En este artículo no van a encontrar ningún posicionamiento ideológico, ninguna declaración del gurú de turno salido de la think tank de la factoria aznariana. Tampoco un discurso nacionalista, histórico ni salves al orgullo patrio (alguno por ahí arriba cree nos morimos de ganas de volver a la cota de malla y a las ballestas para reconquistar sus ideas).
Estas líneas son una reflexión en voz bajita sobre los millones de personas que en esa comunidad autónoma han asistido progresivamente, desde el parto democrático, a una estafa piramidal de sus derechos de ser representados y gobernados por la responsabilidad y la virtud moral, máxima escondida en los cajones más mohosos del ejercicio de la política.
El catalán ha visto atónito como sus expectativas de futuro y de estabilidad, principio básico de los estados modernos actuales, corría con travesura en un juego de vasos que han pilotado tipos más pillos que el mejor de los trileros gaditanos en tiempos de “La Pepa”. Sigue leyendo
¿A qué viene tanto jaleo? ¿Qué pretenden? ¿Por qué nos torturan así? Confieso que cada vez estoy más confundido ante el cisco que se ha montado en torno a la independencia de Cataluña en cuestión de cuatro años.
He encontrado las justificaciones más absurdas y las acusaciones más feas (y no por ello más ciertas) entre quienes son partidarios de mantener unido lo que siempre ha estado unido y quienes han emprendido una carrera furiosa y cada vez más desbocada hacia una ruptura y un nuevo inicio. Sigue leyendo
No les desvelaré nada si les digo que España y la UE se encuentran inmersos en una recesión económica grave y profunda, cuyas causas van mucho más allá –al menos en los países denominados como PIGS (Portugal, Italia, Grecia y España)– de las recesiones cíclicas que, según los economistas, experimentan las economías de vez en cuando, para después volver a la senda del crecimiento económico.
A diferencia del famoso Crack del 29 (la mayor depresión económica que ha conocido el mundo hasta hoy) o de otros periodos de recesión más o menos largos y profundos, la actual recesión económica mundial (debido a la explosión de una burbuja financiera) ha derivado en algunos países (los PIGS, entre ellos) en una crisis de deuda, producida a su vez por un déficit de competitividad que hace a estos países imposible remontar sus cuentas en el mercado global. Sigue leyendo
Hacia delante y hacia detrás. Se mire como se mire, la promesa de una Tierra Prometida al oeste del Mediterráneo tiene todos los rasgos de una epopeya de carácter mítico, de una lucha milenaria entre el bien y el mal, entre la opresión y la libertad de un pueblo que, una vez emancipado, tendrá “helado de postre todos los días”. Sigue leyendo
Hoy escribo en calidad de catalán, para sacar a colación una de esas bajezas de la vida política que en periodo electoral suelen aflorar y quedar a la vista de todos, para vergüenza del país.
Me refiero a las declaraciones del delegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz, que ayer tuvo la genialidad –quiero creer que como estrategia electoral y no como declaración de principios– de advertir contra el voto a Ciudadanos en las autonómicas de esa comunidad afirmando lo siguiente: Sigue leyendo
Recuerdo esta sentencia como si me la hubieran dicho ayer. Fue mi profesor de Historia de segundo de Bachillerato el que me la enunció, y en su momento pensé que estaba desquiciado. Hoy sé que se encuadra en una corriente de pensamiento que se suele denominar teoría cíclica de la Historia, planteamiento que no comparto, aunque tiene sus evidentes aspectos de verdad.
Es una concepción que se vincula a F. Nietzsche y su eterno retorno, pero que ya formuló en su día la escuela estoica: no hay novaciones reales en el tiempo de los hombres, la Historia no es lineal sino circular; todo hoy fue ayer y será mañana otra vez. Sigue leyendo
Imagen de la Tregua de Navidad de 1914, durante la I Guerra Mundial
Se nos termina 2014. Se acerca la Navidad de un año que ha sido díficil, muy difícil, y en el que la convivencia entre los españoles ha sufrido varapalos importantes. Cabe esperar que muchas sobremesas de Nochebuena sean algo más tensas, quizá incluso tristes, de lo habitual.
Este ha sido un año, además, marcado por las referencias bélicas, entre las que destacan, por encima de todo, el centenario del comienzo de la I Guerra Mundial y, debido al interés político de algunos, el final de la Guerra de sucesión (1714) con el sitio a la ciudad Barcelona.
Aprovechando la cercanía de las fiestas y las conmemoraciones, quería presentarles un suceso, relativamente poco conocido, que tuvo lugar la Navidad de 1914 en el frente occidental de la I Guerra Mundial. En un lugar donde combatían alemanes, escoceses y franceses, cerca de la localidad belga de Ypress, en medio de los mutuos bombardeos, de la suciedad de las trincheras y de los cadáveres congelados, algunos centenares de hombres mugrientos celebraron la Navidad de un modo extraordinario, que ha sido magníficamente adaptado al cine por el director francés Christian Carion.
La tregua de Navidad
Tras casi cinco meses de enfrentamiento y desgaste en las trincheras, la víspera de Navidad se produjo un hecho maravilloso, algo de una humanidad pasmosa. Los propios combatientes acordaron una tregua a espaldas de sus mandos para celebrar la fiesta y acabaron celebrando juntos una Navidad que ha pasado a la historia. Les dejo que vean un momento de la película:
La tregua dio lugar a algunas imágenes inéditas en la historia bélica. Algunos ejemplos son la celebración de una misa del Gallo en pleno frente, la noche del 24 de diciembre, y a la que acudieron los tres ejércitos. O la celebración de partidos de fútbol entre las “selecciones” de los mismos ejércitos que horas antes trataban de matarse. También se produjeron escenas de confraternización y mutuo conocimiento que todavía hoy asombran a quienes las contemplan.
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Una oportunidad de encontrarnos
Muchos de aquellos hombres no serían ya cristianos más que por tradición, con toda seguridad. Tampoco lo es, a un nivel más evidente, la sociedad en la que el nacionalismo pseudo-religioso y las ideologías clasistas tratan de enfrentarnos. Sin embargo, la contemplación del misterio de la Navidad –Dios que se entrega a los hombres como un niño de pecho– les unió aquella noche de forma fraternal.
Para muchos hogares, Navidad no es más que una celebración de la familia y esa sola festividad justifica sentarse a la mesa, por lo menos una vez al año, con parientes, hermanos, primos, tíos, padres, a los que en muchas ocasiones no se estaría dispuesto a soportar en otra circunstancia.
Cada año ocurre que somos capaces de abrazar a algunos que son casi como desconocidos para nosotros en comparación con nuestras relaciones más cercanas, pero a quienes nos sentimos unidos por un vínculo insalvable, un vínculo familiar.
Eso no quita que haya diferencias, ¡vaya si las hay!. Uno puede imaginarse las discusiones que tendrían también aquellos hombres sucios, cansados y cubiertos de manchas de sangre que salieron de sus trincheras aquella noche del 24, pelados de frío, para celebrar la Navidad con el enemigo.
Y, sin embargo, ellos sí fueron capaces de entender aquella noche en qué consiste ser hombre, y de reconocer en el otro a alguien a quien se parecían más que a quienes trataban de enfrentarles. ¿Somos capaces nosotros?
Ojalá que esta Navidad sea ocasión de encontrarnos con los nuestros, sean de donde sean, tanto si es para disfrutar del entrañable clima familiar como para poner de manifiesto las diferencias políticas (o futbolísticas) en las discusiones de sobremesa. La convivencia real con los nuestros es lo único que puede salvarnos de las guerras de puro y salón (ahora también de Twitter), las que son solo ideológicas, las inventadas.
Si además son ustedes católicos o cristianos de alguna denominación, entonces, todavía más, únanse para celebrar que en palabras del Barioná de Jean Paul Sartre:
«Me desborda la alegría como una copa rebosante. Soy libre, tengo mi destino en mis manos. (…) Tenemos que ser dichosos –le dice a su mujer–: te quiero y Cristo ha nacido».
El final del anuncio de Navidad para este año de la empresa Freixenet levanta pasiones. No, claro que no me refiero a las bailarinas: me refiero al brindis entre David Bisbal y María Valverde por cien años más juntos. Parecía una expresión inocente: ¡hola, España! Llevamos 100 años de vida, y queremos celebrarlo contigo brindando por otros 100 años más juntos.
Pero… ¡Claro…! ¿Qué diantres significa juntos? Al parecer no se refieren a otro centenario de Freixenet junto a nosotros en la despensa; al menos España no ha querido interpretarlo así. ¿Los criterios hermenéuticos? Pues quizá que no han sido precisamente Oriol Junqueras y Artur Mas los invitados al brindis navideño, sino un andaluz y una madrileña orgullosos de sus nacionalidades (en la desafortunada expresión de nuestra misma Constitución) y su condición española. Bueno, sí… Quizá tengan algo que ver también las declaraciones de José Luis Bonet, presidente de la empresa catalana, en el diario New York Times allá el octubre del año pasado y la subsiguiente polémica: “Cataluña es España y así debería continuar“, se atrevió a decir el valiente. ¡La que lió el empresario…!
Y este año 2014 no podía ser menos: ahí tenéis a Elena Ribera, diputada de CiU, echando humo a mansalva en el Parlamento autonómico, algo enfadadilla la chica, tuiteando cabreos y proponiendo medidas para levantar la economía de la nacionalidad catalana:
Freixenet buscant no perdre quota de mercat brinda per 100 anys junts. Acaba de perdre dos milions de consumidors catalans…potencials.
(Yo, si fuera tú, me hacía eco con el mismo hashtag: ahora sigue siendo un buen momento).
Por mi parte… Señores: no tengo un duro; ahora mismo acabo de meter mi mano en el bolsillo derecho de mi pantalón vaquero y he descubierto que me quedan 3 céntimos de euro; probablemente de mi última compra en Dia (que no entiendo por qué rayos no ponen precios a los productos algo más redondos; cuando ando parezco una pandereta…). Eso sí, aunque no sé cómo voy a hacerlo, estad seguros de que esta Nochebuena brindo con Freixenet ante una foto de Bonet. Está claro: esta Navidad me quedaré sin langostinos, pero por mis santos apellidos que descorcho un cava de la marca.
Desconozco si es una estrategia de ventas (probablemente) o si en estas Fiestas de 2014 la innovadora publicidad del producto es algo accesorio para J. L. Bonet: lo que sí sé es que estoy hasta el moño de reclamos independentistas y de que sólo se oigan las voces de los partidarios de la secesión. Echaba en falta algo como lo de Bonet que, además, no es nuevo en el bando de opositores a la escisión catalana. Y si ya he pagado mi parte de los miles de millones de euros de Bárcenas, de Granados y de los socialistas andaluces (y de Podemos; éstos sin haber subido aún al poder… ¡Telita, Pablito!), algún eurillo caerá con gusto de mi cartera para un empresario que organiza así su estrategia publicitaria. Haz tú lo mismo, y no permitas que prospere el boicot de los malos catalanes.
Foto de los dirigentes del PSOE para la propaganda de la Declaración de Zaragoza
“¡Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios!”, vociferó exaltado en su día Antonio Machado. ¡Pues siga guardándonos a los que hemos llegado ya al mundo en esta nación que parece (parece) se cae a cachos!
Había una vez un emperador muy presumido, presumidísimo, a quien el sastre real había confeccionado un “flamante” traje transparente con el que admirar al mundo. Sus más allegados, por miedo a sufrir la ira del monarca, desistieron de intentar disuadirle de la idea de pasearse en público ataviado de tal guisa… El resto de la historia la conocen perfectamente o pueden imaginársela.
Precisamente este jueves, la dirección editorial de ‘El País’ calificaba como un “pésimo final” la decisión de la Fiscalía de querellarse contra el presidente de la Generalitat de Catalunya, Artur Mas, por indicios de delito durante la preparación, celebración y financiación de la consulta ciudadana que –recordamos– había sido prohibida por el Tribunal Constitucional (TC). Sigue leyendo
Pasó el 9N y, como era de esperar, todo el mundo ha ganado: la ley y la ilegalidad, la democracia y el autoritarismo, la realidad y la imaginación, los hechos y la propaganda. Hay veredictos para todos los gustos. La pregunta que nos ocupa ahora, y que nadie se afana o acierta a responder con claridad es: ¿Y ahora qué?
Es cierto que es poco periodístico hablar de futuribles, pero en esta ocasión permitirán que haga una excepción, realice un pequeño ejercicio de prospectiva y plantee tres hipótesis de lo que puede acontencer en los próximos 14 meses y un poco más allá. Sigue leyendo
La pareidolia consistente en el reconocimiento de patrones significativos como rostros humanos, caras o formas, en estímulos ambiguos y aleatorios como
Lo cierto es que, para bien o para mal, los sucesos políticos no tienen siempre consecuencias lógicas en la vida de una sociedad, y estas dependen más, en cambio, de la percepción que los ciudadanos tienen de aquellos.
Conscientes de esto, los partidarios de alentar un proceso rápido de separación entre Cataluña y España, han aceptado (aunque a regañadientes) rebajar hasta niveles negativos la fiabilidad de su “consulta”. Es debido recordar que los frutos del #9N, no es que no tengan peso político en un Estado democrático, es que ni siquiera como encuesta o recogida de firmas tienen mucha fiabilidad.
Sin embargo, los responsables de la estrategia nacionalista, los mismos que supieron rentabilizar electoralmente la crisis económica, han sabido –sin duda alguna– aprovechar también una situación, a priori, desfavorable (la ilegalidad del ansiado referéndum) para reforzar su base popular.
Los ardides con que han ideado el formato del #9N,desde la calculada estética democrática hasta la cuidadosa selección de los segmentos de población autorizados a participar (de cara a obtener el resultado más eficiente para la causa) y el estudio de los límites legales para no ser imputable, provocarán sin duda alguna que muchos de quienes han participado en la encuesta crean realmente que han participado de un proceso democrático, e incluso de que su –mal llamado– “voto” es fuente de alguna legitimidad para futuras decisiones.
Alimentar la imaginación del pueblo (mediante la estética democrática y el discurso épico) para que albergue una esperanza, en contra de lo que realmente ha ocurrido en términos políticos y legales (nada), solo conducirá a la frustración de las personas que han participado en la consulta. Y, ¿qué mejor madera para avivar la hoguera independentista que 2,2 millones de frustrados?
Que cada uno juzgue si es una estrategia responsable por parte de los dirigentes catalanes, lo que no cabe duda es que será efectiva.
Escribo estas líneas un domingo por la noche, mientras en varias cadenas de televisión nacional dedican la mayor parte de su programación a la cobertura del #9N y al seguimiento de los resultados, que aún tardarán un buen rato en hacerse públicos. ¡Qué decir de las redes sociales!
Lo cierto es que los adornos y la retórica impuesta por la organización del evento han conseguido engañar al más listo y apartar la vista del hecho de que lo que hoy se ha celebrado ha sido una encuesta “fashion”.
Una recogida de firmas o unas llamadas a 1.500 números de las páginas amarillas tienen, de hecho, el mismo valor democrático que todo el tinglado despegado hoy por los nacionalistas en mi tierra.
Es cierto que no tiene tanto glamour firmar una lista de adhesión como introducir la misma opinión en una urna. Como compensación, el disfraz de la democracia le añade un poco de morbo y otro poco de épica al asunto
En cualquier caso, pese a quien pese, las cosas son las que son y esta no es más que una encuesta mal hecha, una sin selección de nuestra ni valor estadístico y sin un resultado claro -sea cual sea- porque tampoco las preguntas lo son.
Tampoco se sabe cuántos eran los “llamados” a participar, porque nadie tiene ni idea del número exacto de personas extranjeras mayores de 16 y con más de tres años de residencia en España. Para colmo, al no ser un referendum oficial tampoco se puede contrastar el resultado con los datos del censo electoral.
Vamos, lo que viene a ser el rigor y honradez moral e intelectual a la que nos tienen acostumbrados en Cataluña, eso sí, con una buena dosis de “sentiment”.
Supongamos –obviamente como mero ejercicio intelectual– que pudiéramos pasar por alto la legalidad y la legitimidad del Estado Español para prohibir cualquier medida que lleve a la independencia de Cataluña y que esté fuera de los cauces legales, es decir, fuera de un proyecto de reforma de la Constitución.
Supongamos que nos atenemos únicamente a la soberanía de los pueblos, si es que se puede entender a Cataluña como una unidad popular (y no una sociedad plural) separada de las demás realidades españolas. Sigue leyendo
Hem guanyat!!! #CataloniaWins @Araeslhora @assemblea @omnium pic.twitter.com/WzJIXx7b6e — Clipster (@ClipsterBCN) noviembre 9, 2014 Lo cierto es que, para bien
En 1936, durante el régimen la Segunda República, el Ateneo de Madrid se erigió en juez supremo para decidir –democráticamente, por supuesto– la existencia o inexistencia de Dios. Todo un hito de la historia de la democracia y de la estupidez humana.
Desconozco si la pretensión de los que aquel día ejercieron tal acto de soberanía particular –el voto– esperaban que su decisión se hiciera extensiva al conjunto de la Humanidad, a la nación española o simplemente encontraron en el voto una herramienta adecuada para solventar sus discusiones de puro y salón. Parece claro que ni la Humanidad, ni España, ni Dios se tomaron muy en serio el resultado. Sigue leyendo
Es una pena abrir Facebook tal día como hoy y ver que amigos, conocidos e incluso algún pariente (afortunadamente pocos) han colgado orgullosos sus fotos, estelada sobre los hombros, en la manifestación de esta tarde, pidiendo la independencia de mi tierra, Cataluña.
No es una pena porque crea que se equivocan, que me parezca injusto o que sospeche que la propaganda del régimen les ha podido: que se han dejado llevar por la masa y por el corazón. Si se limitase a eso no sería tan grave.
Al final, el rechazo y el insulto a España y a lo español, tan pronto trasciende de los discursos políticos y las patrañas de los pseudointelectuales hasta alcanzar la calle, es el rechazo y el insulto a amigos, conocidos, primos, familia y a mi mismo, como catalán, en tanto que no nos ajustamos a lo que otros han decidido que debemos ser Cataluña y nosotros (aquellos que son como yo), como catalanes.
Nunca he conocido a alguien que por sincero y saludable amor a su tierra desprecie a los suyos. Solo el nacionalismo es capaz de envenenar los corazones y embotar las mentes hasta conseguir que los que siempre han sido uno se enzarcen ahora en una disputa cainita.