Pedro Sánchez es el nuevo-viejo secretario general del Partido Socialista Obrero Español.
En una noche plagada de gestos, de instantáneas fugaces de los tres candidatos como muestra claroscura de “unidad”, de corrillos incesantes de votantes y militantes que hablan a la par de esperanza y de hecatombe.
En unos comicios con una participación histórica, donde el 50,21% de los militantes apostaron por el Sí es Sí que otrora fuera el No es No…
Sánchez vuelve a Ferraz. Y lo hace para quedarse.
Con un abultado margen de casi 11 puntos sobre su inmediata perseguidora, el que había sido defenestrado por el comité federal por cosechar los peores resultados electorales desde el 77 y por ser el principal causante de rencillas y divisiones internas; se acomoda en el butacón de mando y despliega sus cartas sobre el tapete marcando dos escenarios posibles.
Ver desde minuto 20:16 hasta el final.
1. De la militancia a la Moncloa. Un camino poco creíble
“A quién más teme Mariano Rajoy es un partido unido que pone rumbo en La Moncloa. Cuando hay ganas e ilusión todo es posible”.
Con un 99,2% del voto escrutado en estas primarias, el PSOE se ha convertido ahora en el partido de Sánchez y de los 74.223 militantes que le han apoyado. Hablamos de tan solo un 1,36% de los presumibles votantes del partido, si utilizamos como referencia los resultados de las pasadas elecciones generales.
El aval que le concede el resultado de estas primarias da a entender que lo que podría asemejar un mandato claro y limpio y de liderazgo incuestionable, no va a ser del todo así. Y no será así por quién ha ganado y en las circunstancias que lo ha hecho.
Con un porcentaje extraordinariamente minoritario de votantes-militantes a sus espaldas, Sánchez debe saber que ni la ejecutiva del partido ni los delegados territoriales (de mayoría susanísta) le van a dar manga ancha para seguir dando bandazos estratégicos, ideológicos y políticos; tal y como hemos visto de forma paulatina durante sus últimos años como secretario general.
Patxi López, sin admitir preguntas, se puso ayer por la noche a disposición de “su secretario general”. Susana Díaz, con cara de circunstancias, con una parte significativa de su comparecencia para asegurar las naves en Andalucía y sin dar siquiera espacio a que los periodistas pudieran intervenir, pedía un PSOE con un proyecto “coherente y autónomo” y se ponía a disposición, en este caso, del partido.
Relegados los dos a la oposición interna, tendrán que articular el discurso de los electores y llamar permanentemente a una moderación que Sánchez no ha demostrado con su “nación de naciones” y su mantra particular con la “izquierda”, “la democracia interna” y la feminización histérica del lenguaje.
Barnizada de esperpento esta realidad bicéfala de un partido abierto en canal , el socialismo europeo tomará como referencia a España, que en sus regurgitaciones de fracasos electorales busca formas de hacer nueva política tirando del cajón de la muy antigua política; la de los puños en alto y la toma de las calles.
Las frases grandilocuentes, válidas en un momento de efusión y revanchismo nocturno, deberían tener poco efecto en el día de hoy si desea verdaderamente la “unidad” y “sutura” del partido.
2. El nuevo PSOE. Un viaje al centro de la izquierda
“A los millones de socialistas que se sienten progresistas pero no nos votaron. Aquí está el PSOE, aquí está la izquierda. Este es el kilómetro cero, el de un partido que se pone al servicio de la mayoría social. Vamos a construir el nuevo PSOE, el de los militantes y hacer que el partido sea el de la izquierda de este país, una organización creíble y coherente.Hoy empieza todo, no acaba nada”.
Sánchez se tiene que mover rápido. Vienen los delegados territoriales, viene el Congreso Federal.
Allí calibrará las principales pautas a seguir en su mandato. Y aquí volvemos a caer en la amalgama de ambigüedades.
O bien necesita un portavoz contundente en el Congreso de los Diputados -Hernando dimitió tras conocer la victoria de Sánchez- que se sepa imbuir en la nueva política de la izquierda; la que pretender morder a Podemos con “me la refanfinfla” y otras lindezas de hashtag propio.
O bien requiere un perfil más sosegado, como el que pudiera ofrecer Robles o Batet, que ya suenan como futuribles para ocupar la portavocía en el Congreso.
Cómo construirá una oposición política sin estar presente en el Parlamento, su relación con Podemos y Ciudadanos, los “tiempos” para quitar al Partido Popular de las instituciones y articular un partido con vocación de futuro sin demasiadas voces y actos discordantes.
Estás son las premisas que Sánchez planteará el fin de semana del 16 al 18 de junio para llevar al partido al centro de la izquierda, lugar desconocido desde la época de las barricadas.
Lo que cabe esperar
Vuelven los interventores e interventoras, apoderados y apoderadas, compañeros y compañeras. “Aquí está el PSOE. Aquí está la izquierda”.
Vuelve un PSOE que afirma construir un nuevo partido para los militantes. Para un grupúsculo dentro del PSOE que en el nuevo juego de partidos y por la fuerza de los hechos demuestra tener una vocación minoritaria. Que al menos durante los próximos cuatros años, tendrá difícil pasar de los 100 escaños; manteniendo la tendencia de la última década, donde el PSOE ha ido pasando de 169 escaños con Zapatero a 110 butacas con Rubalcaba. De 90 a 85 diputados en la era Sánchez.
Vuelve un PSOE desunido con ganas de unión que es capaz de marcarse al mismo tiempo La Moncloa y el no perder el suelo de la segunda fuerza de oposición.
Quedan atrás las voces engoladas de campaña, el confeti y los ceños fruncidos.
Empieza la era de los faroles y los tiras y aflojas donde se presume interesante ver qué hará el Partido Popular, medio asfixiado en el ámbito parlamentario y por la espectacularización de sus casos de corrupción, que tendrá la llave para convocar elecciones anticipadas si ve que las cosas se empiezan a torcer.
Decía Winston Churchill: “La política es más peligrosa que la guerra, porque en la guerra sólo se muere una sola vez”.
Quizás Sánchez, que más que “El Breve” deberíamos llamar “El Pétreo”, durante los próximos meses sea capaz de llevar la paradoja hasta el extremo. La de tener el apoyo de los militantes socialistas y el descrédito del socialismo militante. La de ser respaldado por su partido mientras el partido se hunde en las urnas.
¿Será este el comienzo de una espiral absurda? Lo veremos pronto.