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Primera lección del becario: la humildad

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Durante mi etapa de becario en ‘El Mundo’ cometí una metedura de pata que llevó a la jefa de sección a mandarme un email de reprimenda (y con razón). A lo largo de un teletipo que había rehecho casi palabra por palabra había sustituto la palabra ‘Brexit’ por ‘Breixit’. ¿Por qué? Ni yo mismo le encuentro explicación a día de hoy, supongo que cortocircuité. 

Por aquellos tiempos, no tan lejanos, era un imberbe en esto del periodismo, y aunque ahora tampoco gozo de mucha experiencia sí se reconocer lo que me faltaba entonces: humildad. Sí, ese bien tan difícil de encontrar en el mundillo de los ‘juntaletras’. Aterricé en El Mundo con ganas de hacer reportajes como Hemingway, García Márquez, Pedro Simón o Alberto Rojas.  

Mis ganas de esprintar chocaron con la realidad de la vida misma, que es que hay que andar pasito a pasito. Que no hay que ponerse mágico con cualquier escrito. Que las noticias, la información, son tan necesarias como las grandes historias humanas. El periodismo no se entiende sin ambas. 

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Editar teletipos no tiene nada de bohemio o artístico, pero es un trabajo necesario. En mi sección había un compañero al que otros becarios confundían conmigo. Lo cierto es que físicamente se parecía a mí pero con 10 años más y dos hijos. Fue él quien me hizo bajar a la tierra con sus constantes correcciones. 

Recuerdo cuando le presenté ilusionado mi primer reportaje para el suplemento ‘Crónica’. ¡Una doble página! Cogió el texto y del primer párrafo sacó por lo menos cuatro errores. Fue una especie de padre para mí. Precisamente, el día de la cagada del ‘Brexit’, que yo andaba cabizbajo, me mandó un mensaje al teléfono: “El peligro está en que tengáis la sensación de que está todo aprendido y os relajéis. Es como si antes de sacarte el carnet de conducir tu padre te enseña. Corres el riesgo de creer que ya sabes y presentarte ante el profesor pretendiéndolo… Recuerda que para correr antes hay que aprender a andar“. 

Del tiempo que estuve en El Mundo me llevé grandes lecciones, pero quizá esta fue la más importante. Parece que la sociedad nos empuja hoy en día a triunfar constantemente. A que de la noche a la mañana puedes erigirte en un gran empresario, escritor o periodista. Y no. No todos somos Rosalía, pero podemos ser Humphrey Bogart, que hasta los 40 no se hizo conocido por sus películas. 

Y además, ¿qué importa? En este mundo del periodismo solo te conoce el resto de periodistas. Los lectores no miran la firma. Y si no que se lo cuenten a David Jiménez, el exdirector de El Mundo (precisamente estaba al frente del proyecto cuando yo llegué) al que, según cuenta en su libro ‘El director‘, la exalcaldesa Ana Botella confundió con un torero en un acto de Unidad Editorial. 

El peligro está en que tengáis la sensación de que está todo aprendido y os relajéis”

En su libro, Jiménez denuncia algo muy necesario, la corrupción en los medios de comunicación. Sin embargo, a mí me ha servido para recordar una época y unos personajes que me acompañarán siempre. Porque fue en esa redacción temerosa de los ERE, descabezada y con luchas internas en la que di mis primeros pasos en el periodismo. En el que aprendí cosas que me valieron para el oficio y para la vida.

Recibí consejos de gente sabia que no paró de lanzarme una idea a la cabeza: paciencia. Es curioso cómo cambia todo desde la perspectiva de dos personas. Mientras que Jiménez pasaba una dura época de presiones externas e internas yo me sentía en Disneyland, rodeado de ídolos periodísticos y viviendo cada acontecimiento nacional e internacional (no hubo pocos) como un miembro de la plantilla más. 

Voy concluyendo, que cuando empiezo a bucear en el pasado no acabo. Ser paciente no es fácil en un mundo como en el que nos ha tocado vivir, en el que todo lo tenemos a golpe de clic. Pero creo que trae muchos más beneficios y quita bastante más ansiedad que no serlo. En el periodismo se han cometido las mayores cagadas por querer ser los más rápidos en publicar una noticia y tengo la sensación de que en la vida pasa lo mismo.

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Escribo sobre empresas y política en Redacción Médica. También escribo columnas y artículos sobre cine y literatura en A la Contra y Democresía. Anteriormente pasé por el diario El Mundo, Radio Internacional, la agencia de comunicación 121PR y el consulado de España en Nueva York. Aprendiz de Humphrey Bogart y Han Solo y padre de dos hijos: 'Cresta, cazadora de cuero y la ausencia de ti' y 'El cine que cambió mi suerte'.

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