Sophie Scholl: mi vida por un panfleto

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Sophie Scholl, estudiante alemana de 21 años, junto a su hermano Hans de 24 años fueron decapitados el 22 de febrero de 1943 por el régimen nazi. La condena invocada por el tribunal fue “alta traición”. Habían constituido con varios amigos una organización secreta llamada “la Rosa Blanca” y se dedicaban a difundir panfletos por correo, en la calle y en su universidad. El último documento distribuido era un manifiesto y una llamada a la juventud alemana en contra de Hitler y de sus partidarios. Hans, el día anterior a su ejecución, escribió esta frase de Goethe en la pared de su celda: “En contra de vientos y mareas, saber mantenerse”.

En el libro Hans y Sophie Scholl. Cartas y cuadernos se sigue la evolución personal y espiritual de esos dos jóvenes, a los que nada distinguía de los de su edad, sino por su inmensa sed de libertad y su valentía a la hora de decir que no. Los hermanos solo habían conocido, desde la infancia, el discurso de propaganda del régimen. De hecho, pertenecieron a las juventudes hitlerianas como casi toda su generación. Sophie en su diario en 1941 expresa cuál es el núcleo de su lucha.

“Me esfuerzo por ser tan impermeable como sea posible a las influencias actuales. No a las influencias políticas e ideológicas, que ya han dejado de tener el mínimo efecto sobre mí, sino a las influencias atmosféricas.”

Y citando a Jacques Maritain, Sophie añade: “Hay que tener un espíritu duro y el corazón tierno.”

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El estudio de la filosofía tuvo una gran influencia en el discernimiento de todo el grupo de la Rosa Blanca, como bien resalta su recorrido y su final heroico. Esos estudiantes fueron los que impartieron “la lección de los hijos a los padres que han desaprendido a leer”. En 1942, Hans recoge en su diario lo que es para él pensar como un universitario.

“El hombre ha nacido para pensar dice Pascal, para pensar, mi honorable universitario: esta palabra suena para ti como un reproche. ¿Te sorprendes, representante del intelecto? (…) Eres rico pero no ves la pobreza. Tu alma se marchita porque has rechazado oír su llamada. Meditas sobre los últimos perfeccionamientos de una metralleta pero has ahogado la pregunta más elemental de la juventud. La pregunta: ¿Por qué? Y ¿A dónde vamos?”

A través de los manifiestos de la Rosa Blanca, ellos se levantaron contra la exterminación de los judíos. Hans mismo escribía a su novia Rose en 1941:

“¿Retirarse del mundo no es una forma de traición, de deserción? (…) El espíritu juvenil emerge de las ruinas y se eleva hacia la luz. (…) Soy pequeño e impotente pero quiero justicia.”

Casi en la misma época, Sophie explica a su novio Fritz la motivación principal de su llamada a la resistencia:

“A veces la guerra me espanta y estoy a dos dedos de perder toda esperanza. Detesto pensar en ello, pero la política es casi la única cosa que existe, y mientras prevalecen la confusión y la maldad, es cobarde darle la espalda.”

Monumento a los miembros de Die Weise Rose en Múnich.

En 1942, el padre de los chicos está encarcelado por haber hablado en contra del régimen. La madre pide a sus dos hijos varones que están luchando como militares en el frente escribir una petición de clemencia. Hans se niega afirmando: “No lo haré en ningún caso. No imploraré perdón. Sé cuál es la diferencia entre el falso orgullo y el verdadero.”

Los miembros de la Rosa Blanca producían sus folletos de protesta de forma muy rudimentaria. Esta lucha sencilla con medios escasos enseñó luego a toda una generación de alemanes que la resistencia no necesita de mucho dinero ni de artillería pesada. Hans se lo confiaba a su madre en una carta de 1937: “Nuestra fuerza interior es nuestra arma más poderosa”.

Protestantes por tradición familiar, Hans y Sophie profundizaron en su fe durante los años de la guerra. De hecho en 1941, Hans experimenta una vuelta a la fe de su infancia, que explica de esta forma a su novia Rose:

“He descubierto el único valor posible y duradero. (…) Hay cosas que uno no podrá agotar jamás por el solo pensamiento racional, cosas incomprensibles desde el exterior pero que se pueden captar interiormente. Quiero seguir lo más lejos posible el camino de la razón; pero bien veo que soy una creatura nacida de la naturaleza y de la gracia.”

Y en otra carta a Rose de la misma época, Hans se marca el siguiente propósito: 

“De aquí en adelante soy un Homo viator en el mejor sentido de la palabra, un hombre en camino y espero serlo siempre.”

Su hermana pequeña está experimentando algo parecido, lo relata en su diario en 1941.

“Me gustaría tanto creer en los milagros. Me gustaría tanto creer que puedo adquirir fuerzas a través de la oración. Yo sola no consigo nada.” (…) “Lo único que quería decir era que debiéramos simplemente confiar a Dios las preocupaciones a las cuales nos agarramos con tanta arrogancia hasta el punto de dejarlas, deprimirnos y llevarnos a la desesperación.”

En 1942, Hans indaga en la situación que está viviendo toda Europa. Cree que el nihilismo es la raíz del nazismo:

“El nihilismo espiritual ha sido una gran amenaza para la civilización europea pero el día que ha conocido su último desarrollo en la guerra total a la cual hemos acabado sucumbiendo (…) ha sido vencido. (…) y existen todavía guardianes para reavivar la llama y transmitirla de mano en mano hasta que una nueva ola de renacimiento inunda la tierra.”

Y así se afianza aún más en su deber de resistencia espiritual frente a las atrocidades que se están perpetrando.

“¿Debemos cerrar los ojos ante esos peligros? ¿No es preferible morir de un dolor ardiente que correr libremente y ligeramente pero falsamente?”

Sophie cree que vivir sin sentido no vale la pena. La joven alemana intuye que el precio a pagar en esta época turbulenta de la Historia será alto pero está dispuesta.

“Más vale un dolor intolerable que vegetar insensiblemente. Más bien una sed terrible, más bien el dolor, el dolor y otra vez el dolor que sentir un vacío, un vacío, y sentir sin ninguna sensación verdadera. Es, en contra de eso, que quisiera rebelarme.”

Hans, dos días antes de su muerte escribe una última carta a Rose. En este momento no sabe todavía qué va a morir, pero si está convencido de que la resistencia, aunque sea a través de unos humildes escritos mal impresos y esparcidos en los pasillos universitarios, tiene un objetivo final que merece bien el riesgo que conlleva.

“Me he perdido muchas veces, lo sé. Unos abismos se abren y la noche más oscura envuelve mi corazón en búsqueda, pero persevero a pesar y en contra de todo. Qué bella es esta palabra de Claudel: La vida es una aventura hacia la luz.” Hans et Sophie Scholl- Lettres et carnets- Editorial Tallandier.

Este artículo fue publicado originalmente en la web del Instituto Newman y es reproducido aquí con su permiso.

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