

“¡Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios!”, vociferó exaltado en su día Antonio Machado. ¡Pues siga guardándonos a los que hemos llegado ya al mundo en esta nación que parece (parece) se cae a cachos!
Con permiso de Podemos, hasta que no se demuestre lo contrario el PSOE es la segunda fuerza política del país. Y es muy triste que la segunda fuerza política del país formule declaraciones tan poco rigurosas como la que hizo en Zaragoza hace apenas unos días, abogando por lo que abogaban.
Aparte de las chorradas y mezquindades acostumbradas (que si el PP es un partido de corruptos y ladrones pero sobre nosotros, chitón; que si la derecha conservadora ha arruinado la nación y el Estado de Bienestar, afincándose con esta expresión ya agotada en el único lugar en que pilotan, que es el terreno del ayer, y olvidando, curiosamente, que la Constitución vigente define a hoy a España como un Estado social y democráctico de Derecho; que si los pobres españoles de a pie sufrimos y sufrimos y que papá Sánchez se preocupa por todos sus hijitos; que la culpa de la crisis institucional es del Gobierno y, en fin, un largo etc de sandeces innumerable), el socialismo de hoy propone cambios radicales en el cimiento de España, como la moda ibérica de gala: el federalismo.
Pedrito, el títere “salao” de Susana Díaz, no quiere que se hable de un PSOE nuevo en contraposición al viejo que sería el anterior a la declaración, y tiene algo de razón: en julio de 2013 el PSOE ya era federalista y así lo demostraron la declaración de Granada, el documento Hacia una estructura federal del Estado, firmado también en Granada (que no voy a comentar por no alargar el artículo), y para confirmación de la evidencia, todos los candidatos en las elecciones primarias del PSOE incluían en sus respectivos programas el compromiso por una España federal. En otras palabras: el PSOE lleva dando tumbos exagerados desde hace al menos un año y medio.
¿Qué aportaría el federalismo a nuestra España actual? He aquí la única respuesta verdadera y asimismo definitiva, para desengaño de muchos: nada. ¡Nada! Y si dudas de esto, que no sea por falta de información: aquí te dejo un par de argumentos.
Empecemos analizando los propios motivos de la Declaración:
[Proponemos] Transformar la España autonómica en la España federal. Resolver las disfunciones del Estado de las Autonomías provocadas tras más de tres décadas de existencia. Nos reafirmamos hoy en la Declaración “Hacia una estructura federal del Estado” que aprobamos en Granada, en el verano de 2012 [errata de la Declaración, que no saben ya ni cuándo firman el qué], para una reforma que delimite la atribución de competencias, consagre los principios del sistema de financiación, prevea instrumentos concretos de cooperación y lealtad institucional; redefina el papel y la composición del Senado, reconozca eficazmente las singularidades y hechos diferenciales de algunas Comunidades Autónomas y determine la financiación y las competencias de las Entidades Locales, mediante una nueva Ley de Bases del Régimen Local y de Haciendas Locales, que garantice la prestación de los servicios públicos básicos a todos los ciudadanos y ciudadanas.
Y después de esto, ¿qué sacamos en claro? Que el federalismo no sirve para nada, no otra cosa, Pedrito: desde abajo hacia arriba, vosotros mismos afirmáis que el lugar para tratar la financiación y las competencias de las Entidades Locales debe ser una Ley, y no la Constitución de una hipotética España federal; las singularidades y los hechos diferenciales de algunas (luego hablaré de eso de “algunas“) Comunidades Autónomas resulta que ya han sido atendidos y respetados en la Constitución del 78, como lo prueban entre otros los artículos 143 y 147, y su trato se remite a la elaboración de los propios Estatutos de Autonomía; el papel y la composición del Senado se pueden reformar sin necesidad de alterar la denominación de Estado autonómico; los instrumentos de cooperación y lealtad institucional ya han sido previstos a lo largo del articulado de la Constitución, tanto en cuanto a la relación entre el Estado central y las Comunidades Autónomas como en cuanto a la de las instituciones de la Administración General del Estado entre sí (¿a qué tanta vacuidad y tanto engaño entonces?); y lo mismo puede decirse de las malhadadas atribuciones de competencia y los principios de financiación. ¡Ostras, Pedrín! ¡Todo esto y sin ser nuestra España federal…!
Nada de esto cambiaría si la España nuestra se diera a llamar federal, absolutamente nada. Y los socialistas lo saben: pero oye, ¡qué feo quedaría que el espacio en que habrían de figurar las argumentaciones a favor del federalismo se agotara en un infinito mutismo vacío…! ¡Un espacio blanco…! ¡Qué horror…! ¡Quita, quita: pon algo, Pedrín…!
Y eso que veíamos antes, lo del reconocimiento eficaz de las singularidades y hechos diferenciales de algunas Comunidades Autónomas, ¿a qué diantres te refieres, Pedrito? ¿Susana? ¿No será que propugnáis un trato de favor a algunas Comunidades…? Algunas… Por no decir: “de Catalunya [porque ya no hablan ni ellos de Cataluña] y del País Vasco” digamos algunas… Esto sí que es una reforma constitucional: la del artículo 14 CE que consagra la igualdad de todos los españoles.
Ésta es quizá la clave de lectura: todo lo que hay que reformar se puede emprender sin denominar a España: “Estado federal“, desde luego, pero es que a algunas Comunidades ya no les bastan sus grandes privilegios sobre las otras consagrados en sus generosísimos Estatutos (y por mucho que interprete y reinterprete el Tribunal Constitucional, claramente inconstitucionales); ahora quieren alcanzar la denominación de Estado. Sí, señores: España ya es de hecho federal, sólo que en la Constitución se prefirió llamarla autonómica para transigir con las exigencias de los partidos nacionalistas, acaparando así su voto para lograr la aprobación de la Carta Magna y a la vez “salvaguardar” nominalmente la unidad nacional. Lo que quieren Artur Mas, el PNV y las respectivas compañías, y lo que parece que está dispuesto a tolerar el PSOE e incluso pretende fomentar, es una batalla dialéctica a favor de la independencia.
Pedrito, Pedrito… ¡Cuánta mierda escondes ahí detrás…! ¡Cuánta mierda, Susana…! ¡Qué ratón tiene Susanita…! ¡Por un puñado de votos la segunda fuerza política en España vende la propia nación a unos cuantos miserables…!
Si el PP va a mostrar la misma diligencia con esto que con el pseudo-referéndum catalán… Pues nada, siempre nos quedará clamar emocionados e impotentes con Machado: “¡españolito que vienes al mundo, te guarde Dios…!”.