No había ninguna duda. Los atentados de agosto del 98 contra las embajadas de EEUU en Nairobi y Dar es Salaam estaban diseñados para presionar al Gobierno de Washington. Los atentados del 11-M estaban diseñados para presionar al Gobierno de España. Los atentados del 7-J de 2005 estaban diseñados para presionar al Gobierno de Londres. Las diferencias operativas y organizativas de una organización terrorista como Al Qaeda respecto de otras organizaciones precedentes eran evidentes pero su propósito era más bien tradicional. Fijar unos objetivos, identificar como conseguirlos y golpear allí donde había un flanco débil para lograr los objetivos.
El Daesh ha modificado claramente esos propósitos. El Daesh ya no golpea con el objetivo de presionar a gobiernos o de cambiar políticas. El Daesh ha elevado a categoría la propia denominación del terrorismo en tanto que sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror. A esa definición que recoge la RAE podríamos añadir a nivel mundial. Esa es la novedad.
París, Niza, Berlín, Manchester, Londres,… Barcelona. Todas son ciudades clave de sus países. Capitales nacionales en muchos casos. Europeas. Pero si algo las unifica es que son referencias mundiales. Son poblaciones de la aldea global. Son referencias a nivel internacional. Por eso, cuando los asesinos golpean en ellas, no están pensando en un gobierno, en un político, en un cambio estratégico. Están pensando en infundir el terror en toda la población del planeta.
Todos estos atentados coinciden en el tiempo con otras muchas acciones en diversos puntos. En Turquía, en Indonesia, en Filipinas,… Pero esas acciones son otro nivel. Esas acciones tienen otros objetivos. No forman parte de la estrategia global del terror.
Tengámoslo claro. Van contra nosotros. No quieren cambiar ninguna política. No quieren ninguna retirada de tropas. No quieren recuperar ningún territorio. Quieren acabar con nosotros. Quieren matarnos de miedo. Por eso es un acierto la reacción espontánea de la ciudad condal. No tenim por, No tengo miedo. Aunque sea un acierto parcial porque sí tenemos miedo y es legítimo que tengamos miedo. Otra cosa es que nos dejemos dominar por el miedo. ¡Eso nunca!
Por eso es tan importante la imagen de normalidad de barceloneses y turistas paseando por las ramblas al día siguiente. Sí. Sí tenemos miedo. Pero lo superamos. Lo dominamos. Le hacemos frente. Y salimos adelante. Le plantamos cara al miedo y al terror. Al terror y a los terroristas. Y eso no lo pueden soportar.
Esa es la mejor estrategia para parar el nuevo terrorismo que recorre el mundo.
El terrorismo que quiere cambiar el mundo.
El terrorismo que quiere acabar con nosotros.