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Pedro Sánchez, el hombre que todavía puede ser rey

En España por

De todas las anomalías políticas que ha habido en la historia reciente de España, mi favorita es la de Pedro Sánchez.

Un militante socialista que, en los primeros meses del 2014, pasa de la tercera línea de su partido a estar al frente de la maquinaria electoral más potente de nuestro país, gracias, en buena parte, a una casuística desordenada que le dejó mullida la butaca del socialismo.

Ya en Ferraz, con su propuesta zapateril de descubrir el Amazonas de la Izquierda bajo el influjo de Dios sabe qué gurú de la mercadotecnia política, saca al partido del centro y lo lleva a cosechar los dos peores resultados electorales de la historia del PSOE en el vigente periodo democrático.

Con un descrédito mediático notable y ante la ufanidad de los vientos andaluces, acaba defenestrado por la ejecutiva federal el 29 de octubre de 2016.

Lo que para cualquiera habría sido el fin de su vida política (sin el respaldo de los patriarcas de su tribu), fue para Pedro Sánchez una nueva oportunidad de poner a prueba el grosor de su piel de elefante y darle algo de trabajo a Irene Lozano.

En tan solo un fin de semana se leyó a Delibes, agarró su 407 y se puso en marcha, haciendo kilómetros en busca del disputado voto del señor Cayo para conseguir recuperar, con una minoría militante como aval, el poder del PSOE.

Y lo logró, para sorpresa de no pocos analistas melifluos y barones que mascullaban lo caprichoso de la rueda de la fortuna.

Desde entonces hasta el verano de 2017, precedió una calmachicha que le ayudó a aprovisionarse para la siguiente cota: la Moncloa.

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Acuciado por el descrédito de las sentencias judiciales de la primera parte del juicio a la trama Gürtel, Rajoy sale del poder gracias a un mecanismo sorpresivo y lleno de alevosía. La moción de censura le dio a Pedro Sánchez el poder en minoría y unos socios inconvenientes que al mismo tiempo que le auparon a lo más alto de la atalaya nacional, le tumbaron los presupuestos “más sociales de la historia de España”.

Sin embargo, el gigante de la Moncloa no se amilana.

El 15 de febrero de 2019, aprovechando la declaración institucional donde convocaba para el próximo 28 de abril las terceras elecciones generales en cuatro años, dio el pistoletazo de salida a la campaña -su campaña-, con el objetivo de no terminar como el pobre de Melquiades Estrada -enterrado y desenterrado hasta en tres ocasiones-, con el lema “la España que quieres”.

En la ‘España que quieres’ hay un nuevo monarca

Esa nueva España que Pedro Sánchez entiende que quieres -con él al frente-, está encarnada por la figura de un presidente que ha hecho del caos, su orden; de su coquetería, una chufla nacional; de sus ínfulas académicas, un despropósito que marca época de la hipocresía intelectual.

Sánchez tiene algo de los iluminados de Kipling en “El hombre que pudo ser rey”. Ambientado en la India colonial, aquellos simpáticos beodos -en aquel momento sobrios- se presentaron una noche ante un impávido periodista al que le explicaron el “Gran Plan”: ser reyes por derecho propio de Kafiristán, una escarpada región de Afganistán.

Lo magnífico del relato, donde todo parece ir en contra desde un inicio, es que señala cómo el idiota motivado, si persevera, puede llegar a ‘casi’ conseguir lo que se proponga. Y hasta llegar al batacazo, encontrar dicha en el camino. Aquí ya se explica el porqué de “pudo ser rey”.

(@RicardoMJ) Periodista y escritor. Mal delantero centro. Padre, marido y persona que, en líneas generales, se siente amada. No es poco el percal. Cuando me pongo travieso, publico con seudónimo: Espinosa Martínez.

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