No les falta razón a quienes, desde el PP, baten palmas con las orejas ante el más que previsible acuerdo entre IU y Podemos. Un acuerdo que, si aceptamos como válida la radiografía que arrojó el mapa electoral del 20D, colocaría a dicha coalición como segunda fuerza política, con 6,1 millones de votos (1,1 millones menos que el PP y cerca de 600.000 votos más que el PSOE).
Y celebran por adelantado, no solamente porque las encuestas de cara al próximo 26 de junio vaticinan el regreso de unos cuantos votantes pródigos con que afianzar su minoría mayoritaria, sino porque el fracaso de Sánchez aboca al PSOE a dejar de apostar a corto plazo y a pensar únicamente en la supervivencia a medio o largo plazo.
Si Sánchez tiene suerte, PP y Ciudadanos sumarán suficientes escaños para formar Gobierno sin él. Habrá que ver si Rivera es capaz de ganarle el pulso a Rajoy para forzar una dimisión que salve a Ciudadanos del suicidio que les supondría pactar con el PP sin obtener un salvoconducto –“hemos puesto fin a la era Rajoy“–. No suena fácil.
¡Ay de él! Lo peor que le puede ocurrir es tener la llave de Gobierno.
Pero si Sánchez no tiene suerte, ¡ay de él! Lo peor que le puede ocurrir a los socialistas es obtener los peores resultados de su historia, pasar a ser tercera fuerza política y, encima, tener la llave de Gobierno para traicionarse a sí mismos y pactar con el PP (y esconder la cabeza debajo del ala durante unos cuantos años, hasta que pase la tormenta interna). La otra opción, no menos desagradable, sería confesar su actual irrelevancia y dejar que el zorro –nueva fuerza hegemónica de la izquierda– se lleve sus gallinas a la guarida mientras gorjea alegremente las miserias del PSOE: desde las manos “manchadas de cal viva” de González hasta las promesas incumplidas de Zapatero.
Fue un hombre tenaz, hay que admitirlo. Cuando todo el mundo le tomó por un pelele y cargó sobre sus espaldas el peor resultado socialista, demostró ser capaz de controlar el tembleque de los barones de su partido y que le dieran una oportunidad para embarcarse con Rivera en una huida hacia adelante… ya habría otra legislatura para humillarse ante el PP si no salía bien (como así ha sido). No fue capaz de ganarse a las urnas, pero qué duda cabe de que le echó arrojo.
Amigo de sus amigos, enemigo de sus enemigos. Como todos, supongo. Descanse en paz.
FOTO: Flickr del PSOE.