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Rajoy es el único que lo ha entendido

En Elecciones 26J/España por

En el spot de Ciudadanos ‘Héroes anónimos’, difundido el pasado mes de mayo, uno de los clientes acodados en la barra de ese bar que podría ser cualquiera encarnaba (pretendidamente) toda la sabiduría y la lucidez del pueblo español: “Yo creo que aquí solo hay uno que lo ha entendido”. Y señalaba a Albert Rivera, en la pantalla del televisor. El hombre, que peina canas, acredita barba blanca, gasta gafas de pensador anónimo y reparte flores verbales a su alrededor, erró en el quién de su sentencia. Efectivamente, aquí (en España) sólo hay uno que lo ha entendido. Pero no es Rivera. Es Rajoy.

A los datos me remito. El líder del PP es el único que ha ganado votos en el semestre que va del 20D al 26J. Todos los demás candidatos (me refiero a los cuatro partidos principales) han perdido votos. Y no es que Rajoy haya llenado su saco de votos con una cantidad baladí: son exactamente 669.220 votos más los conseguidos. Sánchez se ha dejado en el camino 120.606 votos. La dupla Iglesias-Garzón se ha pegado el gran batacazo, perdiendo en la ‘comunidad de gananciales’ la friolera de 1.089.760 apoyos. Rivera, por su parte, ha perdido 390.759 votos.

Como los votos son los que reflejan fielmente el apoyo popular, se puede resumir el balance para estos candidatos así: Rajoy ha ganado muchísimo, Sánchez ha perdido un poco, Rivera ha perdido bastante e Iglesias-Garzón han perdido muchísimo, aún más de lo que ha ganado Rajoy.

Analicemos uno por uno. Rajoy ha sido a todas luces el gran triunfador de la noche con una victoria que muy pocos esperaban (hay indicios de que los mejores encuestadores de España trabajan para Génova). Una victoria que tiene mucho de empeño personal, puesto que el presidente del Gobierno ha tenido que luchar en los últimos años contra vientos y mareas, no solo fuera sino también dentro del partido.

Rajoy, como decía, es el único que ha entendido a los españoles, y así lo ha demostrado sumando voluntades. El único que ha entendido que la mayor prioridad de España, por ser su mayor problema, es atajar el paro. El único que ha podido sostener este “gran objetivo nacional”, como bien lo llama él, con datos, porque los números le salen. Rajoy ha reivindicado al PP como el partido más legitimado para hablar de empleo: primero porque su Gobierno ya ha conseguido mucho y segundo porque los Gobiernos de Aznar también consiguieron reducir el desempleo en millones de personas (si bien, a mi juicio, Rajoy está asentando la economía sobre bases más sólidas).

Por otra parte, Rajoy es el único que ha entendido la voluntad de los españoles respecto a los acuerdos. Los españoles no quieren, mayoritariamente, acuerdos adoptados ‘a la contra’, como también ha demostrado el batacazo de Pablo Iglesias y Alberto Garzón. Rajoy ha hecho bien estos seis meses en repetir para dejar clara su voluntad de diálogo con Sánchez y Rivera. Con Sánchez ha sido imposible y esto los ciudadanos lo ven y lo valoran. No puede ser adalid del diálogo quien se niega a hablar con la fuerza más votada por los españoles. Rajoy ha ganado esa batalla ante la opinión pública, demostrando que el PP busca pactos, como dice el acertado lema de su campaña, ‘a favor’.

También ha sido clave la estrategia de comunicación del PP. En este sentido es justo reconocer que el PP está avanzando a pasos agigantados en lo que durante décadas ha sido un punto flaco y en el que la izquierda le apabullaba. Esta exitosa nueva comunicación tiene dos vectores imprescindibles y complementarios: la ‘superficial’, en forma de vídeos, versiones del himno, presencia de los líderes en todo tipo de programas televisivos, etc.; y la ‘profunda’, a base de repetir insistentemente (como hace la izquierda) aquellos datos y aspectos que más le benefician de cara a la opinión pública. Es un camino importante el que ha abierto el PP y que no debe abandonar, por su bien, en los próximos años.

El masivo regreso de ‘votantes pródigos’ (ya sean ‘emigrantes’ a otros partidos o abstencionistas) no es en ningún caso un cheque en blanco para el PP. Se ha demostrado que los votantes populares son tan exigentes o más que los de otros partidos. La lucha sin cuartel contra la corrupción y la renovación gradual (ya comenzada, no había más que ver las caras que acompañaban a Rajoy en el balcón) son condiciones para mantener y aumentar esta confianza en el futuro. El registrador de la propiedad, paso a paso, ‘caminando rápido’, que no corriendo, está consolidando al PP como el partido de referencia en España y su victoria más importante quizá sea sobre la antaño obligatoria superioridad moral de la izquierda.

Rajoy, por haber sido el único que ha entendido a los españoles y el que mejor ha interpretado la situación política, ha reforzado su legitimidad para gobernar, hasta el punto de que sería incomprensible que no se le permitiera hacerlo. Su decisión de no presentarse a la investidura que le propuso el Rey no puede, en mi opinión, catalogarse sino como jugada maestra, propia de un veterano profesional de la política que sabe hilar fino y ver, como los mejores ajedrecistas, las jugadas ocultas que nadie ve y que pueden decantar la partida.

 

Sánchez pierde, pero pierde poco

Pasemos a Sánchez. Sánchez ha perdido, pero ha perdido un poco. Ha ganado a Unidos Podemos, que de facto se había convertido en su principal competidor, y esa victoria parcial le permite sobrevivir. O morir lentamente, como el “muere lentamente” del poema (mal atribuido a Pablo Neruda).

Precisamente el impedido ‘sorpasso’ y la posible pervivencia de Sánchez dan más complejidad, a mi juicio, al panorama político. El ‘sorpasso’ hubiera significado la defenestración de Sánchez y su relevo por alguien probablemente más proclive a facilitar un Gobierno del PP. Su permanencia implica la del conflicto: un Rajoy que quiere (y necesita) pactar con Sánchez, y un Sánchez que no contempla esa posibilidad, como ya ha dejado claro este mismo lunes. La terquedad y el cerrilismo no parecen virtudes políticas: en el caso de Sánchez pueden ser los clavos de su tumba. Si por su sectarismo visceral contra el PP hubiera unas terceras elecciones, los españoles le señalarían y le seguirían castigando en las urnas.

Por otra parte, el líder socialista pierde a marchas forzadas la simpatía popular. La ciudadanía es cada vez más clarividente para detectar mensajes vacuos, a los que Sánchez es muy proclive, mientras que la chulería y la fanfarronería también juegan en su contra ante la opinión pública. Además, la estrategia de Sánchez de identificar al PP con la corrupción (estrategia que comparte con Unidos Podemos y en parte con Ciudadanos) no ‘ha colado’ en la piel española: los ciudadanos cada vez hilan más fino y las acusaciones desproporcionadas, hipócritas o injustas acaban volviéndose en contra de quienes las profieren. ¿En qué se ha traducido el supuesto escándalo Fernández Díaz – Daniel de Alfonso, tan exagerado por la oposición?

 

La juvenil soberbia de Iglesias

La dupla Iglesias – Garzón ha cometido un evidente error de cálculo, con juvenil soberbia, al creerse más fuertes de lo que son. Su constante apelación a “la mayoría social” o a “las clases populares” les dejan ahora en evidencia y con un palmo de narices. El domingo por la mañana Iglesias decía que rozaban el ‘sorpasso’ al PP, pero por la noche se mantenían lejos aún del ‘sorpasso’ al PSOE. En uno de sus empalagosos y emocionales vídeos se imaginaban lo que, de repente, “pasa” cuando “no ganan los de siempre”.

Hoy, todas esas ensoñaciones han desaparecido como se disipa el humo. Iglesias y Garzón, los líderes que se pretendían más populares, son los que más popularidad han perdido en los últimos seis meses. Su pecado original es que no congenian con el verdadero y profundo sentimiento español y que han declarado su enemistad a más de media España. Es muy difícil llegar a gobernar un país cuando generas tan profunda antipatía en más de la mitad de sus ciudadanos.

La ‘tesis Errejón’, más amable y favorable a colaborar con el PSOE, se ha revelado, con el tiempo, más acertada que la ‘tesis Iglesias’. Garzón y su Partido Comunista de España pueden resultar unos incómodos compañeros de viaje, y habrá que ver si a Podemos le interesa mantener esa alianza. Los buenos resultados de la coalición en el País Vasco, donde han ganado en las tres provincias, y en Cataluña, donde han ganado en dos, no hacen sino evidenciar su falta de sintonía con el sentir de la gran mayoría de los españoles.

 

Rivera, necesario ahora y más adelante

Y Rivera probablemente se ha equivocado al atacar tan duramente al PP y a su líder, Mariano Rajoy. Esto, unido al pacto fácil con el socialista Sánchez, ha despertado antipatías y recelos en uno de sus mayores caladeros de votos: los votantes del PP.

Aunque se declare de centro, la lógica política de España empuja a Ciudadanos al centro derecha: el mejor papel que muchos esperan de ellos, a falta de más fuerzas, es el de apoyar a los Gobiernos que promuevan la liberalización de la economía y reformas positivas para España, además de actuar como vigía moral de los demás partidos. Rivera tiene que entender que el suyo es un buen proyecto a corto, medio y largo plazo, y que en el camino pueden prestar (y están prestando) valiosos servicios a la sociedad española. Es importante que Ciudadanos esté ahí, por lo que pueda pasar en el futuro.

(@FcoDelgadoIrib) Licenciado en Derecho porque sí y Máster en Periodismo porque me apasiona desde poco después de tener uso de razón. Con vocación de periodista-escritor, he publicado libros de poesía satírica, de poesía lírica, de humor, de viajes y de columnas de opinión. Me interesa mucho la política y casi nada de lo humano me es ajeno.

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