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El progreso y otros cuentos de hadas

En Cultura política/España por

Parece que ahora mismo el mundo está conformado por dos fuerzas incompatibles que no están dispuestas a ceder: Conservadores y Progresistas. Siempre me ha llamado la atención lo inadecuadas que son las etiquetas impuestas por la prensa y por los demagogos, en general. Hablar de “violencia de género” es tan absurdo como convertir la voz “progreso” en antónimo de la voz “conservación” o convertir en contradictorios sus verbos. El uso de “derecha” e “izquierda” lo dejaremos estar, ya que es evangélico.

Progreso, de origen latino: progredior, progressus, avanzar, que surge de la unión del prefijo “pro” -hacia delante- y de la raíz “gredior” -ir-. Significa “Acción de ir hacia delante”, según el diccionario de la Real Academia. Para encontrar el antónimo basta con encontrar un prefijo que denote lo contrario de “pro” (qué listos estos romanos). Una opción válida es “re”, uno de cuyos significados es precisamente “hacia atrás”. Progreso – regreso. Curiosamente el diccionario de la Real Academia de la Lengua otorga con sabiduría ancestral a la voz “regresar” el significado de “volver al lugar del que se partió”. Limpia, fija y da esplendor. Al menos en este caso.

Conservar. Usemos el infinitivo, que “conserva” nos trae a la mente una lata de anchoas y “conservación” simplemente suena mal. Palabra que el castellano calca del término latino conservare, compuesta por el prefijo “con” o “cum”, con el significado de “unir, juntar”, y la raíz “servare”, que significa mantener, custodiar… “Servare” tiene un antepasado conocido en el indoeuropeo… La voz “ser”, que significa proteger, cuidar, observar. Así, el diccionario de la Real Academia (cuyos redactores no son siempre lo originales que uno quisiera) atribuyen a la palabra “conservar” el significado de “mantener o cuidar de la permanencia o integridad de algo o de alguien”. El antónimo más lógico parece “abandonar”.

 

¿En qué mundo de fantasía el comunismo es un ejército de progreso y los liberales, caballeros andantes que conservan?

 

Ahora, por favor, que alguien me explique por qué o en qué sentido “progresistas” y “conservadores” son facciones opuestas. O en qué mundo de fantasía o de ciencia ficción el comunismo (en general, cualquier forma de socialismo) es un ejército en progreso y los liberales de centro derecha son los caballeros andantes que conservan. ¿Progreso hacia dónde? ¿Conservan el qué?

Si Pablo Iglesias se ve como un líder del progresismo y Mariano Rajoy es su contrario, más que “conservador” será “regresista”, palabra que no existe y que no tiene sentido. Si Rajoy es el líder del movimiento conservador (insisto, ¿qué estamos conservando?) y Pablo Iglesias es su némesis, el dirigente de Podemos no será un “progresista”, sino un “abandonador”.

Permíteme que insista. Las palabras importan. Al menos a aquellos que nos resistimos contra el invasor a usar “violencia de género”.

El único regresismo que se practica en este agotado país es el de aquellos que se han querido dedicar al blasfemo ejercicio de desenterrar las tumbas de los caídos para dividir el país en buenos y malos. Entre hijos de buenos e hijos de malos, nietos de buenos, nietos de malos. Con tan poco tino que las cosas no han quedado del todo claras y nos confundimos a la hora de cambiar los nombres de las calles. Recordemos: Teresa de Ávila era catalana. Lo afirman los intelectuales progresistas.

 

Conservar debería ser un mandato para la clase política, no solo para una facción.

 

“Conservar” debería ser un mandato para la clase política, no una facción. Conservar lo bueno… las cosas buenas. Incluso las que han hecho los predecesores en el cargo, sean de la facción que fueren. Custodiar con mimo y con cuidado la herencia que hemos recibido y que nos han elevado como países y sociedades.

Por eso no simpatizo, por lo general, con las causas que defienden pedir perdón por lo que hicieron nuestros padres, nuestros predecesores. Sobre todo cuando hay tantas cosas que agradecer. Pedir perdón y agradecer son dos grandes virtudes que no son incompatibles. Dicen que pedir perdón es de valientes y que agradecer es la más rara de las virtudes. Hoy en día no hay los que exigen perdones y también muy pocas personas originales.

Personalmente, hoy me siento original. Casi bohemio. Y muy poco progresista. Así que muchas gracias, emperador Augusto, muchas gracias Godofredo de Buillon, muchas gracias reina Isabel de Castilla, Miguel de Cervantes, Domingo Báñez, Juan de la Cruz, Felipe II, y don Benito Pérez Galdós. Muchas gracias a toda la generación del 27, a Picasso, a Franco y a Felipe González…

Ayer pedimos perdón. Del progreso se hablará más adelante.

 

Doctor en Filosofía en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma. Me considero, ante todo, un gran lector. Inclinado por naturaleza hacia las humanidades clásicas y la literatura inglesa, y por vocación a la metafísica y a la lógica. Católico tras las huellas de Newman, Chesterton y Benedicto XVI. Filósofo tras las huellas de Santo Tomás de Aquino y de Aristóteles. Y gran aficionado al mundo de Tolkien.

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