Dos herejías sobre la belleza: Soloviev al rescate
Existe una herejía alarmante muy extendida en Occidente. La densidad especulativa de Disney la ha acuñado en el confuso aforismo “la belleza está en el corazón”. Tratándose del cuento de una doncella que se enamora de una criatura caracterizada como “bestia”, supondré que se trata de la posibilidad de amar a alguien independientemente de su fealdad aparente, cuando en su interior reside el bien.
Todo esto me resulta muy confuso. En primer lugar, está la ambigüedad de un “corazón” en el que debe residir un cierto bien que no sabemos muy bien en qué consiste. No menos preocupante parece ese verbo “estar”. La belleza no “está”, no se sitúa. Se corre el terrible riesgo de etiquetar arbitrariamente la posición de la belleza o, más terrible aún, se corre el riesgo de disolver la belleza en un cierto carácter moral.
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