Revista de actualidad, cultura y pensamiento

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Los caminos de la melancolía

En Antropología filosófica/Poesía por

Oh muerte, yo te amo, pero te adoro, vida…
cuando vaya en mi caja para siempre dormida,
haz que por vez postrera
penetre mis pupilas el sol de primavera.

(Versos de Melancolía, A. Storni)

La definición de melancolía en los diccionarios suele ser algo como “Tendencia a la tristeza permanente” o algo más amplio como “término que deriva del latín y que, a su vez, tiene origen en un vocablo griego que significa ‘bilis negra’. Se trata de la tristeza vaga, permanente y profunda, que puede haber nacido por causa física o moral  y que hace que el sujeto que la padece no se encuentre a gusto ni disfrute de la vida.”  Suele tratarse como una condición psicológica, como una enfermedad que se cura con fármacos y distintas terapias.

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El arte de educar según Franco Nembrini

En Educación por

La educación “es un acto de misericordia, un gran perdón continuo”. Con estas provocadoras palabras Franco Nembrini, profesor italiano de Literatura e Historia en la enseñanza media, y autor de diversos ensayos sobre Dante y la Divina Comedia, ilumina la difícil tarea del educador en este ameno y reconfortante “manual” educativo. Fruto de la recopilación de diversas charlas, encuentros y conferencias con familias y profesores, el profesor Nembrini huye de abstracciones educativas y habla desde su experiencia personal como hijo, alumno, padre y profesor.  En los diversos capítulos se percibe la influencia del libro “Educar es un riesgo” de Luigi Giussani al que Franco Nembrini considera un referente.

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Dependientes

En Antropología filosófica por

Me asusta ver cómo damos por bueno el espejismo de la autonomía; la creencia de que uno se hace a sí mismo. Parece que cuanto menos hayas dependido de los otros para ser quién eres hoy, mayor altura humana. Esto podría ser verdad en un mundo posible en el que el hombre fuera otra cosa distinta a la que es. En este mundo, aquí y ahora, el hombre es relación. Quien soy hoy es gracias a que he dependido de otros.

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Cinco claves para hundir la octava temporada de Juego de Tronos

En Democultura/Series por

Ahora que se nos ha echado encima el periodo vacacional, un buen número de seriéfilos se plantea un rebobinado completo de Juego de Tronos sabiendo que en los próximos meses llegará el desenlace definitivo, la batalla definitoria.

¿Quedarán sujetos los Siete Reinos al devenir de los vivos o de los muertos? A partir de ahora, spoilers a machete. Avisados quedáis.

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Naprotecnología, una alternativa ética a la reproducción asistida

En Amor y sexualidad/Asuntos sociales/Bioética/Publirreportajes por

El pasado 25 de julio tuvo lugar en el NH de Madrid la presentación y lanzamiento de Fertilitas. Se trata de una entidad que busca poner en contacto a matrimonios con dificultades para poder tener hijos con profesionales que verdaderamente les pueden ayudar. De una forma ética y cuidando los fundamentos de la deontología médica y el amor conyugal, las familias encuentran en esta nueva iniciativa un sistema de diagnóstico y tratamiento científico eficaz. Sigue leyendo

Dostoyevski para el siglo XXI

En Democultura/Literatura por

“A primeros de julio, después de un calor sofocante…” No es la crónica del tiempo de este verano sino que así inicia uno de los libros más famosos de Dostoyevski y de la literatura mundial, Crimen y Castigo.

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Érase una vez el BBK Live 2018

En Música por

Hace poco más de una semana las tiendas de campaña de Quechua empezaron a poblar el monte de Kobetamendi, en Bilbao.

Aquel mar de plástico pintoresco y de promoción marcaba el inicio de una nueva edición del festival de música BBK Live 2018.

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La ley de hierro de la oligarquía

En Cultura política/Economía/Pensamiento por

La historia de Europa es “una lucha permanente por la libertad política”.  Estas son las palabras del prestigioso catedrático español de Historia de las Ideas y Formas Políticas, Dalmacio Negro Pavón. El autor, en este breve pero sugerente ensayo, reivindica el auténtico pensamiento político europeo, en pugna con “la ley de hierro de la oligarquía” un concepto que rescata del politólogo y sociólogo alemán Robert Michels.

Negro Pavón recorre la historia de Occidente de la mano de los grandes pensadores políticos, llevándonos desde Grecia a la actualidad para finalizar advirtiendo que esta “ley de hierro” que ha pasado tantas veces por alto, es una constante que sigue operando en nuestros días. Sigue leyendo

El arte de coleccionar postales

En Asuntos sociales por

Lo prometido es deuda. Me estoy acordando mucho de ti y de tu familia.  La ciudad está tan espectacular como siempre… Ojalá paseemos juntos por aquí. Si no, me conformo con que nuestra amistad dure toda la vida.

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Me gusta coleccionar postales. Es una de esas cosas que me recuerdan a ir a casa de mi abuela de pequeño en las tardes de domingo. Como las tardes de toros, las películas en blanco y negro, los cromos de Panini o los trajes de Cary Grant. Recuerdos de una infancia feliz.

Decía Chesterton que todos los recuerdos de la infancia son maravillosos, porque en ellos se ve una luz viva, un deseo de vivir y una impresión de los sentidos que va más allá de lo cotidiano por lo que se está por descubrir. Ese deseo vivo es lo que hace que todo sea visto por los ojos de un niño como algo nuevo con independencia de que realmente lo sea.

La primera postal que tuve me la enviaron mis padres desde Roma. Tuve un romance un par de años con la filatelia que no llegó a florecer. Los sellos son muy bonitos pero el llegar a formar una buena colección requiere tiempo y dinero. Factores que llevan a que un niño no esté en disposición de cultivar tan elevado pasatiempo, al no ver mucho cambio a corto plazo en sus ahorros, normalmente conformados por chicles, trozos de alambre y cristalinas, canicas, cromos de fútbol especiales y otros tesoros de igual o dudosa reputación.

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Le tengo especial cariño a esta postal que me enviaron mis padres desde Roma en la que sale un guardia suizo ante la tumba de San Pedro. Ese fin de semana nos quedábamos con mi abuela, y mis padres me escribían en la postal que le habían dicho al guardia que yo tenía un uniforme del Real Madrid. Todo esto lo leí después claro, pero no deja de ser curioso lo que estaba pasando mientras. Lo cierto es que el uniforme tenía un par de meses y aún no había podido estrenarlo en la capital. Lo llevaba puesto en ese instante, aprovechando la ausencia de mis padres.  Tras toda la mañana debatiéndome, finalmente había conseguido armarme de valor y, enfundado en la elástica de siemens mobile, dirigí mis pasos hacia la misa dominical. Era un hecho de rebeldía sin precedente y constituía una alteración del orden en mi casa. El uniforme del Madrid era únicamente para jugar al fútbol. Nada más. Para mí, que nunca había tenido camiseta de equipo alguno, suponía un placer demasiado grande como para dejar pasar la oportunidad de poder lucir la indumentaria de mi equipo de futbol y no pude resistirme. Llevé la camiseta de O´Fenómeno todo el fin de semana.  Por supuesto me cayó bronca, pero mereció la pena la travesura.

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Hay postales especiales que tienen una especie de bonustrack. Principalmente son de amigos que se han molestado en garabatear algo al dorso que se salga de lo cotidiano. Muy pocas cosas están a la altura del placer indescriptible que supone recibir la imagen de algún sitio muy lejano y diez o quince líneas recogidas por algún amigo que cuenta que lo está pasando muy bien, que se acuerda de ti y que el próximo viaje lo haréis juntos.

Las normas básicas a la hora de escribir una postal son:

1. Elegir una imagen bonita y original. Qué se salga de lo cotidiano. Qué también se salga de lo ordinario. Las postales son como los detalles, inesperados y de buen gusto.

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2. Comprar el sello y asegurarnos de que el precio de los portes es suficiente y que no nos han vendido uno de menor coste -o de otro país- y que no llegará la postal. Si la postal no llega, habremos fracasado en nuestra misión. Un recurso de emergencia puede ser enviarlas al llegar al sitio de origen con el sello del país, pero indudablemente perderán carácter. No, no es lo mismo.

Una costumbre al alza en estos tiempos oscuros que corren para los amantes de las postales es el comprarlas y darlas en mano sin firmar ni nada.  Es como dar un regalo sin envolver, rompiendo el sagrado ritual. ¿Para qué sirve la postal entonces? No esperas el momento en el que llegara la postal de tu amigo al buzón, no podrás leerla en la intimidad de tu cuarto o subiendo las escaleras de casa. En esos momentos incómodos en los que te dan las postales en mano suelo farfullar algo dando a entender que las leeré después y las meto rápido entre algún libro o las echo al bolsillo sin mucho miramiento. Resulta muy violento leer una postal delante de la persona que la acaba de escribir.

Hay amigos que prometen el oro y el moro y no te envían nada, o chicas que después de mirarte a los ojos, te mienten descaradamente y te dicen que por supuesto que se acordarán de ti, que todo va bien,  y te escribirán aunque lo cierto es que no lo hacen.

Hay una venganza aun peor que mentir y no llegar a escribir una postal: Escribirla y no enviarla. Suelen terminar perdiéndose por los cajones o lugares recónditos de la casa, arrugada en la maleta, en la habitación del hotel… Con el tiempo da pereza enviarlas y así terminan enterradas, sabiendo que no nos pertenecen, condenadas a vagar sin destino. Hagamos un momento de silencio por esas postales que nunca vieron la luz, que nunca llegó a poseer su legítimo dueño,  ajenas a esperar un momento que nunca llegó. Supongo que cuando muera podré ir un día a visitar el cielo de las postales y leer todas aquellas postales que nunca me llegaron a enviar o se perdieron por el camino.

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3. La tercera norma y más importante es el lugar donde escribir las postales. Habrá que buscar un sitio que nos estimule, un remanso de paz, un sitio donde nos encontremos a gusto. El bullicio de una calle ajetreada un día laborable, una terraza o una plaza, el abrigo de una taberna o el silencio de nuestra habitación. Lo siguiente será por qué escribimos y para quien, qué significado tiene el viaje que estamos haciendo, qué relación tenemos con la persona a la que escribimos y qué le queremos transmitir. Resulta de vital importancia poner la fecha. Conviene saber en qué año fue escrita para poder ordenarla después dentro de los álbumes. Es recomendable firmar a fin de saber quién la envía. Hasta una persona como yo hace un especial esfuerzo por que se entienda su letra, al menos en las líneas destinadas a la dirección postal. Un mínimo de decencia por nuestros amigos que esperan nuestras postales. Nos necesitan.

Desde pequeño, tomé la costumbre de enviar postales a mi familia durante los viajes. Costumbre que no sé por qué mantengo. En el fondo supongo que me hace ilusión saber que están en casa y que al menos tienen un recuerdo mío, que saben que los tengo presentes. Son postales que por regla general suelen terminar en un cajón o pasan unos días en la nevera para volver después a ocupar cualquier cajón de la casa. No les culpo. Lo cierto es que tengo una letra pésima, los que me conocen lo atestiguan y todo intento de descifrar cualquiera de mis caracteres es vano. Como decía un compañero del colegio, mi letra solamente la entendemos Dios y yo. Y media hora después solamente Él.  Era algo que ya intuía de pequeño. No era normal que mientras mis primos y hermanas bajaran a la playa temprano yo tuviera que hacer tres o cuatro planas de los cuadernillos Rubio. El recuerdo es vago pero permanece. Algunas noches sueño con una especie de fantasía en la que me encuentro por fin con mi archienemigo el Sr. Rubio y le espeto algo así como ” Me llamo Iñigo Montoya, mataste mis veranos. Prepárate a morir”. Tengo el férreo convencimiento de que la editorial de cuadernillos sobrevivió tantos años gracias a las inversiones que hacían mis padres.

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Cuando uno recibe una postal ocurren tres cosas:

1. Una sensación de agradecimiento a la persona que la envía. Se alaba su buen gusto eligiendo la postal, y se disfruta viendo la fotografía e imaginando las aventuras por las que discurre, se observa el trazo de su letra y se razona sobre lo que dice y expresa.

2. Un deseo de que ese amigo que la envía lo esté pasando bien y ganas de acompañarle en su viaje, de emprender nuevas aventuras. Por espacio de esos cinco minutos que se tarda en leer la postal, conectas con la persona que la envía, como en la película de Frecuency, y eres participe de sus andanzas.

3. Acontece un breve repaso de los mejores momentos de esa relación de amistad y un renovado efecto de mantenerla y un deseo de acrecentarla cuando el amigo en cuestión vuelva de su viaje.

Fotografías hay demasiadas, fotografías de buena calidad, pocas. La tendencia actual es a sobreexponernos a whatsapps de imágenes movidas, de mala calidad hechas sin detenimiento ni delicadeza. Un aquí te pillo, aquí te mato. Una postal invita a la reflexión, a la pausa. A la contemplación. A detenerse durante unos instantes a leer lo que otra persona ha querido recoger tras esa imagen que conecta a los dos durante su vivencia en tierra extranjera. Es una estampa, una ventana a compartir aventuras.

Constituyen una costumbre en desuso que comienza a diluirse como los hielos en un vaso de whisky. Es uno de los últimos vestigios que quedan de la civilización en Europa, como el uso de las corbatas, los cómics de Tíntín o fumar en pipa.

No escribamos postales para quedar bien ni por cumplir con una obligación, impuesta como si fuera un juramento. Escribamos postales porque tenemos algo que expresar, algo que sentir. Porque como cuando eramos niños, nos recuerdan que todavía quedan muchos momentos por vivir y que como en la infancia, la vida es maravillosa.

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Este artículo fue publicado originalmente en el blog de su autor y es reproducido aquí con su permiso.

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Rusia y Europa: rumbo a una integración forzosa

En Mundo por

El 20 de enero de 2017, Donald Trump tomó posesión de su cargo como presidente de los Estados Unidos. Pronto dejó clara su intención de obedecer los mandamientos del America First y de lograr que EE. UU abandonase su papel de “policía del mundo”. En su Estrategia de Seguridad Nacional optó por una política exterior basada en la reciprocidad y la bilateralidad, devolviendo importancia a los Estados «fuertes y soberanos», frente a las políticas de Obama que defendían la importancia de la multilateralidad y la cooperación internacional. El mismo documento, caracterizado por sus propias contradicciones y su retórica belicista, acusó a Rusia de ser un rival peligroso que debía ser contrarrestado. Mientras, Vladimir Putin afianza su liderazgo y Rusia parece avanzar hacia un proceso de integración con Europa.

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Pedro Pastor Guerra: “Pretendemos cambiar el país pero un país no se cambia”

En Entrevistas/Música por

Pedro Pastor Guerra lleva toda su vida unido a la música, desde los 13 años que compusiese su primera canción hasta sus 23 actuales. Con cuatro discos y cientos de conciertos tras de sí basados en un trabajo de autogestión que a través de multitud de ritmos da voz a mensajes de libertad, empoderamiento, política y amor libre. Se palpa en su música una cercanía a América Latina, a la historia, a colectivos sociales y, sobre todo, a experiencias en una primera persona poco convencional que cada vez llama a un público más numeroso.

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Un país con mucha moral y sin ninguna ética

En Asuntos sociales/Educación por

Ya lo decía, en frase genial, el gran sociólogo español Esteban Pinilla de las Heras refiriéndose a la atmósfera del Franquismo: “un país con mucha moral y sin ninguna ética”. Por ello, entendía una sociedad grandilocuente y exagerada, siempre dispuesta a escenificar su adhesión al bien y su aversión al mal, una sociedad, en el fondo, destrozada, deshecha, entregada a la hipocresía y profundamente cínica.

El Franquismo, según Pinilla, se relacionaría con la hegemonía de un lenguaje apodíctico, concluyente e incuestionable en sus máximas, eslóganes, fórmulas coloquiales y frases hechas. El lenguaje ominoso de una sociedad sin pensamiento propio, poseída por el miedo y el egoísmo más voraz, por la pereza y la cobardía, que se limitaba a repetir la retahíla de los tópicos ideológicos puestos en circulación por políticos, burócratas, periodistas e intelectuales, todos ellos expertos en el arte de saber decir lo que debe ser dicho. Tópicos convertidos en usos lingüísticos que establecían la frontera entre lo decible y lo indecible, lo legítimo y lo ilegítimo, el bien y el mal, con el aviso subliminal de que cualquier matización o leve impugnación de tales lugares comunes podía traerle a uno serios problemas con la autoridad.

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Albert Boadella, Tabarnia y la religión laica del independentismo

En Cataluña/Entrevistas/España por

“Casi no he tenido que hacer fantasía, la realidad a mí alrededor ha sido mucho mejor”. Es difícil que un dramaturgo de la talla de Albert Boadella, con estudios internacionales de interpretación, fundador de la compañía Els Joglars, la friolera de ocho años como director artístico de los teatros del Canal y diferentes reconocimientos en el ámbito creativo pueda decir algo así con el aplomo con que lo dice. Pero ocurrió: el martes 22 de mayo, el presidente de Tabarnia en el exilio, fue el protagonista del II encuentro Alumni UFV by Democresía. Sigue leyendo

Líneas a un amigo

En Periodismo por

Un homenaje póstumo, especialmente de forma escrita, suele adolecer de las siguientes características: es cursi, lacrimoso, está plagado de calificativos, amplifica las virtudes del fallecido, a veces busca revanchismos extraños, le cuelga medallas personales difíciles de encontrar en la hemeroteca, escenifica las circunstancias comunes que trazaron la relación; buscando dejar claro de todas las maneras posibles la cercanía con el extinto en cuestión. Sigue leyendo

ESPECIAL Caso Miguelianos

por


 

Es inevitable que haya escándalos, pero ¡ay de aquel que los ocasiona! Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de moler y lo precipitaran al mar, antes que escandalizar a uno de estos pequeños." (Lc. 17, 1-6)

Corría agosto de 2011, hacía mucho calor en Madrid y centenares de miles de peregrinos participaban en la Jornada Mundial de la Juventud organizada por la Iglesia Católica. Durante los días que duró el evento, un grupo de monjas prácticamente desconocidas y ataviadas con hábitos más que llamativos (de un color azul y amarillo intenso) ponían la tonadilla al encuentro con una canción de pop-rock que se convirtió en el gran éxito de la jornada. Pocos años después, esa misma congregación, la Orden y Mandato de San Miguel Arcángel (conocidos como los 'Miguelianos') volvía a captar la atención del público por un escándalo de presuntos abusos sexuales y prácticas que han llevado a su fundador, Miguel Rosendo da Silva a permanecer durante cuatro años en la cárcel, sin haber recibido todavía un juicio.

Las noticias publicadas por varios medios de comunicación, El Mundo InfoVaticana entre los más destacados, no dejaban lugar a dudas: se trataba del enésimo caso de prácticas abusivas en el seno de una congregación religiosa: orgías, violaciones, agresiones físicas, dominación, lucro personal y prácticas sectarias, entre otras lindezas. La inercia mediática de anteriores casos de abusos sexuales cometidos por miembros de la Iglesia hizo el resto: se disolvió la orden, se encarceló a su fundador y la Iglesia española impuso un cordón sanitario en torno a cualquier persona que hubiera tenido relación con la congregación.

A día de hoy, no solamente no se ha demostrado ninguna de las acusaciones que llevaron a Miguel Rosendo da Silva a prisión (linchamiento televisivo incluido) sin haber sido juzgado, sino que empiezan a salir a la luz nuevos datos que apuntan en una dirección muy distinta.

En los siguientes artículos, Chema Medina recoge algunos testimonios y relatos que muestran un caso tremendamente complejo y una montaña de irregularidades, tanto en el proceso judicial como en la administración que la Iglesia española ha hecho de la investigación del caso, en detrimento de sus propios miembros.

La enseñanza política de Spinoza o qué diantres pasa con Cataluña

En Cultura política por

 

No creo que esté de más, en estos momentos en que seguimos inmersos en el desafío de los independentistas catalanes, volver la vista atrás y recuperar los argumentos vertidos por Spinoza en el capítulo XX de su celebérrimo Tratado teológico-político (1670). Dicho capítulo se titula “Se demuestra que en un Estado libre está permitido que cada uno piense lo que quiera y diga lo que piensa” y puede considerarse una de las exposiciones más lúcidas, elegantes, persuasivas y sucintas de lo que es e implica un Estado de derecho. Sobre esta entidad política, tenemos actualmente una idea bastante confusa que, creo, está siendo utilizada con descarado oportunismo por los independentistas para arrimar el ascua a su sardina. Estos no se cansan de repetir que la acción judicial emprendida contra ellos es una persecución ideológica y atenta contra su libertad de expresión, contraviniendo la cláusula fundamental de una democracia que se pregona como pluralista y liberal. Es decir, que tal acción judicial, y la línea política y gubernamental que supuestamente la ampara y dirige, demostrarían que España no es un Estado de derecho porque los poderes no están efectivamente divididos, y las opiniones políticas de una parte de la población no se encuentran protegidas y son perseguidas.

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La última lección de Adolfo Suárez

En Cultura política/Dialogical Creativity por

«En 1980, Adolfo Suárez concedió una entrevista a Josefina Martínez del Álamo que se salía de lo habitual. Fue una conversación tan franca que sus consejeros decidieron vetarla. “Un presidente no puede ser tan sincero”, dijeron».

Los domingos de Abc publicó aquella entrevista con motivo de su 75 aniversario el 23 de septiembre de 2007. Hoy la ha rescatado ABC, por razones evidentes. La actualidad de los contenidos, más allá del personaje, es ahora más relevante que entonces. Los azares de su historia convierten esta entrevista en su última aparición pública, aunque aconteciera 27 años antes. Es su testamento político para nosotros.

Te recomiendo leer la entrevista entera: nos ayuda a recordar que en la vida pública siempre hay una persona detrás del personaje. Aquí reproduzco algunos párrafos directamente relacionados con la temática del blog, acompañados de una breve reflexión. Cierra esta nota su discurso electoral de 1977, con su famoso “puedo prometer y prometo”, que nos permite repasar con sus palabras lo que hizo, lo que dijo que haría y lo que efectivamente logró.

«—[los españoles] tienen derecho a conocerle. Si le votan, y si se ponen en sus manos, necesitan saber con quién se juegan el porvenir.

Sí. Ellos tienen derecho; y yo tengo la obligación de explicarme. Estoy de acuerdo. Y voy a procurar remediar ese desconocimiento; a darles una respuesta. Quiero utilizar más los medios de comunicación. La televisión sobre todo… porque en televisión soy responsable de lo que digo, pero no soy responsable de lo que dicen que he dicho… Tengo muchísimo miedo de cómo escriben después las cosas que he dicho […]

—Quizás el problema es también nuestro, de la prensa. Últimamente parece que algunos nos sentimos demasiado inclinados a ser protagonistas.

Sí. Yo noto ese afán de protagonismo. Algunos periodistas me preguntan sobre un tema político para tratar de convencerme de sus posturas. Entonces les digo: ¿Ustedes, qué quieren: saber mi opinión o convencerme de la suya?… Porque si vienen a hacerme una entrevista, les interesará conocer mi criterio, supongo. Y tendrían que escucharlo libre de prejuicios. Después, ustedes lo estudian, se informan y, si no les gusta, lo critican… Después, todo lo que ustedes quieran. Pero sólo se tienen presentes a ellos mismos. Escriben para ellos mismos… […]

Y noto, además, que algunos periodistas no intentan obtener los datos necesarios para hacer una información exacta. He hablado de Autonomías con un grupo de periodistas. Y les he dicho: ¿ustedes se dan cuenta de que han desprestigiado totalmente el estatuto gallego? Les pregunto: ¿lo ha leído alguno de ustedes? Y no… ¿Y han leído ustedes el título octavo de la Constitución?… Y no. […]

Así me va… Soy un hombre absolutamente desprestigiado. Sé que he llegado a unos niveles de desprestigio bastante notables… he sufrido una enorme erosión.

—¿Y por qué no intenta arreglarlo? Debe tener una solución.

Sí. Pero la tiene utilizando los mismos procedimientos; y no me gusta. No quiero convertirme en un hombre que busca sectores que lo cuiden, que lo mimen… ¡En absoluto, no va conmigo! Yo sólo digo que me juzguen por mis obras. […]

El 80 por ciento de lo que se escribe de mí no responde a la realidad… ¿Y qué voy a hacer? ¿Usted sabe lo que supone pasarse el día rectificando?[…]

Al final, he llegado a la conclusión de que los políticos son hombres como los demás. En el fondo, las cualidades que verdaderamente cuentan son las humanas.

Un político no puede ser un hombre frío. Su primera obligación es no convertirse en un autómata. Tiene que recordar que cada una de sus decisiones afecta a seres humanos. A unos beneficia y a otros perjudica. Y debe recordar siempre a los perjudicados… Gracias a Dios, yo no lo he olvidado nunca. Pero se sufre porque no puedes tomar decisiones satisfactorias a corto plazo para todos los españoles. Aunque esperas que sean positivas en el futuro y asumes el riesgo… Hay personas que no ven a los gobernados uno a uno… Yo los sigo viendo. ¡Les veo hasta las caras! Otro requisito indispensable en un político es la capacidad para aceptar los hechos tal y como vienen, y saber seguir hacia delante. Nunca puede sentirse deprimido. Tiene que continuar luchando. Confiar en lo que siempre ha defendido y en los objetivos programados a largo plazo… Pasar por encima de las coyunturas. Porque, a veces, las circunstancias pueden desvirtuar el destino histórico de un país. Y es preferible decir sí a la Historia que a la coyuntura. Yo lucho, intento luchar, contra esas coyunturas. […]

Hay que estar dispuesto a aceptar un grado enorme de impopularidad —como en una confesión hecha a sí mismo, arrastra las palabras—. Pero yo estoy dispuesto a eso. Lo estuve desde el primer día en que fui presidente. […]

Cuando en el año 77 se consolida la democracia y las leyes reconocen libertades nuevas, pero también traen aparejadas responsabilidades individuales y colectivas, empieza lo que llaman el desencanto… ¡El desencanto! Yo no creo que el pueblo español haya estado encantado jamás. La Historia no le ha dado motivos casi nunca.

Tuvimos que aprender que los problemas reales de un país exigen que todos arrimemos el hombro; exigen un altísimo sentido de corresponsabilidad. Y sin embargo, los políticos no transmitimos esa imagen de esfuerzo común… La clase política le estamos dando un espectáculo terrible al pueblo español. […]

Pero le hemos hecho creer que la democracia iba a resolver todos los grandes males que pueden existir en España… Y no era cierto. La democracia es sólo un sistema de convivencia. El menos malo de los que existen.

[…] Mi mayor preocupación actual es la convivencia. La democracia puede ser más o menos buena, pero lleva en sí unos altos niveles de perfeccionamiento. Y la perfección máxima consiste en la convivencia perfecta. Hay que crear las condiciones necesarias para que los españoles convivan por encima de sus ideas políticas; que las ideologías no dañen las relaciones de amistad, de vecindad.

Sé que es un objetivo posible; estoy convencido. Y si lo conseguimos, habremos hecho una labor histórica de primera magnitud. Por fin habríamos acabado con todas las previsiones de enfrentamientos históricos. La transición española dará un ejemplo al mundo.

El símbolo, para mí, es que sean amigos personas de partidos diferentes, pero amigos. Que por la mañana puedan ir a votar juntos, y después sigan charlando y discrepen, pero civilizadamente. Que no traslademos al país nuestro rencor personal. Que no ahondemos con diferencias políticas las diferencias regionales y económicas que ya existen. Diferencias que, además, tampoco son insalvables… ese es mi auténtico objetivo. Esa sería mi compensación.

[…] Cualquiera sabe lo que dirá la Historia dentro de 30 o 40 años… Por lo menos, pienso que no podrá decir que yo perseguí mis intereses.

Admitirá que luché, sobre todo, por lograr esa convivencia; que intenté conciliar los intereses y los principios…, y en caso de duda, me incliné siempre por los principios.

[…] Yo suelo decir que me he empeñado en un combate de boxeo, en el que no estoy dispuesto a pegar un solo golpe. Quiero ganar el combate en el quince round por agotamiento del contrario… ¡Así que debo tener una gran capacidad de aguante!…

Es una imagen que refleja bien mi postura. Si en mis decisiones públicas hubiera un pequeño ingrediente personal —el más mínimo— derivado de las ofensas que he recibido, en ese mismo instante me marcharía. Porque estaría cometiendo los mismos errores que se han cometido históricamente. Caería en las equivocaciones de esos políticos que, por razones personales, llevaron a España a enfrentamientos muy graves.

A veces cuesta un gran esfuerzo mantener esta actitud… A mí me han estado insultando de una forma tremenda… Y yo he seguido saludando con el mismo gesto, con la misma intención, hasta con el mismo afecto, a la persona que me insultaba.

[…] Eso es tener un cierto sentido de responsabilidad —de nuevo su voz se vuelve hacia sí mismo—… de responsabilidad histórica… que la da el cargo. Yo he sido siempre un hombre responsable.
Y también me influye la ilusión que conservo. La ilusión de que es posible conseguir lo que me había propuesto. Los políticos se rinden, a menudo, porque no ponen todo el esfuerzo necesario para alcanzar la meta; porque priman los objetivos a corto plazo. Pero yo todavía tengo una enorme ilusión. La misma que tuve toda mi vida».

Como habrás visto por las fechas, unos meses después de esta entrevista Adolfo Suárez dimitió. Sus palabras y testimonio fueron diluyéndose. González y Aznar no supieron aparcar con igual rotundidad los intereses particulares o ideológicos del bien común. A Zapatero y Rajoy expresiones como “bien común” o “Historia” les quedan grandes. Es como si les avergonzara pronunciarlas.

Suárez repasa en esta entrevista los males propios de la incomunicación, que incluso un hombre de su talla y éxito profesional sufre terriblemente en primera persona: la falta de veracidad y confianza, la difamación y la mancha del buen nombre, la imposibilidad de encontrar un terreno común para el debate cuando al otro le interesa más vencer que encontrar ese espacio común. Al tiempo, reconoce la necesidad de una comunicación más plena y sincera, más transparente, del político con los ciudadanos, aunque eso le lleve a encajar muchos golpes bajos y dolorosos. En esta entrevista denuncia ya las enfermedades más terribles del Periodismo y la Política en España: el espíritu partidario que vela por los propios intereses, siendo un mal ejemplo y alentando más a la división y al odio que al encuentro y la sana convivencia.

Suárez subraya con lucidez que la democracia es sólo una forma de regular la convivencia, la menos mala, pero también la más exigente. Lo es porque nos obliga a todos a vivir en diálogo, que es mucho más difícil que limitarse a mandar u obedecer. Vivir en diálogo nos exige escuchar y renunciar a los prejuicios, nos exige exponernos tal cuál somos, nos obliga a purificarnos de nuestros intereses y caprichos particulares, por legítimos que sean, en nombre del bien común. Nos exige trabajar juntos, codo con codo, abrazados al radicalmente distinto, pero hermano.

Por último, nos revela parte de su secreto: la responsabilidad, la ilusión y encajar todos los golpes sin devolver ninguno. Quien quiera entender, sabrá quién fue su maestro en poner siempre la otra mejilla. Nos deja un gran testamento político que es a un tiempo un gran un testimonio personal.

Merece la pena repasar los vídeos del especial de RTVE “Muere Alfonso Suárez”. Aquí, un aperitivo: su “puedo prometer y prometo” en la campaña electoral de 1977, que nos ofrece un ángulo muy distinto que la citada entrevista, aunque reconocemos en ambas a una y la misma persona. Gracias, Presidente.

Este artículo fue publicado originalmente en el blog de su autor y es reproducido aquí con su permiso.

Tras los pasos de una generación de fuego

En Antropología filosófica/Literatura por

Cuando se escucha hablar de los escritores de la conocida “generación perdida”, en el París de los años 20, lo común es pensar en un grupo de americanos que viajaron a París a vivir una vida bohemia, llena de excesos, de alcohol, de fiesta, de jazz, de mujeres. Nos los imaginamos sentados en los cafés escribiendo sus cosas, fumando cigarrillos y, como la concepción que a veces se tiene del artista, comportándose de forma bohemia. Para algunos, unos personajes dignos de admirar por su talento; para otros, unos parias de la sociedad que se dedicaban a la bebida y a la “buena vida”.

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¿Por qué nos acostumbramos tan rápido a lo bueno?

En Dialogical Creativity por

Una de las ventajas (o desventajas) de las redes sociales digitales es que nos permiten compartir un estado de ánimo con nuestros conocidos. A veces no pasa de un mensaje sin respuesta lanzado a un puñado de posibles lectores. Otras supone el comienzo de algo más serio. Tal vez un encuentro real para charlar, una complicidad en la respuesta, una oración por la persona afectada o incluso una reflexión.

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La razón de la razón en Charles Peguy

En Filosofía/Pensamiento por

Sobre la razón es una obra, como pone de manifiesto una alusión bastante explícita del texto mismo, muy cercana al primer libro de Charles PéguyMarcel, premier dialogue de la cité harmonieuse. La razón, al igual que la libertad, la justicia y la caridad, es un factor constituyente de la ciudad armoniosa. Esencialmente constituyente. De ahí la pasión con que Péguy defiende la peculiaridad de la razón, y la libertad de la razón y de sus métodos propios.

No hay que olvidar que Péguy deseaba publicar otros diálogos sobre la ciudad armoniosa, de los que nunca llegó a escribir más que el título y la portada. Había un Dialogue de l’individu, un Dialogue de la cité, un Dialogue de la cité juste, un Dialogue de la cité charitable y, por fin, un Deuxième dialogue de la cité harmonieuse. La mera enumeración de estos proyectos ilumina muy bien las preocupaciones del poeta y del pensador, preocupaciones que van a acompañarle toda la vida. Sigue leyendo

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