Me permitirán que por una vez me refiera en estas páginas a asuntos propios de mi país, cosa que no hacía, creo, desde los lejanos tiempos del Milady’s Boudoir. En realidad se trata de un tema que va más allá de las fronteras, ahora a punto de erigirse de nuevo, de una nación como el Reino Unido, y afecta a todas las sociedades europeas, y también, de manera muy significativa, a la española.
Los hechos que han dado pie a esta reflexión, han sido las reacciones a la última campaña de reclutamiento del Ejército Británico. Estas reacciones han sido, dígamoslo antes de nada, negativas. La campaña muestra especímes propios de la juventud actual (“snow flakes”, “phone zombies”, “class clowns”, …) y les reclama para el servicio en la institución armada. El mensaje ha sido fuertemente criticado, al ser entendido como un llamamiento a la desesperada para que todo tipo de sociópatas engrosen las filas de nuestro veterano ejército.
A nosotros, en cambio, la nueva campaña nos parece sencillamente genial. El anticuado eslógan “Be the Best” nos traía reminiscencias competitivas más propias de la última década del siglo pasado. Pero los valores e ideales de las sociedades occidentales han cambiado mucho desde entonces.
IV Melopea Democresiana
— Democresía (@Democresia_es) 21 de enero de 2019
Volvemos a la carga. Esta vez con el periodista y codirector de @LaTardeCOPE @FernandodeHaro. Permanece atento a nuestras redes sociales, que se viene otra pronto. pic.twitter.com/2Qob8HY43P
Los que interpretan el mensaje de actual campaña como una llamada a filas a todo tipo de inadaptados, se equivocan radicalmente. La campaña es ante todo una aguda crítica, casi un insulto, a la sociedad civil de nuestros días, y ahí radica, precisamente su genialidad y virtud. Para comprenderla bien, es preciso atender al texto completo del llamamiento.
El ejército dice necesitar de cada uno de estos jóvenes que desperdician sus cualidades y sus vidas en distracciones intrascendentes precisamente aquello que la vida civil no es capaz de sacar de ellos. El ejército dice necesitar del adicto al teléfono, su atención; del gracioso de la clase, su espíritu; del niño mimado, su confianza en sí mismo; del ludópata, su responsabilidad. Escrito así, parece más bien una misión imposible, pero el mensaje de fondo está bastante claro: si quieres cambiar una existencia anodida debes hacer algo radical y, de paso, útil para tu país. El mensaje, cual versión renovada del viejo “The Queen´s own Army makes a Man of you”, sería algo así como “el Ejército sí cree en ti, y puede sacar de ti precisamente aquello que los demás creen que no tienes”.
Tampoco pensamos que el público al que va dirigido sea minoritario. Si sumamos esas “minorías”, los adictos al móvil, los graciosos de la clase (siempre hay al menos uno por clase y hay muchas clases), los chavales que fuman en la puerta de un local de apuestas, y aquellos que en general no encuentran un lugar constructivo en la sociedad, encontraremos que son muchos los jóvenes susceptibles de semejante llamamiento a la movilización. Pero hay también muchos otros que presentan estas actitudes en grados, a veces un poco de cada una, en grados menores, y en general una ausencia generalizada del sentido de pertenencia a la comunidad y de interés por el futuro de ésta, que dentro de muy poco se encontrará precisamente en sus manos.
La campaña nos recuerda al viejo “Your Country needs You!”, llamamiento lacónico en una situación desdesperada, usando la imagen de aquel Kitchener cuyas habilidades para la guerra colonial resultaron de escasa utilidad en las trincheras de Flandes. La situación actual también es, a su manera, desesperada, pues nos encontramos con una gran cantidad de personas jóvenes incapaces de integrarse en una sociedad incapaz de integrarles. Y el problema no es exclusivo de Gran Bretaña.

