Es muy difícil abordar un tema histórico con la suficiente objetividad cuando dicho tema es tergiversado hasta la saciedad por distintas ideologías. Unos en un sentido, y otros en otro. En el caso de la conquista del Imperio inca por los adelantados españoles (afirmación que debe ser matizada), es claro: para unos, los españoles (todos en un mismo saco) fueron al Perú para exterminar y robar, mientras que el Tahuantinsuyu era un dechado de buen gobierno, libertad religiosa y anodina felicidad en general. Para otros, los incaicos eran poco más que bestias sin corazón, ávidas de sacrificios humanos y con la imperiosa necesidad de ser civilizados, siendo los españoles la personificación de esa bondad gratuita de la civilización, el orden, la paz y, en definitiva, las bondades de la cultura occidental. Pues bien, hay que saber, y hay que dejarlo claro, que esas visiones falaces y maniqueas de unos y otros no son ciertas. Pero por suerte, libros como el de Antonio Espino López, Plata y sangre. La conquista del Imperio inca y las guerras civiles del Perú, publicado en Desperta Ferro Ediciones, dejan de manifiesto la realidad, compleja, cambiante y sin ideologías, de procesos históricos como el de la conquista del Imperio inca, amén de las guerras civiles del Perú.
En segundo lugar, hay que destacar la perspectiva a través de la cual Antonio Espino aborda el tema. Es la conocida como New Military History, alumbrada por el gran historiador militar británico John Keegan, y cuyos postulados dirigen la investigación hacia el conocimiento de la psicología del soldado, hacia lo que vive durante la campaña y cómo lo vive. Ciertamente, Espino reproduce el desarrollo de las más importantes batallas de la conquista y las guerras civiles, pero siempre teniendo en cuenta importantes factores como la moral, el miedo, la disciplina, el cansancio, el armamento, la logística, etc. Es decir, la obra no es una historia lineal de las andanzas de Francisco Pizarro, sus hermanos y sus asociados, sino que a través de las crónicas y cartas de los protagonistas, Antonio Espino acerca al lector a la experiencia vivida por cada uno de aquellos primeros europeos en entrar en contacto con los pueblos del Perú.
Dicho lo anterior, hay que señalar que la estructura del libro es lineal, en un sentido cronológico, excepto el capítulo 3, “Almagro, Valdivia y la conquista de Chile, 1535-1553”, que es paralelo al 2, “La caída del Imperio inca”, y que, como señala Espino López, merecía un capítulo aparte. Además, en el capítulo 1, “Un imperio por conquistar”, el autor hace una muy necesaria síntesis introductoria sobre el Imperio inca y su situación a la llegada de los españoles. Los tres capítulos finales, están dedicados a las guerras entre españoles en el Perú, desde los enfrentamientos entre los adeptos de Pizarro y los de Almagro (asociados al principio), poniendo como primer hito la batalla de Las Salinas el 6 de abril de 1538, hasta la derrota de Hernández Girón el 25 de noviembre de 1554.


Y, ¿cómo conseguir esa difícil objetividad que señalábamos al principio de estas líneas? En primer lugar, se ha de partir sin ningún tipo de prejuicio o presupuesto ideológico, lo que Antonio Espino consigue. Y en segundo lugar, mediante la realización de preguntas concretas que solo un profundo análisis y la comparación de las fuentes primarias, es decir, las relaciones oficiales, las crónicas y las cartas personales, puede responder. Por suerte, se han conservado numerosas crónicas e historias de la llamada conquista y las guerras civiles, tanto en el Perú como en Chile, destacando las de Pedro Cieza de León, el Inca Garcilaso de la Vega, Alonso de Góngora Marmolejo, Pedro Gutiérrez de Santa Clara, Francisco de Jerez, Pedro Pizarro, Juan Ruiz de Arce, Titu Cusi Yupanqui, Agustín de Zárate, Antonio de Herrera y un largo etcétera. Aun así, Antonio Espino no se queda en la mera repetición de la información aportada por las fuentes, sino que la somete a crítica mediante factores de elucidación como las lealtades del autor, y por tanto la intencionalidad de su obra, y la cercanía, tanto cronológica como geográfica, del autor a los hechos que cuenta.
De esta manera, Espino desmitifica numerosas ideas que secularmente se han anquilosado en las conciencias colectivas, y pone de relieve cuestiones que no se habían tenido en cuenta. En primer lugar la más clara de todas ellas, y es que un puñado de españoles no conquistaron el Imperio inca, sino que un puñado de excelentes militares españoles lideraron a una gran agrupación de pueblos indígenas del Perú, que se rebelaron contra el yugo inca a la llegada de aquellos, como los cañaris o los chachapoyas, poniendo en jaque y venciendo a un estado inca en declive desde la muerte del emperador (inca en quechua) Huayna Cápac y la guerra civil entre Atahualpa y Huáscar. En otro sentido, destaca el empleo sistemático por parte de los españoles del terror como arma psicológica ante la posibilidad de levantamientos, con mutilaciones y ejecuciones ejemplares, lo que, por otra parte, no era idiosincrático de los hispanos, sino algo común en el Viejo Mundo. Y al mismo tiempo las terribles represalias de los incas contra los pueblos aliados de los españoles.


En definitiva, se nos presenta la historia de una guerra en la que no hay buenos ni malos, justos ni injustos, aunque bien es cierto que en las crónicas no pocas veces señalan los soldados la crueldad de sus capitanes con los indios. Las guerras civiles, por otra parte, ponen de relieve la ralea de quienes acudían al Nuevo Mundo a hacer fortuna, no por la grandeza de España, ni por Dios ni por la civilización, sino por la posibilidad de hacer fortuna.
Por último señalar un hecho significativo, y es la adaptación de las tácticas militares españolas, heredadas de las reformas efectuadas en tiempos de Gonzalo Fernández de Córdoba, al terreno y a las condiciones concretas del Perú, primero en la lucha contra el Imperio inca, y después en el enfrentamiento fratricida.
En resumen, en esta obra encontramos un buen análisis, nada farragoso y fácil de seguir, de las guerras llevadas a cabo por los españoles, contra los incas y entre sí, en el Perú durante el segundo cuarto del siglo XVI. Sin ideologías y sin prejuicios: un trabajo histórico objetivo y honesto que pone de relieve la potencia militar española de época moderna.