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Vox se crece entre sus propios complejos

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La España que madruga para comprar el pan e ir a misa, la que acude a los toros siempre que puede y a la que, si le metes un poco el dedo, te dice “¡viva el rey!”, en vez de “buenos días”, ha llenado este domingo el palacio de Vistalegre (en Madrid). Convocadas por Vox, miles de personas han acudido desde diversos puntos del país para pedir elecciones, para criticar a los medios de comunicación que no son afines y para pitar a Puigdemont.

Con canciones que recuerdan a los after hour de pueblos de la periferia, con temas como Resistiré, Que viva España o La copa de la vida, de Ricky Martin, la formación encabezada por Santiago Abascal ha celebrado su primera victoria política: el barómetro del CIS le otorga un escaño en el Congreso de los Diputados. Falta ganarlo en las urnas, pero que desde fuera del partido se hable de la posibilidad parece que ha gustado.

“Ya ninguna encuesta se atreve a ocultarlo”, ha señalado Abascal, quien, entre gritos de “¡presidente, presidente!” y banderas de España ondeando por todo el complejo, se ha mostrado muy crítico con el Partido Popular y Ciudadanos, a los que ha tachado de “conejitos asustados”. “No hemos venido a ganar España, hemos venido a que España gane con nosotros”, ha reiterado el presidente de Vox a lo largo de su discurso.

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Si hace poco más de un año se agruparon en ese complejo personas que pedían “unidad” a los líderes de Podemos, en esta ocasión se escuchaban cánticos y gritos de lo más variados. Desde “¡viva la madre que te parió!” hasta “¡no estamos solos!”, pasando por el conocido “¡España, unida, jamás será vencida!” o “¡estamos llenando Carabanchel!” Junto con estos, también se ha oído un tímido -muy tímido- y un tanto poético “¡sí, se puede!”

Vox asume que es “facha”

Abrazo entre Ortega Lara y Abascal. | Autor: Guillermo Pividori.

Fachas. Desde 2014, cuando se presentó la formación, este ha sido el calificativo que ha acompañado a la identidad de Vox. No es que venga así indicado en los estatutos, sino que ha sido el recurso utilizado por el resto de partidos de ámbito nacional para definir las ideas de Abascal, José Antonio Ortega Lara y los suyos. No obstante, si hasta ahora agachaban la cabeza, el presidente de Vox ha dicho que se acabó, que esto son “medallas en el pecho”.

Con un elaborado discurso dirigido a fortalecer el compromiso -o engagement– del electorado ahí presente, Abascal ha anotado que si por sus ideas le han de llamar ‘facha’, lo acepta con gusto, porque estas críticas vienen de “los sambenitos de Pablo Iglesias, Pedro Sánchez y Quim Torra”. Así lo ha dicho por querer deportar a todos los inmigrantes ilegales, prohibir los partidos independentistas, suprimir las autonomías y derogar la Ley de Violencia de Género, entre otras cuestiones.

Guiño a EEUU

Ejecutiva de Vox al término del evento. | Autor: Ignacio Losada.

Con cierto aire que, inevitablemente, recuerda al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, los miembros de Vox no han dudado ni un instante en criticar a los medios de comunicación que no son afines con su forma de ver el mundo. “Denunciamos a los medios de comunicación mentirosos”, ha resaltado el portavoz del Comité Ejecutivo Nacional de Vox, Ignacio Garriga, instantes antes de que el auditorio cargara contra la prensa al grito de “mentirosa”.

Por su parte, el secretario general de Vox, Javier Ortega, ha destacado que en este día se dirigían, entre otras muchas personas, “a esos pocos periodistas valientes que informan con objetividad”. Minutos antes, la formación había aplaudido a José Javier Esparza, de Intereconomía. Resulta evidente que el “¡abajo los medios!” que se escuchó desde una grada tras las palabras de Ortega no se dirigía a esta cadena.

La España que madruga para comprar el pan e ir a misa, la que acude a los toros siempre que puede y a la que, si le metes un poco el dedo, te dice “¡viva el rey!”, en vez de “buenos días”, ha llenado el palacio de Vistalegre y ha enviado un mensaje al país: la “resistencia” al establishment -como lo ha llamado Ortega Lara- es Vox. Los jóvenes conservadores -y no tan jóvenes, que había muchos- quieren un nuevo proyecto y seguirán haciendo ruido.

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