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La dama de la justicia

En Pensamiento por

Estoy de acuerdo con Rawls cuando negaba la existencia del contrato social (Rousseau), porque no existe acuerdo o consenso con el Estado, ni puede existir mientras haya individualidades con opiniones y anhelos tan dispares (para Rawls hay un contrato hipotético que nos ayuda a pensar las circunstancias reales como experimento mental), así como tampoco es real el derecho natural (Hobbes creía que se nos usurpaba) porque el ser humano siempre ha estado subordinado a algún tipo de institución política. Ahora bien, el filósofo político estadounidense se hacía el siguiente experimento mental: el contrato hipotético no consensualista de si pudiéramos negociar nuestra situación/asociación con el Estado (algo que no podemos hacer de facto porque existe una jerarquía piramidal, a efectos el Estado nos mira desde arriba de sus atriles o diversos estamentos como a hormigas).

Rawls planteaba innovaciones interesantes frente al modelo ilustrado: Una distribución de los derechos de la sociedad deontológica (lo que debemos hacer pragmáticamente) frente a la teleología de buscar la utópica vida feliz, anteponiendo los recursos básicos (escala básica de la pirámide de Maslow) frente a las teorías del Bienestar irresolubles (El Welfarism escandinavo que siempre quiere más y más, sin límites), y fundamentalmente, la interiorización de una verdad, de un hecho: Todos los ciudadanos dependemos de las circunstancias, de la suerte de la genética y el entorno que nos es dado sin nuestro consentimiento. Si son nuestras circunstancias las que nos hacen ciudadanos, y cuando comenzamos a decidir por nosotros mismos (a veces, ilusoriamente) ya está conformada nuestra personalidad en base a la genética, la otredad, la sociedad, el entorno, la familia, la educación, los accidentes, la experiencia, etc. deberíamos, entonces, de colocarnos en la posición original, es decir, buscar esa suerte de neutralidad, ese estado natural o de condición previa a la conformación de lo que somos bajo el tamiz de las circunstancias, para poder decidir o ejecutar un juicio.

Rawls, quien fue profesor de la universidad de Harvard, presenta su Arbitrariedad Moral que se enfrentaba frontalmente a la idea del hombre creador del marxismo y el periodo ilustrado (en esto estaban de acuerdo las dos corrientes de pensamiento, por eso, al no cambiar el relato, Ian Shapiro, profesor de la Universidad de Yale, considera que el marxismo forma parte del relato ilustrado, y que no llegó a ser una ruptura completa del paradigma. En mi opinión, acertadamente)

Pero, ¿qué es la “Arbitrariedad Moral”? Parecen dos conceptos contrapuestos dentro de una misma figura como el ying-yang. ¿Existe la posibilidad de que se fusionen creando una suerte de antidualismo?

  • La moral se presenta como algo absoluto, creado bajo el tamiz de asociaciones que van más allá de la oxitocina. A pesar de los estudios de Churchland en materia neurocientífica, el cerebro ha debido de ser multimodelado por interacciones con el entorno durante millones de años, lo cual quiere decir que la hormona no tiene por qué ser la causa, sino el efecto. O, mejor dicho, una respuesta fisiológica a un modelado antropológico, cultural, biológico, etc. Por lo tanto, la moral está instalada en nuestro cerebro por diversos motivos; si nos volviéramos a modelar durante siglos por las manos de un ateísmo militante, seguro que los niveles de oxitocina bajarían estrepitosamente. Es algo que sabemos desde Darwin, la selección natural y el mimetismo.
  • La arbitrariedad es una actitud voluntariosa frente a la autoridad (ley, razón, moral)

Ahora bien, para explicar el concepto de Arbitrariedad Moral quiero que hagan el ejercicio conmigo, de visualizar el arcano de La Justicia: La representación más antigua que tenemos de La Justicia. Hagan el esfuerzo de intentar verla. Tras unos segundos (deje de leer si todavía no lo ha logrado) tomaré la descripción precisa de la figura que hace José Eduardo Cirlot en su “Diccionario de símbolos”:

“La Justicia, representada icónicamente por una imagen similar a la de una Emperatriz con una venda en los ojos, en actitud frontal y simétrica (símbolo del exacto equilibrio bilateral), con túnica roja y manto azul. Sostiene en una mano la balanza (peso del bien y del mal, equilibrio) y la espada (decisión psíquica, palabra de Dios)”

Rawls fija su atención primordialmente en la venda que lleva en los ojos y así descubre que, en esa transfiguración diáfana de La Justicia, hay un “velo de la ignorancia”. Considera que es necesario ese velo para que haya un equilibrio reflectivo, que busca la razón y no el acuerdo (éste es imposible, metafísico, no nos sirve) Rawls inquiere que pensemos en un principio cualquiera y nos preguntemos si tras el velo de la ignorancia lo aceptaríamos y lo distinguiríamos de cualquier otro principio (como hacía análogamente Searle con “La caja china”). Así pues, vemos que no pretende buscar absolutos como el marxismo o la corriente ilustrada. Las respuestas o principios no son válidos siempre, sino que están sujetas siempre a la arbitrariedad, a nuestra capacidad neutral, objetiva, de juzgar las cosas. Debemos evitar la discriminación por causas de clase social, raza, género, religión, etc. A partir de aquí la teoría de la Justicia se construye y se vuelve más compleja, pero no dispongo del espacio suficiente para desarrollarla, y lo que me interesa rescatar es básicamente esta idea de Arbitrariedad Moral, que considero necesaria en este tiempo donde hay que tolerar lo intolerable (Véase: la paradoja de la tolerancia de Karl Popper)

Unos segundos de pausa y pensemos los siguientes casos (aplicamos la teoría a lo privado, que también es político, como bien sabe el feminismo de segunda ola):

-La persona A insulta mediante las redes sociales a otra recién fallecida por tener unas ideas contrarias a él/ella.

-La persona B ha recibido una ofensa xenófoba por su color de piel y da un empujón al agresor.

-La persona C seduce a otra persona sólo para sacar un beneficio económico.

-La persona D asiste a otra durante un ataque epiléptico olvidándose de su bolso, una tercera persona aprovecha para robárselo.

Sin quitarnos el velo de la ignorancia y antes de bajar la espada, sopesaremos en nuestra balanza, añadiendo una información complementaria no advertida:

-La persona A fue víctima de acoso escolar durante años./ Nueva información de tipo moral: La persona A mató en 2004 a una persona atropellándola con su coche y dándose a la fuga.

-La persona B había recibido esa clase de ofensas durante una época de su vida en la que tuvo que mendigar y vivir en la calle./ Nueva información de tipo motivada: La persona que lo ha ofendido y ha recibido la agresión es nuestro hermano.

-La persona C vive de vender su imagen en las redes sociales./ Nueva información del tipo “Teoría del daño”: La persona C ha robado a diez personas más en lo que va de año y una de ellas quedó en bancarrota y se suicidó.

-Quien roba el bolso a la persona D vive siendo carterista./Nueva información de tipo circunstancial: El carterista tiene dieciséis años, se ha criado en un entorno hostil, es huérfano, no tiene estudios secundarios y no consigue trabajo.

Como vemos, con estas apreciaciones, algunas circunstancias cambian, el sentido parece distinto, lo que moralmente nos parecía deleznable ya no lo es, y el imperativo categórico no nos sirve. No hay absolutos. Hacen falta unos principios (son antropológicos) para instaurar un modelo de derecho, pero hay que tener en cuenta que estos cambian con la evolución de la sociedad. Por eso, el modelo, la constitución, etc. admite siempre reformas. Es justamente lo que entendió el ingeniero Zadeh cuando investigó la lógica polivalente de Łukasiewicz, y llegó a la lógica difusa (fuzzy logic), fundamental en los sistemas de control y en el diseño de inteligencia artificial, actualmente (Hay más valores de verdad, de verdad relativa y/o falsedad, falsedad relativa, de las que creemos. Información imprecisa y contextos inadvertidos)

Ahora bien, siempre juzgaremos con ese velo, sin personalizar, sin imponer una moral o un código ético personal, sin realizar juicios motivados (aquí es donde se pierde el efecto del jurado que no puede trascender los sesgos de raza, religión, etc. Véase: “12 hombres sin piedad”, de Reginald Rose, en la que un solo hombre se pone el velo de la ignorancia y crea una duda razonable desenmascarando a los otros miembros del jurado y sus juicios discriminatorios y/o motivados) También, deberíamos atender siempre a la “Teoría del daño” de J. Stuart Mill, que básicamente, se enfoca en juzgar basándose en cuál de las partes involucradas recibe el menor daño. No debemos imponer nuestras ideas o convenciones a los demás, excepto en el caso de que se esté perjudicando a alguien. En ese punto, el Estado (y cualquiera de nosotros, en lo privado) debe intervenir. Esto es lo más básico en términos de “Tolerancia”, y como casi seguro diría Ockham (principio de parsimonia), lo que, a fin de cuentas, puede funcionar por su simpleza.

El Derecho no está dispuesto a hacer demasiadas concesiones y a complicarse la vida haciendo epígrafes y subordinaciones extensas a cada caso en el que intervienen clausulas e informaciones y dialécticas a veces contrapuestas y, otras, imposibles de abarcar. Utiliza un modelo de pensamiento de lógica clásica, algo que comenzará a cambiar en el futuro cuando se integren los sistemas expertos a la toma de decisión política y social. Deberemos de vigilar no regresar a los tiempos del utilitarismo clásico del Panopticon de Bentham porque es algo que preveo se intentará marcar en coordenadas de los sistemas expertos (Inteligencia Artificial). Las coordenadas de maximizar la eficiencia, sin importar la anulación de una minoría, es decir, de una inmoralidad materialista que no pone objeción al exterminio de un pueblo (por ejemplo: Siria), si ello conduce a la maximización de la mayor felicidad (cuantificable en riqueza) de la mayoría. No hay que olvidar que la tendencia que se sigue en Europa es la del Estado del Bienestar escandinavo. En conclusión, debemos/deberemos preservar la integridad de todos (Mill) y no hacer juicios de valor o motivados, sino juzgar en base a la arbitrariedad moral (Rawls), pero con la captura de la mayor cantidad de información circunstancial cualitativa e imprecisa (Zadeh) para aplicar justicia en las nuevas democracias o noocracias tras el telón de la inteligencia artificial.

Licenciado y Máster en Filosofía. Aventurero nato y amante de los clásicos. Ideológicamente neutro.

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