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El niño bonito de España

En Elecciones 24M/España por

ciudadanos

El líder de Ciudadanos vive ahora su momento dorado. Las encuestas para este domingo le prometían una entrada triunfal en la política al sur del muro (jejeje) y parece que así ha sido. Qué duda cabe de que, con permiso de Iglesias, Rivera ocupa ahora mismo el cargo honorífico de “niño bonito de España”.

Si, en Cataluña, C’s es ya el buque insignia para los votantes asqueados del patio de viejas que es el nacionalismo (según vaticinan todas las encuestas), en otras plazas de gran importancia nacional se ha hecho al primer intento con un buen pellizco de representación política y en algunas regiones clave está en condiciones de negociar intereses con la llave de gobierno en la mano.

Ciudadanos es hoy la tercera fuerza política municipal de España... 1.525 concejales, 78 diputados autonómicos, más de 50 alcaldías, hay proyecto, hay partido y esto no ha hecho más que empezar”, comenzaba su discurso Rivera, antes de saber que sumaba un escaño más (muy decisivo) en el Parlamento de la Comunidad de Madrid.

Ahora bien, de aquí a las elecciones generales, el líder de la formación se enfrenta seguramente al mayor reto que ha tenido que afrontar hasta ahora, que consiste en mantener vivo el relato que ha construido en torno a sí mismo (y que pretende convertirle poco menos que en el salvador de la patria) y mantener un férreo control de los líderes y representantes que ha obtenido a lo largo y ancho de toda la geografía nacional.

No es como para olvidar el hecho de que, hace seis meses, Ciudadanos no existía en muchos de los territorios en los que ha obtenido escaños y concejales, y sus candidatos no tenían relación alguna con Rivera en la mayor parte de los casos.

La de los “naranjitos” es una historia (por el momento) de éxito, debido en gran parte a la capacidad de la cúpula del partido de mantener una sola voz, un solo relato, centrado en el liderazgo de Rivera. Tanto en C’s Cataluña como en la incipiente carrera nacional de la formación, el cabeza de cartel en todas las candidaturas ha sido de facto Albert Rivera. Por un lado, ahí hay un primer reto, crear liderazgos dentro del partido que no obstaculicen la unicidad del mensaje.

Además, está por demostrar que Rivera sea capaz de mantener el pulso político a la altura a la que se va a elevar a partir de ahora. Si acabaron cansados del rifi-rafe de las elecciones andaluzas y, ahora, de las autonómicas y municipales, no quieran saber lo que se nos viene con las autonómicas en Cataluña y las generales.

En lo referente a Rivera y la dirección del partido, hay que reconocer que, más allá de algunos aciertos, entre los que figura sin duda un bien mantenido (y justificado) pulso para cortar unas cuantas cabezas en el PSOE de Andalucía –que por otra parte es más simbólico que efectivo– y un programa económico sobre el que cabe plantear un debate serio –aunque sea prestado– no dejan de ser inquietantes algunas de las ocurrencias que de vez en cuando brotan de forma espontánea de los labios de quien pretende ser candidato a la presidencia de la nación.

La última, la de que los viejos no pueden llevar a cabo la regeneración política, cae por su propio peso y no necesita más comentario que una colleja bien dada. Más allá de la fabulosa retórica del líder de Ciudadanos, es poco menos que estúpido pretender que la purificación que necesita la política española no es tanto cualitativa como generacional. Así, sin más.

Pero hay otras: también está la de dotar de plena legalidad a la prostitución, la legalización de la marihuana, la ocurrencia de regular el número máximo de personas que pueden dormir en una habitación (para Rivera más de dos no es digno)… Intervenciones así por parte de quien pretende ser un serio candidato a gobernar España no dejan de suscitar la pregunta de si C’s realmente tiene un programa político más allá de la lucha contra la corrupción y la “cuestión catalana”.

Alguien más suspicaz que yo se atrevería a sugerir que, quizá (solo quizá) el liderazgo de Rivera tenga más que ver con la maña y la picardía de quien ha sido durante muchos años competidor de debates en la universidad que la de alguien que realmente tenga algo serio que decir.

Los retos a los que se enfrentará quien gobierne España durante los próximos cuatro años son muchos y muy graves. Las próximas elecciones generales serán, con bastante seguridad, las segundas elecciones más importantes para determinar dónde estará España hasta la mitad del siglo XXI (las primeras fueron las de 2011), y es cosa dudosa que, a la hora de la verdad, los electores se la jueguen a las “ocurrencias” de un líder que no demuestre tener algo claro que aportar al país, más allá de un expediente en blanco: blanco por inocente y blanco por inexperto.

 

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