos los reconocen, pero no muchos han profundizado en la genialidad del autor. Si hablamos de Saint-Exupéry, lo relacionamos en seguida con un pequeño príncipe rubio con el pelo revuelto cuyo corazón anhela encontrarse de nuevo con una delicada y coqueta rosa. Pero El Principito es la obra de madurez de un autor cuyo recorrido existencial queda reflejado progresivamente en sus escritos. Saint-Exupéry ha sido uno de esos genios, adelantados a su época, su mirada atraviesa la epidermis de la realidad en busca del anhelo de sentido que intuye existente pero no ha encontrado.
A lo largo de mi vida, he podido comprobar que muchos problemas, de todo tipo, se podrían haber evitado si nos hubiésemos informado mejor. Simplemente, he observado que una gran parte de los errores que cometemos son por ignorancia.
Parece este un buen punto de partida para recuperar lo que veníamos diciendo en la primera parte de este microensayo acerca del feminismo contemporáneo: si bien todos estamos de acuerdo en sus fines, la explicación que se hace de la violencia es tremendamente problemática. ¿Por qué?
Hay una historieta de Mafalda que reza el siguiente comentario: ¿qué habrán hecho algunos pobres sures para merecer ciertos nortes? Hoy se nos presenta la misma pregunta pero desde una perspectiva diferente, quizá: ¿qué habrán hecho ciertos orientes para merecer ciertos occidentes? O viceversa ¿qué habrán hecho ciertos occidentes para merecer ciertos orientes? Sigue leyendo
La ambición de los agentes antidemocráticos en el cine de superhéroes es oceánica. La lucha por proteger la democracia de los ataques del totalitarismo(ver artículo anterior) es una empresa que requiere plena dedicación por parte del superhéroe. Se da la circunstancia de que no es el FBI, ni las fuerzas del orden, ni el ejército quienes tienen los mecanismos definitivos para luchar contra los supervillanos; no así el superhéroe.
La lucha contra criminales y supervillanos detrás de una máscara conlleva circunstancias incómodas: Sigue leyendo
Los superhéroes no creen en el Dios del que habla el cristianismo, el judaísmo o la religión musulmana. Los pocos casos de superhéroes que creen en la trascendencia, Hellboy, Kurt Wagner/Rondador Nocturno y Matt Murdocck/Daredevil, ponen de manifiesto la relación entre la fe y la oscuridad en el sentido en el que el pensamiento moderno las ha vinculado. Hellboy es un demonio que se mueve de noche en el subsuelo. El aspecto del atormentado Kurt Wagner/Rondador Nocturno es sombrío, al igual que los ambientes en los que aparece y desparece. Matt Murdocck/Daredevil es ciego, se mueve en la oscuridad y su aspecto superheróico también tiene reminiscencias demoníacas. Sigue leyendo
“Cada cachorro crece para convertirse en gato. Se ven tan inofensivos a primera vista, pequeños, callados, lamiendo la leche de su platillo. Pero apenas tienen garras lo suficientemente largas hacen sangrar la mano que les da de comer. Para aquellos escalando a la cima de la cadena alimenticia no puede haber misericordia. Solo hay una regla: cazar o ser cazado. Bienvenidos.”
Así, con un plano a cámara en el que el político Frank Underwood se dirige directamente al espectador, termina el primer episodio de la segunda temporada de ‘House of cards’, la serie estadounidense que relata las intrigas de la Casa Blanca y las luchas internas por el poder.
Su actuación como protagonista en la serie le ha valido a Kevin Spacey un Globo de Oro al ‘Mejor actor de drama’, que ha recibido este fin de semana, tras ocho nominaciones a los premios en ediciones anteriores sin ganar ninguno. Además, el próximo mes de febrero está previsto que arranque la tercera temporada de la serie.
Pero vayamos al grano:
¿Quién es Frank Underwood?
El arranque de la serie (primera temporada) nos presenta a un experimentado político, líder de la bancada republicana en el Congreso de los EE.UU. que, después de lograr que su candidato gane las elecciones presidenciales, ve esfumarse la promesa de ser el segundo de abordo, en favor de un líder más manejable.
A partir de aquí –al más puro estilo de una humillada ‘Scarlet O’hara’– hace un juramento a su mujer (otro personaje fascinante, su alter ego) de vengar la ofensa y tomar, no solo aquello que le corresponde, sino la presidencia de Gobierno.
Durante las dos temporadas que lleva la serie, su creador, Beau Willimon, nos lleva de la mano de Underwood, quien con sus esporádicos monólogos a cámara nos invita a ser espectadores de la crudeza de los actos y razonamientos que emplea para mover los hilos del poder a su favor.
En definitiva, es un hombre frío, profundamente consciente de sus propias fuerzas, y todavía más consciente de las fuerzas de los demás; que carece del límite que en otros denominaríamos el factor humano y que él sabe aprovechar con crueldad para lograr sus fines.
De su boca hemos escuchado frases como:
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En él vemos la lógica aplastante de quien sabe aprovecharse del “pensamiento débil” que sustenta la ética y la afectividad del hombre moderno –por lo general desprovista de fundamento– y que hace a quienes la ejercen no solo vulnerables sino “carnaza” para quien está dispuesto a saltarse los convencionalismos y aprovechar cualquier debilidad para subyugar al contrincante o eliminar obstáculos.
Así, bajo esta premisa, le hemos visto mancharse las manos de sangre en más de una ocasión (empezando por el primer capítulo) sin producir más horror que al aprovechar cada bajeza y cada virtud de quienes se encuentra para machacarlos, todo ello hilado en una trama inteligente y adictiva.
Es inevitable que surjan algunas preguntas: ¿Es posible la existencia de un hombre como este? ¿Resistiría la antropología una conducta mantenida al margen de todo respeto al más mínimo resquicio de idea de bien, fuera de sí? O, todavía más importante, ¿Resistiría nuestra civilización a alguien con esa “libertad” de espíritu?
Al fin y al cabo, no podemos dejar de recordar que el principio y fundamento de nuestra sociedad es un crucificado, signo de la mansedumbre, y lo más opuesto al superhombre de Nietzsche, un engendro maquiavélico que se nos presenta bajo la piel del respetable y poderoso Frank Underwood.
Una y otra vez, la pregunta es la misma: ¿Quién es el hombre?